jueves, 1 de enero de 2009

NICANOR PARRA - AUTORRETRATO Y OTROS

Considerad, muchachos
Entre 1954 y 1962, Nicanor Parra, nacido y criado cerca de Chillán, en el centro de Chile, consumó una revolución que parecía imposible. Mejor dicho, dio término y programa a la revolución que la poesía lírica había iniciado en este continente. "Considerad, muchachos", como diría Parra, que en el lapso de cincuenta años América latina fue parte sustancial de la mayor revuelta literaria desde el romanticismo. Sí, ese mérito corresponde a nuestro subcontinente. Nada pasaba en la poesía lírica española, que trasvasaba vino viejo en odres nuevos, ni, realmente en ningún lado, cuando, en 1922 se publicaran simultáneamente "Trilce", de César Vallejo, y "La tierra baldía", de T.S. Eliot. El libro de Vallejo salía lejos, muy lejos del mayor centro emisor de revoluciones literarias: París. El libro de Eliot surgía asimismo en un terreno inesperado: el de la lengua anglosajona; escrito por un conservador y prohijado no por un marxista vanguardista, sino por un fascista de vanguardia, Ezra Pound, quien devoró todo lo que pudo de poesía occidental y oriental y la metió en una coctelera que llamó "Cantos".
¿En relación con qué eran revolucionarios el libro peruano y el libro londinense? Precisamente con lo que interesaba cambiar: el punto de vista lírico. El vocabulario ante todo, lo que significa cambiar el escenario. Era tan simple como eso; la escena lírica no había cambiado. Las vanguardias parisinas modificaron la velocidad, no el modo de concebir la poesía; modo que depende enteramente del vocabulario. Vallejo rompe el léxico intencionalmente, crea casi propagandísticamente un léxico distinto e incomprensible, pero extrañamente dotado de cotidianeidad. Eliot describe escenas urbanas con remisiones a La Biblia, a la leyenda del Grial y a la literatura clásica griega. De ninguno de los dos autores podría decirse que eran militantes activos de las vanguardias; mucho menos, líderes. Aquel año de 1922 se produce otro hecho trascendente en la misma dirección: James Joyce publica "Ulises", y es ésta, mal que pese, la única revolución que produjo la prosa en el siglo pasado.
Nadie era ajeno al mundo que se avecinaba, pero ninguno, como Vallejo y Eliot, vieron lo que de ese mundo había en éste. El realismo que fundan es trascendente.
Se puede rastrear antipoesía hasta el medioevo; se puede percibir la densidad y el temblor grandioso de la vida cotidiana en Quevedo, en Villon (por esa razón tal vez Vallejo llamaría a Quevedo "abuelo instantáneo de los dinamiteros"), pero no se percibe que la poesía debía escribirse desde ese mundo orgánico y real hasta "Trilce", hasta "La tierra baldía". Y el mérito de esos libros era el de haber sido escritos con nuevas palabras; no con las palabras que designaban los objetos novísimos (el automóvil era por ejemplo la obsesión del futurista Marinetti) sino a los objetos manufacturados gastados por el uso y a la vida biológica, permitan la redundancia, de los seres humanos: hombres en mangas de camisa de Eliot, hombres de "altura y pelos" de Vallejo.
En 1954, Parra publica "Poemas y antipoemas". Era claro que iba en contra del desvío que había significado el "fenómeno" Neruda. El de "Residencia en la tierra" convertido de nuevo en lírico afectuoso. Parra escribe gran parte de las composiciones de ese libro con rimas consonantes y asonantes y con métrica regular. Sin embargo, el libro va hacia lo narrativo y llega a su punto central en "Advertencia al lector", que puede considerarse el manifiesto de la antipoesía. Desde un punto de vista formalmente tradicional, Parra ya había indicado que debía mirarse al emisor de la poesía tal como era, como generalmente es, en "Autorretrato":

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.


Había indicado el lugar en el que se pudrían todavía la vieja lírica y la vieja metafísica en "Preguntas a la hora del té":

Se respira una atmósfera cansada
De ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
A ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla.


Pero es en "Advertencia al lector" donde Parra anuncia la nueva épica; y donde se hace cargo literalmente de cambiar los enseres del escenario. Allí vuelve a la matriz de la revolución copernicana de 1922:

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.
Sillas y mesas sí que figuran a granel.
¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.


Los mortales que hayan leído el Tractatus de Wittgenstein
Pueden darse con una piedra en el pecho
Porque es una obra difícil de conseguir:

Pero el Círculo de Viena se disolvió hace años,
Sus miembros se dispersaron sin dejar huella
Y yo he decidido declarar la guerra a los cavalieri della luna.

En 1958 Parra publica "La cueca larga" y, en 1962, "Versos de salón". El ajuste fue consumado en seis años. Y Parra no bajaría jamás la apuesta.
En otro blog (Otra iglesia es imposible) estamos intentando, por pura gimnasia intelectual, una antología que al principio debía ser escatológica, empezando con el poema "Fecal", de Gerardo Deniz (Madrid, 1934), siguiendo con el "Soneto a tus vísceras" de Baldomero Fernández Moreno, y cualquier poema de "Morgue", de Gottfried Benn, pero todo va derivando hacia la antipoesía, pasando por alto las obvias y solemenes escatologías del llamado neobarroco. Todo va derivando hacia el antilirismo, hacia Parra.


Publicado por Jorge Aulicino el 06/01/2008 | Enlace permanente
Comentarios
Una pequeña consideración: recordemos que el primero en nominarse como "anti poeta" fue otro chileno, Vicente Huidobro, en su largo poema Altazor. Aunque coincidamos o no, creo que la poesía huidobriana se acerca, en alguna medida, a este antilirismo parriano (o quizá viceversa), a pesar de su rebuscada estética y de su precisión con las palabras.
Saludos Jorge.





SINFONÍA DE CUNA


Una vez andando
Por un parque inglés
Con un angelorum
Sin querer me hallé.

Buenos días, dijo,
Yo le contesté,
Él en castellano,
Pero yo en francés.

Dites moi, don angel.
Comment va monsieur.

Él me dio la mano,
Yo le tomé el pie
¡Hay que ver, señores,
Cómo un ángel es!

Fatuo como el cisne,
Frío como un riel,
Gordo como un pavo,
Feo como usted.

Susto me dio un poco
Pero no arranqué.

Le busqué las plumas,
Plumas encontré,
Duras como el duro
Cascarón de un pez.

¡Buenas con que hubiera
Sido Lucifer!

Se enojó conmigo,
Me tiró un revés
Con su espada de oro,
Yo me le agaché.

Ángel más absurdo
Non volveré a ver.

Muerto de la risa
Dije good bye sir,
Siga su camino,
Que le vaya bien,
Que la pise el auto,
Que la mate el tren.

Ya se acabó el cuento,
Uno, dos y tres.



De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)



SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile





AUTORRETRATO



Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.

(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).

¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.


En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.

¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.

¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!


Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,

Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales
.



De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)


ODA A UNAS PALOMAS


Qué divertidas son
Estas palomas que se burlan de todo
Con sus pequeñas plumas de colores
Y sus enormes vientres redondos.

Pasan del comedor a la cocina
Como hojas que dispersa el otoño
Y en el jardín se instalan a comer
Moscas, de todo un poco,
Picotean las piedras amarillas
O se paran en el lomo del toro:
Más ridículas son que una escopeta
O que una rosa llena de piojos.

Sus estudiados vuelos, sin embargo,
Hipnotizan a mancos y cojos
Que creen ver en ellas
La explicación de este mundo y el otro.
Aunque no hay que confiarse porque tienen
El olfato del zorro,
La inteligencia fría del reptil
Y la experiencia larga del loro.
Más hipnóticas son que el profesor
Y que el abad que se cae de gordo.

Pero al menor descuido se abalanzan
Como bomberos locos,
Entran por la ventana al edificio
Y se apoderan de la caja de fondos.


A ver si alguna vez
Nos agrupamos realmente todos
Y nos ponemos firmes
Como gallinas que defienden sus pollos.



De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)


DEFENSA DEL ARBOL


Por qué te entregas a esa piedra
Niño de ojos almendrados
Con el impuro pensamiento
De derramarla contra el árbol.
Quien no hace nunca daño a nadie
No se merece tan mal trato.
Ya sea sauce pensativo
Ya melancólico naranjo
Debe ser siempre por el hombre
Bien distinguido y respetado:
Niño perverso que lo hiera
Hiere a su padre y a su hermano.
Yo no comprendo, francamente,
Cómo es posible que un muchacho
Tenga este gesto tan indigno
Siendo tan rubio y delicado.
Seguramente que tu madre
No sabe el cuervo que ha criado,
Te cree un hombre verdadero,
Yo pienso todo lo contrario:
Creo que no hay en todo Chile
Niño tan malintencionado.
¡Por qué te entregas a esa piedra
Como a un puñal envenenado,
Tú que comprendes claramente
La gran persona que es el árbol!
El da la fruta deleitosa
Más que la leche, más que el nardo;
Leña de oro en el invierno,
Sombra de plata en el verano
Y, lo que es más que todo junto,
Crea los vientos y los pájaros.
Piénsalo bien y reconoce
Que no hay amigo como el árbol,
Adonde quiera que te vuelvas
Siempre lo encuentras a tu lado,
Vayas pisando tierra firme
O móvil mar alborotado,
Estés meciéndote en la cuna
O bien un día agonizando,
Más fiel que el vidrio del espejo
Y más sumiso que un esclavo.
Medita un poco lo que haces
Mira que Dios te está mirando,
Ruega al Señor que te perdone
De tan gravísimo pecado
Y nunca más la piedra ingrata
Salga silbando de tu mano.




De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)







SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile





SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile









ADVERTENCIA AL LECTOR


El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos:
Aunque le pese.

El lector tendrá que darse siempre por satisfecho.
Sabelius, que además de teólogo fue un humorista consumado,
Después de haber reducido a polvo el dogma de la Santísima Trinidad
¿Respondió acaso de su herejía?

Y si llegó a responder, ¡cómo lo hizo!
¡En qué forma descabellada!
¡Basándose en qué cúmulo de contradicciones!

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.

Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio!

Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.

Los mortales que hayan leído el Tractatus de Wittgenstein
Pueden darse con una piedra en el pecho
Porque es una obra difícil de conseguir:

Pero el Círculo de Viena se disolvió hace años,
Sus miembros se dispersaron sin dejar huella
Y yo he decidido declarar la guerra a los cavalieri della luna
.

Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte:
"¡Las risas de este libro son falsas!", argumentarán mis detractores

"Sus lágrimas, ¡artificiales!"
"En vez de suspirar, en estas páginas se bosteza"
"Se patalea como un niño de pecho"
"El autor se da a entender a estornudos"
Conforme: os invito a quemar vuestras naves,
Como los fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto.
"¿A qué molestar al público entonces?", se preguntarán los amigos lectores:
"Si el propio autor empieza por desprestigiar sus escritos,
¡Qué podrá esperarse de ellos!"

Cuidado, yo no desprestigio nada
O, mejor dicho, yo exalto mi punto de vista,

Me vanaglorio de mis limitaciones
Pongo por las nubes mis creaciones.


Los pájaros de Aristófanes
Enterraban en sus propias cabezas
Los cadáveres de sus padres.

(Cada pájaro era un verdadero cementerio volante)
A mi modo de ver
Ha llegado la hora de modernizar esta ceremonia
¡Y yo entierro mis plumas en la cabeza de los señores lectores!




De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)

PALABRAS A TOMÁS LAGO


Antes de entrar en materia,
Antes, pero mucho antes de entrar en espíritu,
Piensa un poco en ti mismo, Tomás
Lagos y considera lo que está por venir,
También lo que está por huir para siempre
De ti, de mí,
De las personas que nos escuchan.

Me refiero a una sombra,
A ese trozo de ser que tú arrastras
Como a una bestia a quien hay que dar de comer y de beber
Y me refiero a un objeto,
A esos muebles de estilo que tú coleccionas con horror

A esas coronas mortuorias y a esas espantosas sillas de montar,
(Me refiero a una luz).

Te vi por primera vez en Chillán
En una sala llena de sillas y mesas
A unos pasos de la tumba de tu padre.
Tú comías un pollo frío,
A grandes sorbos hacías sonar una botella de vino.


Dime de dónde habías llegado.
El nocturno siguió viaje al sur,
Tú hacías un viaje de placer
O ¿te presentabas acaso vestido de incógnito?


En aquella época ya eras un hombre de edad,
Luego vinieron unas quintas de recreo
Que más parecían mataderos de seres humanos:
Había que andar casi toda la noche en tranvía
Para llegar a ese lugar maldito,
A esa letrina cubierta de flores.

Vinieron también esas conferencias desorganizadas,
Ese polvo mortal de la Feria del Libro,
Vinieron, Tomás, esas elecciones angustiosas,
Esas ilusiones y esas alucinaciones.

¡Qué triste ha sido todo esto!
¡Qué triste! pero ¡qué alegre a la vez!
¡Qué edificante espectáculo hemos dado nosotros
Con nuestras llagas, con nuestros dolores!

A todo lo cual vino a sumarse un afán,
Un temor,
Vinieron a sumarse miles de pequeños dolores,
¡Vino a sumarse, en fin, un dolor más profundo y más agudo!

Piensa, pues, un momento en estas cosas,
En lo poco y nada que va quedando de nosotros,
Si te parece, piensa en el más allá,
Porque es justo pensar
Y porque es útil creer que pensamos.



De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)



EL PEREGRINO


Atención, señoras y señores, un momento de atención:
Volved un instante la cabeza hacia este lado de la república,
Olvidad por una noche vuestros asuntos personales,

El placer y el dolor pueden aguardar a la puerta:
Una voz se oye desde este lado de la república.
¡Atención, señoras y señores! ¡un momento de atención!

Un alma que ha estado embotellada durante años
En una especie de abismo sexual e intelectual

Alimentándose escasamente por la nariz
Desea hacerse escuchar por ustedes.

Deseo que se me informe sobre algunas materias,
Necesito un poco de luz, el jardín se cubre de moscas,
Me encuentro en un desastroso estado mental,
Razono a mi manera;
Mientras digo estas cosas veo una bicicleta apoyada en un muro,
Veo un puente
Y un automóvil que desaparece entre los edificios.

Ustedes se peinan, es cierto, ustedes andan a pie por los jardines,
Debajo de la piel ustedes tienen otra piel,
Ustedes poseen un séptimo sentido
Que les permite entrar y salir automáticamente.

Pero yo soy un niño que llama a su madre detrás de las rocas,
Soy un peregrino que hace saltar las piedras a la altura de su nariz,
Un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.




De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)



LAS TABLAS


Soñé que me encontraba en un desierto y que hastiado de mí mismo
Comenzaba a golpear a una mujer.

Hacía un frío de los demonios; era necesario hacer algo,
Hacer fuego, hacer un poco de ejercicio;
Pero a mí me dolía la cabeza, me sentía fatigado
Sólo quería dormir, quería morir.
Mi traje estaba empapado de sangre
Y entre mis dedos se veían algunos cabellos
-Los cabellos de mi pobre madre-
"Por qué maltratas a tu madre" me preguntaba entonces una piedra
Una piedra cubierta de polvo "por qué la maltratas".
Yo no sabía de dónde venían esas voces que me hacían temblar
Me miraba las uñas y me las mordía,
Trataba de pensar infructuosamente en algo
Pero sólo veía en torno a mí un desierto
Y veía la imagen de ese ídolo,
Mi dios que me miraba hacer estas cosas.

Aparecieron entonces unos pájaros
Y al mismo tiempo en la obscuridad descubrí unas rocas.
En un supremo esfuerzo logré distinguir las tablas de la ley:
"Nosotras somos las tablas de la ley" decían ellas
"Por qué maltratas a tu madre"
"Ves esos pájaros que se han venido a posar sobre nosotras"
"Ahí están ellos para registrar tus crímenes"
Pero yo bostezaba, me aburría de estas admoniciones
"Espanten esos pájaros" dije en voz alta
"No" respondió una piedra
"Ellos representan tus diferentes pecados"

"Ellos están ahí para mirarte"
Entonces yo me volví de nuevo a mi dama
Y le empecé a dar más firme que antes
Para mantenerse despierto había que hacer algo
Estaba en la obligación de actuar
So pena de caer dormido entre aquellas rocas
Aquellos pájaros.

Saqué entonces una caja de fósforos de uno de mis bolsillos
Y decidí quemar el busto del dios
Tenía un frío espantoso, necesitaba calentarme
Pero este fuego sólo duró algunos segundos.

Desesperado busqué de nuevo las tablas
Pero ellas habían desaparecido:

Las rocas tampoco estaban allí
Mi madre me había abandonado.
Me toqué la frente; pero no:
Ya no podía más.





De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)







SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile


EPITAFIO



De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de profesor primario
Y de una modista de trastienda;

Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;

De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca

-Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!









De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)




SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile



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CATALINA PARRA


Caminando sola
Por ciudad extraña
Qué será de nuestra
Catalina Parra.

Cuánto tiempo ¡un año!
Que no sé palabra
De esta memorable
Catalina Parra.

Bajo impenitente,
Lluvia derramada
Dónde irá la pobre
Catalina Parra.

¡Ah, si yo supiera!
Pero no sé nada
Cuál es tu destino
Catalina Pálida.

Sólo sé que mientras
Digo estas palabras
En volver a verte
Cifro la esperanza.

Aunque sólo seas
Vista a la distancia
Niña inolvidable,
Catalina Parra.

Hija mía, ¡cuántas
Veces comparada
Con la rutilante
Luz de la mañana!

Ay, amor perdido,
¡Lámpara sellada!
Que esta rosa nunca
Pierda su fragancia.




De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)



PREGUNTAS A LA HORA DEL TÉ


Este señor desvaído parece
Una figura de un museo de cera;
Mira a través de los visillos rotos:
Qué vale más, ¿el oro o la belleza?,

¿Vale más el arroyo que se mueve
O la chépica fija a la ribera?
A lo lejos se oye una campana
Que abre una herida más, o que la cierra:
¿Es más real el agua de la fuente
O la muchacha que se mira en ella?

No se sabe, la gente se lo pasa
Construyendo castillos en la arena.

¿Es superior el vaso transparente
A la mano del hombre que lo crea?
Se respira una atmósfera cansada
De ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
A ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla.







De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)







SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile

HAY UN DÍA FELIZ



A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.

Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.

Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.

Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;

El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas

En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.

Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.

¡Buena cosa, Dios mío! nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.


Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;

Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.

Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mí singular empresa,

Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda

Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.

Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:

El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.

Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).

Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.

A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.

Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino
y el ruiseñor encima de la mesa,

Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!









De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)




SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile




ES OLVIDO


Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,

No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.


¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,

Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.

Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas,

Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,

Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),

Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,

Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!

Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía

Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa

Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.

Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento

Con que a un pariente enfermo se designa.

Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,


Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.

Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día

De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida,

Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,

De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía
.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.






De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)





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SE CANTA AL MAR


Nada podrá apartar de mi memoria
La luz de aquella misteriosa lámpara,
Ni el resultado que en mis ojos tuvo
Ni la impresión que me dejó en el alma.
Todo lo puede el tiempo, sin embargo
Creo que ni la muerte ha de borrarla.
Voy a explicarme aquí, si me permiten,
Con el eco mejor de mi garganta.
Por aquel tiempo yo no comprendía
Francamente ni cómo me llamaba,
No había escrito aún mi primer verso
Ni derramado mi primera lágrima;
Era mi corazón ni más ni menos
Que el olvidado kiosko de una plaza.
Mas sucedió que cierta vez mi padre
Fue desterrado al sur, a la lejana
Isla de Chiloé donde el invierno
Es como una ciudad abandonada.
Partí con él y sin pensar llegamos
A Puerto Montt una mañana clara.
Siempre había vivido mi familia
En el valle central o en la montaña,
De manera que nunca, ni por pienso,
Se conversó del mar en nuestra casa.
Sobre este punto yo sabía apenas
Lo que en la escuela pública enseñaban
Y una que otra cuestión de contrabando
De las cartas de amor de mis hermanas.
Descendimos del tren entre banderas
Y una solemne fiesta de campanas
Cuando mi padre me cogió de un brazo
Y volviendo los ojos a la blanca,
Libre y eterna espuma que a lo lejos
Hacia un país sin nombre navegaba,
Como quien reza una oración me dijo
Con voz que tengo en el oído intacta:
"Este es, muchacho, el mar". El mar sereno,
El mar que baña de cristal la patria.
No sé decir por qué, pero es el caso
Que una fuerza mayor me llenó el alma
Y sin medir, sin sospechar siquiera,
La magnitud real de mi campaña,
Eché a correr, sin orden ni concierto,
Como un desesperado hacia la playa
Y en un instante memorable estuve
Frente a ese gran señor de las batallas.
Entonces fue cuando extendí los brazos
Sobre el haz ondulante de las aguas,
Rígido el cuerpo, las pupilas fijas,
En la verdad sin fin de la distancia,
Sin que en mi ser moviérase un cabello,
¡Como la sombra azul de las estatuas!
Cuánto tiempo duró nuestro saludo
No podrían decirlo las palabras.
Sólo debo agregar que en aquel día
Nació en mi mente la inquietud y el ansia
De hacer en verso lo que en ola y ola
Dios a mi vista sin cesar creaba.

Desde ese entonces data la ferviente
Y abrasadora sed que me arrebata:
Es que, en verdad, desde que existe el mundo,
La voz del mar en mi persona estaba.





De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)




SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile

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