domingo, 14 de octubre de 2012

Archibaldo Lanús


El Tribuno de Salta – 27 de Mayo, 2012
Nacional Entrevista al diplomático, exembajador en Francia, historiador, escritor y
doctorado en economía
Archibaldo Lanús: “La nueva utopía social
es ser reconocido como excluido”
27.05.12
Archibaldo Lanús.
Robustiano Pinedo
Es uno de los diplomáticos de carrera con más larga trayectoria. Abogado y doctorado en
economía internacional. Los gobiernos de facto lo expulsaron de la Cancillería, desde el 75 hasta
el retorno de la democracia en 1983. Fue embajador ante Naciones Unidas y en Francia, que lo
homenajeó con la condecoración más importante del mundo, la famosa Legión de Honor. Historiador y negociador argentino de la Ronda de Montevideo. Baila tango y tiene amistad con
varios exponentes del género, como Horacio Ferrer, autor de “Balada para un loco”. Escritor y
ensayista, llegó de la mano de Pro Cultura para presentar mañana su último libro: “Argentina
inconclusa”. Archibaldo Lanús charló a fondo con El Tribuno y entramó un diálogo picante,
polémico y sin anestesia.

¿Por qué está inconclusa la Argentina?
La Argentina es un proyecto muy ambicioso, una gran apuesta. He constatado que casi todos los
analistas del siglo XX daban a la Argentina como una futura potencia a fin de siglo. Más aún,
Carlos Pellegrini decía en una carta de 1904 que se había encontrado con el presidente de
Estados Unidos, Teodoro Roosevelt (1901-1909) y éste le había dicho: “Ustedes van a ser los
estados unidos del sur”. Todo indicaba que nuestro país tenía las potencialidades y ambiciones
para ser un país importante del mundo. Efectivamente, a pocos años de la organización nacional, a
principios del siglo XX, la Argentina tenía una posición privilegiada, por su cultura y por la ambición
que manifestaba el pueblo. Ese gran proyecto ha sido en alguna medida trabado por una serie de
factores y circunstancias históricas. Hoy, después de 30 años de democracia, vimos al país
padecer uno de los más grandes defaults de la historia, una de las 14 hiperinflaciones más grande
que se conocen en la historia de la humanidad, una de las confiscaciones más grandes que se
recuerden, como fue la del Plan Bonex. En fin: se presenta un país que realmente no condice con
ese gran proyecto, gran apuesta. La Argentina inconclusa es un título optimista. Elegí esa palabra
porque quiere decir que hay que seguir trabajando. El proyecto argentino no está concluido.

¿Cómo pasamos de potencia mundial a ser un actor importante de América Latina?

Las causas de este declive, con relación al resto de los países en el contexto internacional,
debemos buscarlas en la cultura política de los argentinos, en la forma de concebir la gestión
colectiva de nuestro destino como sociedad, es decir, del gobierno. La Argentina es un país con
una gran capacidad de hacer, de creatividad, de innovación. Uno ve que nuestro sector agrícolaganadero es uno de los más adelantados del mundo y que involucra verdaderas revoluciones
tecnológicas. Inventamos la siembra directa. Producimos isótopos radiactivos para la salud que
compiten en el mundo. Fabricamos y vendemos reactores nucleares. Hacemos satélites. Pero la
forma en que el argentino concibe y gestiona la política es donde debemos buscar la enfermedad,
el problema. Las costumbres son más importantes que las instituciones, dice Alexis de Tocqueville,
y la Argentina tiene grandes defectos en su cultura política. La primera mala costumbre es que
concebimos la política como un combate para someter al otro, como una guerra donde hay que
eliminar al otro, vencerlo. Pensamos que la política es tomar una preeminencia, un privilegio sobre
el otro. Viene de una larga tradición, de guerras civiles, discordias y enfrentamientos. Esto se
termina expresando políticamente en una hegemonía del Poder Ejecutivo.

Existe una monarquía absoluta y también la república absoluta. En una está el rey erguido por
principios divinos y en la otra el presidente erguido por los principios de la codicia y el poder, que
es lo que guía a gran parte de los hombres políticos argentinos. Este poder absoluto del Ejecutivo
rompe todo el sistema republicano. Es lo que llaman “democracia delegativa”. El hombre vota y
deja todo en manos, no de un conjunto de instituciones y consultas, sino de cuatro o cinco
personas que van a interpretar los intereses del pueblo. Se pueden buscar ejemplos desde la
época de Rosas. Pero hoy, la división de poderes y el federalismo están totalmente
desnaturalizados por esa hegemonía del Ejecutivo.

Otra mala costumbre es considerar al Estado como el botín de la política. En la Argentina se
confunde el Estado con el gobierno, cosa que no ocurre en otro lugar del mundo que tenga un
sistema político desarrollado. El Estado es independiente del gobierno. El primero es permanente y
el segundo transitorio. Al Estado lo componen funcionarios estables y al gobierno personas
transitorias, que fijan políticas y las implementan, pero tienen que rendir cuentas ante el pueblo.
Esta confusión hace que en cada elección exista un abordaje del Estado, para utilizarlo con fines prebendarios y muchas veces de codicia personal. Si llegan a dominar el Estado por la fuerza, por
las armas o por el voto, es lo mismo.

La permanente discordia también es otra costumbre política argentina. Esa discordia ha provocado
la gran dificultad que existe en la Argentina para lograr consensos, por lo que no hay políticas a
largo plazo. La consecuencia de esa discordia es que cada gobierno viene para cambiar lo que
hizo el otro. Para colmo, hay una anomia general donde la ley no se cumple.
Otro capítulo especial es la emergencia permanente. En la Argentina se ha instalado la doctrina de
la emergencia. La primera emergencia es de 1922 y nunca paró, desde entonces que vivimos en
emergencia. Las leyes de la doctrina de la emergencia permiten hacer cualquier cosa y no hay
seguridad jurídica. La emergencia está consolidada y se relaciona con la hegemonía del Poder
Ejecutivo que ha desarrollado este país. Se consolidó con los decretos de necesidad y urgencia y
las facultades que delegó el Poder Legislativo al Ejecutivo. Menem dejó la presidencia con 2000
delegaciones prorrogadas hasta hoy y que no volvieron al Poder Legislativo. Por todo esto nuestro
sistema está totalmente desnaturalizado y puedo concluir que uno de los problemas fundamentales
que tenemos es que no existe un orden político.

¿Cómo que no existe un orden político?
Cuando digo orden político me refiero a: un Estado profesional, reglas de juego que regulen las
relaciones entre el Estado y los individuos y un gobierno que rinda cuentas, responsable ante el
pueblo. Eso no existe. El gobierno se acaparó del Estado y en general no se cumplen ninguna de
las reglas establecidas. Es un país “de hecho”: el poder está por encima del derecho, la influencia
por encima del conocimiento, etc. Lo mismo pasa en el orden económico. No existe sistema
económico. Entre 1853, cuando se sancionó la primera Constitución, y 2010 hubo 157 ministros de
Economía.

¿Dice que la Argentina de 1853 tenía un proyecto y la de hoy no?
Había un proyecto: Estado laico, estado de derecho, apertura al mercado internacional, educación
pública en todos los niveles, inmigración, inversiones extranjeras, ocupación del territorio, etc. Hoy,
primero, no hay un proyecto nacional y es evidente. Casualmente en cada ley que se aprueba hay
una permanente divergencia, una verdadera batalla, donde el Gobierno lo único que quiere es
imponer su opinión. Es la confirmación de que no existe el proyecto. En los países importantes se
discute y cuando se vota todo el mundo está de acuerdo. Puede haber disidencias morales, como
puede ser en el tema del aborto, pero no se discute una ley de energía, porque se supone que es
un proceso en el que se resume la voluntad de todos los actores hasta que se formula un esquema
que pueda mantenerse en el tiempo y conformar a la mayoría. En cambio aquí, el gobierno que
llega no solo cambia todo lo del anterior, sino que se proclama como redentor del pueblo.

¿No podemos buscar consensos que implemente cualquier fuerza política?
No hay fuerzas políticas. Los partidos políticos han sido diluidos, no existen. Hay facciones que se
organizan alrededor de individuos mediáticos, que ni siquiera tienen programas de gobierno, sino
apetencias de poder. Si hubiera partidos políticos habría mucha más estabilidad. Porque las
posiciones se tienen que discutir en una asamblea, no puede venir alguien al otro día y cambiar
esa posición; hay una propuesta.
Las generaciones anteriores peleaban por ideales: independencia, libertad, derechos. ¿Cuál
sería la lucha de las nuevas generaciones?
La lucha es por sobrevivir. La juventud se ha alejado de las grandes discusiones políticas. En parte
porque han desaparecido los partidos, que son el espacio natural de la vida política en donde se expresan las ideas.
El otro factor fundamental es que se ha fragilizado el trabajo. Si había dos cosas importantes en la
Argentina eran el estudiante de guardapolvo blanco y el trabajador. Ese trabajador cada vez fue
más relativizado. Primero porque hay una gran cantidad de trabajo en negro y el trabajo en blanco
es frágil. Entonces, el individuo está casi desamparado: no tiene partido político y no tiene esa
seguridad del futuro que le daba el trabajo.

Perón nunca habló de pobres, sino del trabajador, la lucha era por los derechos del trabajador.

Pero resulta que ahora, la lucha de gran parte del pueblo es para que le reconozcan su carácter de
excluido, para tener derechos a las prebendas, a los planes sociales, es decir, al antitrabajo. El
paradigma del trabajo y del ascenso social, que marcó a la Argentina de inmigrantes que venían
por el progreso, desapareció. La nueva utopía es ser reconocido como excluido. Eso es funcional
al hegemonismo y a la inexistencia de los partidos, donde nadie va a un acto político si no recibe
una paga.

¿Por qué dice que no hay seguridad jurídica?

No hay seguridad jurídica, no porque no haya leyes, sino porque no se cumplen. Además de que
se cambian mucho, las que hay no se cumplen. El problema es la impunidad. Siempre hubo
corrupción. Pero hoy, estadísticas demuestran que la gran mayoría de los casos de corrupción no
llega a los tribunales y si lo hacen, tardan un promedio de 14 años.

Como diplomático, ¿cómo analiza las políticas sobre las islas Malvinas?
No existe una continuidad de política. Le pongo el ejemplo. Malvinas, supuestamente, es una
causa nacional, pero cada gobierno aplica una política diferente. Durante el gobierno de Carlos
Menem tardamos cinco años en negociar con Gran Bretaña un acuerdo sobre la explotación de
hidrocarburos en la zona. Hubo dificultades, pero se alcanzó un acuerdo de cooperación conjunta.
Ese acuerdo se abandonó de golpe en 2007 y Gran Bretaña inmediatamente comenzó la
explotación petrolera de manera unilateral. Le digo más, la Argentina nunca presentó un proyecto
para cambiar el estatus de las islas. Hay declaraciones, acuerdos, pero no hay un plan. Tampoco
se aprovecha a la gente que estudia el tema en profundidad. La clase política decide sin consultar
a sus expertos.

¿Qué le pareció la intervención de Alicia Castro ante el canciller inglés?
Yo hubiera sido más prudente. Me haría querer más en el país con el que tengo que negociar, algo
que es importante, sobre todo, si uno es diplomático. Además la embajadora todavía no había
presentado sus cartas credenciales.

¿Cómo nos ve la comunidad internacional?
Nos colocan como un país no confiable. Creo que hemos defraudado en muchas oportunidades al
sistema. Por ejemplo, de los 22 acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, desde 1956 a la
fecha no hemos cumplido ninguno. Firmamos contratos internacionales importantes que incumple
el gobierno que desplaza al otro; privatizamos una empresa y después la estatizamos. La prueba
de la desconfianza está en que tenemos muy pocas inversiones internacionales, en comparación
con Perú, Brasil o Chile. Hay una inconstancia. Los inversores tienen que saber si hay seguridad
jurídica, si lo que firman se va a cumplir, tienen que conocer cuáles son las normas del trabajo, las
legislaciones y los impuestos. Pero si estas cosas cambian todo el tiempo, es más difícil entrar en
un proceso de inversión.

¿Quiere decir que no existe una política para atraer inversiones?

Si existe, es poco clara. No logro percibir cuál es el objetivo. Porque la Argentina ha bregado durante años, y yo he sido negociador, en contra del proteccionismo, la arbitrariedad y lo que se
llamó el “comercio administrado”. Pero resulta que hace algunos años ya nos hemos manifestado
en la posición contraria. Ultimamente lo único que hacemos es comercio administrado, es decir,
que depende de decisiones de la administración de turno y no de un sistema legal. Esas
decisiones que se están tomando son contrarias a lo que nos comprometimos a hacer en tratados
con los organismos que rigen el comercio internacional. Acordamos no solo como país, también
con el bloque del Mercosur, liberalizar el comercio y disminuir los aranceles. Esto dejó de cumplirse
cuando arbitrariamente y de forma administrativa se prohibieron las importaciones. Eso le dio lugar
a una carta de protesta a la que adhirieron 20 países, entre ellos sudamericanos, y además,
seguramente, se formará un panel de repudio en la Organización Mundial del Comercio.

¿Qué influencia tiene el relato político en la sociedad?
El relato forma parte de esta manipulación del poder. El relato está al servicio del poder y no al
servicio de la verdad. Es una forma de propaganda vieja como la historia. Todos los gobiernos
totalitarios tuvieron un relato.

De todas las condecoraciones que le entregaron, ¿cuál es su favorita?
La que más estimo es la cruz de Comendador de la Legión de Honor, de Francia. Creo que es la
condecoración más importante del mundo, la de más prestigio, la más difícil de obtener. Fue
creada por Napoleón para entregarse a base del mérito de las personas.
La Orden Ecuestre Militar Caballero Granadero de los Andes en el grado de oficial es también
especial.
¿Qué es lo mejor que tenemos los argentinos?
Las ganas de empezar siempre de nuevo. A pesar de tener muchas cicatrices, los argentinos
queremos a nuestro país.
Las frases
“La nueva utopía es ser reconocido como excluido. Antes la lucha era por los derechos del 
trabajador”.
“Hoy, la división de poderes y el federalismo están totalmente desnaturalizados por la hegemonía 
del Poder Ejecutivo”. 

martes, 11 de septiembre de 2012

JSabina

revistas —


Joaquín Sabina: “La gloria fue La Mandrágora. Lo de después es una cosa más bullanguera, más de la chusma” Posted by Manuel Jabois


Llega sonriente pese a las horas, poco más de las doce del mediodía. “¿Aquí la hacemos? Muy bien”. Una mesa con dos sillas delante de una fuente y más allá, el mar. Pide un tequila y su entrevistador una caña. Saca una cajetilla de Ducados y la pone sobre la mesa junto a un mechero. Vacía el tequila en dos sorbitos y luego bebe, meditabundo, la caña. Enciende un ducados y suelta el humo, que observa alejándose para luego clavar la mirada en el periodista. Al acabar, el fotógrafo le sugiere hacer varios primeros planos. “Me convendría que te fueses sacando el sombrero y las gafas para hacer una secuencia”, dice. “Pero yo sé lo que le conviene a mi carrera”, responde Joaquín Ramón Martínez Sabina (Úbeda, Jaén, 1949), que estrecha manos en la despedida y se dirige de nuevo al interior del Pazo dos Escudos de Vigo. Los hombros muy juntos, el pantalón pitillo y calaveras en el cuello y en las manos. “Dense prisa si me quieren enterrar, pues tengo la costumbre de resucitar / y salgo del nicho cantando, y salgo vivo y coleando”. Sabina se evapora al doblar la esquina. Detrás de todas las respuestas, una carcajada.

Tengo una colección de libros dedicados muy interesante y si un día pasas por casa te la enseñaré.

Guárdala bien, porque pocos saben ya escribir a mano.

Incluso hay premios Nobel que escriben fatal.

Al venir para aquí pensaba: “Pero si Sabina ya lo ha dicho todo”.

El problema no está en que lo haya dicho todo, sino que los periodistas me preguntan siempre lo mismo.

Tendrás que escribir tus memorias.

Me lo planteo todos los días. No exactamente una autobiografía, pero sí un libro collage. Lo que pasa es que soy bastante rápido para escribir en verso y un desastre para la prosa. De hecho he perdido oportunidades estupendas, como escribir en El País, porque la prosa me cuesta muchísimo trabajo: trato de imprimirle el rigor rítmico y métrico que pongo en los versos, y es una tortura. Acaba saliendo una cosa espantosamente barroca y rebuscada que odio. Pero ese libro que dices es el último sueño de mi vida.

Hay suficiente materia prima.

Sobre todo me gustaría hablar de mis amigos muertos, que son ya casi todos. La última, Chavela Vargas. Y alguna nota tengo, pero necesitaría un año que a lo mejor es el próximo, cuando acabe la gira.

La prosa es disciplina militar.

Y yo a eso soy muy alérgico, porque el verso, la canción, te permite escribir borracho a las tres de la mañana, pero la prosa no. La prosa es un trabajo de oficina.

La poesía de Vallejo, que leíste en Granada.

Fue un año tremendo. Yo salía de una familia y de un pueblo muy nacionalcatólico y descubrí a los maricones, a los rojos, a los poetas, a los folladores; todo de golpe. César Vallejo se me quedó agarrado a la garganta porque es lo que él hace con sus poemas, retorcerte el cuello y retorcérselo al lenguaje. Además ya no necesito releerlo a diario porque me lo sé de memoria.

Hay influencia suya en tus letras.

Me gusta retorcer las palabras para ver si dan descargas eléctricas.

Vallejo murió pobrísimo. El otro día contaba José Luis Cuerda la escena de un matrimonio viendo a Ruano escribiendo en un café, y ella le pregunta: “¿Pero vive de eso?”. “Mujer”, le contesta el marido, “si viviese de eso estaríamos escribiendo todos”.

César Vallejo fue extremadamente pobre, extremadamente desgraciado y además sus conocidos le huían. Porque era un pedigüeño y porque daba mal rollo: estaba siempre triste y cabreado. Yo tengo una carta manuscrita de César Vallejo a Gerardo Diego en la que le pide dinero. Además, Georgette era insoportable.

¿Ya lees no ficción, como tus contemporáneos?

Acabo de leer una biografía nueva de una paisana tuya muy interesante: Maruja Mallo. Y sí, me pasa lo mismo que a casi todo el mundo. Uno tiene la impresión de que la ficción es más prescindible o que las buenas cosas de ficción uno ya las ha leído; las biografías y la historia contemporánea me interesan más.

¿Recuerdas la primera vez que saliste en el periódico?

Desde luego, porque ésos son tesoros que uno lleva en la memoria. Y no fue por cantar sino por huir a Inglaterra de exiliado. Salió en el Diario Jaén y me mandó el recorte a Londres mi padre. Estaba mi foto y decía: “Un separatista vasco… de Jaén”.

Para tus padres Londres era Júpiter.

¡Más lejos! Y para mí también. Yo había estado unos días en Madrid y dos años en Granada. No sabía ni una palabra de inglés y llevaba cinco duros en el bolsillo. Lo que pasa es que tenía la suerte de tener una novia inglesa.

Y un suegro cabrón.

Sí, un suegro que no entendía cómo se le había ocurrido a su hija llevarse a dormir a su propia casa a un español con barba, lleno de mierda, que no entendía el idioma. Le parecía un indio. Recuerdo que al segundo o tercer día de estar allí fuimos a un concierto, porque yo quería oír a una orquesta sinfónica, y él la miró diciéndole: “¡Pero no lo lleves a eso, que no va a entender nada!” Era civilizado y me dejaba dormir en su casa con su hija, algo que me tenía alucinado. Luego me despertaba a las nueve de la mañana dando sartenazos por casa. Y cuando le tocaba servir el té, a mí no me lo ponía.

Esa novia tuya fue la mejor minifalda que se paseó por Granada, le dijiste a Javier Menéndez Flores.

Y lo sigue siendo. Todavía mis amigos se acuerdan de ella.

En Londres hasta te recibía una pandilla en bolas fumando porros.

Yo me tenía que sujetar para no caerme. Te gritaban: “Pasa, pasa”; estaba acojonado.

Cuando te fuiste de Úbeda a Granada reconocías ser un paleto; ya en Madrid decías que andabas con la boina puesta. Esa actitud deliberada de pueblerino parece un rasgo muy refinado del creador: aquel a quien todo le sorprende y que va por ahí con la boca abierta.

Siempre me he sentido un cateto en la gran ciudad y viviendo cosas que no estaban en el guión, con lo cual mi capacidad de sorpresa no se ha agotado nunca. Así que lo que al principio me molestaba mucho, al final me ha acabado gustando como punto de vista para mirar las cosas con cierto asombro. Siempre le digo a mis amigos madrileños que Madrid nunca ha tenido una lírica o una poética, porque a los madrileños que habían nacido en Madrid les parecía, Madrid, lo más normal del mundo. Esa lírica la hemos hecho los emigrantes.

¿Cuando empezaste a ser famoso?

En los dos años que pasamos en La Mandrágora. Aquello fue durante la Movida pero no era la Movida. Nosotros éramos más una cosa del pasado, retroprogre, afterjipi. Pero cabían allí 40 personas y por contactos del dueño, porque se corría la voz o por lo que fuese, estaba la creme de la creme. Pasaban Manolo Vicent, Juan Luis Cebrián… Venía un tipo de intelectual medio del Gijón y medio de la Transición y eso provocó el boca a boca. Krahe y yo nos sentíamos en la cumbre de las cumbres, y para mí la gloria y la fama fue eso. La gloria fue La Mandrágora. Lo de después ya ha sido una cosa más bullanguera, o como diría Pla, más de la chusma. Pero aquello fue impresionante.

La Mandrágora.

La Mandrágora era Krahe. Yo así lo reconocía y lo sabía muy bien. Era él el que daba el tono. Yo era un añadido que a le venía muy bien, porque tenía más experiencia y venía de tocar en pubs y todo eso, pero La Mandrágora era él.

Anda por ahí respondiendo por un Cristo que cocinó en la prehistoria.

Con la maravilla de canciones que tiene y cuando sale en la prensa es porque cocinó un Cristo. Pero está muy bien Krahe, ¿eh?

Viene mucho a Galicia.

Es que tiene un circuito cojonudo que no le ha fallado nunca con unos fans como los de La Mandrágora: absolutamente entregados y fieles. Que consideran además que yo soy un vendido y él un espíritu puro.

Cuanto más vende uno, más vendido.

Yo no digo esto de los fans de Krahe como ninguna queja, sino porque es así. Pero el objetivo final no es tanto ser vendido como vivir de lo que uno hace, y eso ya lo hacíamos en La Mandrágora. Todo lo que me pasó después ni estaba previsto, ni peleé por eso ni nada parecido. Solo ir a América, ¡ya no a cantar, sino ir!, ya me parece un milagro.

Pues en América aún te quieren más que aquí.

Bueno, siempre se han dejado engañar por los conquistadores españoles.

Sin embargo vuelves a América pero no al pasado, a La Mandrágora. ¿Miedo a reconocer que no se volverá a ser tan feliz?

Un poco de eso hay, porque para mí la felicidad fue esa época. Pero no he vuelto por imposibilidades logísticas. Hasta hace quince años nos íbamos después del concierto al pub de la ciudad a tocar, a hacer tonterías y a emborracharnos. Eso llegó un momento en el que se puso imposible porque el coñazo que uno tenía que aguantar era muy superior al placer que daba, e incluso los músicos —que lo siguen haciendo— me prohibieron ir con ellos porque les chafaba la noche. Ahora estoy un poco recluido en mis habitaciones. Menos mal que en los hoteles a los que vamos hay unos buenos minibares.



Decía Dylan que al final, de tanta gente que lo rodeaba, ya no era capaz de verla.

Su caso era muy extremo, pero lo ha llevado mejor que nadie. Yo he estado en su mismo hotel hace dos meses en Buenos Aires y me enteré una semana después: no lo había visto nadie. ¡Si hasta lo detuvieron por estar rondando alrededor de su casa! Tiene mucho arte. Y aunque para sus fans pueda ser un disparate, para él y sus amigos tiene que ser una cosa cojonuda.

Machado decía que se canta lo que se pierde, y yo no sé si tú últimamente pierdes algo.

Joder, si no pierdo. Ahora mismo estoy perdiendo una hora, mañana será un día y pasado dos.

¿Te asusta?

Se pierden incluso las cosas fundamentales, como las ganas de. Yo no soy nostálgico, pero tengo memoria, y el tiempo que se pierde quizá sea el mejor material poético.

Pero cantan mejor los muertos, según tú.

Y también los viejos. Chavela en los últimos años tuvo un reconocimiento público que no había tenido nunca y al final hasta en México ha recibido todo tipo de homenajes. Si consigues pasar de los 60 años al final te viene un tiempito como de Real Academia y cosas así. Pero claro, llega a una edad a la que a uno le importa un carajo.

¿Escuchas la música que se hace en España?

No. Yo no sé leer y escuchar música al mismo tiempo, así que prefiero cien veces leer. Y luego tengo algunos filtros. Me fío de mis hijas, que de pronto me llegan con alguna cosa, y la mayoría de las veces me parece que está bien y que no es nada nuevo. Además la música hoy en día es imposible no oírla, porque vayas donde vayas te obligan por cojones a escucharla, desde los ascensores hasta la consulta del dentista. Así que en mi casa no la pongo, y cuando la pongo es porque estoy muy triste, no me gusta el libro que estoy leyendo y pongo a Cohen, Chavela, Dylan, Louis Armstrong, Brassens y pare usted de contar, porque a Serrat ya lo tengo al lado.

“Siempre has vivido con una mujer”, te dijo Millás. “Pues yo tengo la impresión de haber vivido siempre solo”.

Cualquiera que lea mucho es un solitario, porque la lectura no se puede compartir. Pero ya no me duermo a las ocho de la mañana, sino a las tres o cuatro, para poder estar vivo antes de comer y leer los periódicos.

¿Estás muy al día?

Los periódicos. La televisión apenas.

¿Y no te enfadan los periódicos?

Me enfadan mucho, pero es un hábito que tengo de muy joven. Yo leo siempre El País y El Mundo más los periódicos del lugar en el que esté. Hasta los anuncios. Por cierto, que los anuncios son maravillosos.

A veces dan más información que la portada.

El otro día encontré uno de putas que decía: “A nosotras nunca nos duele la cabeza”.

Ya no queda en Madrid nadie con las llaves de tu casa, como esos soldados japoneses que siguen combatiendo en la II Guerra Mundial.

Cuando la Jime llegó y vio lo que había empezó a expropiarlas. Ahora quizá quede alguno, pero ya son muy íntimos. Es que antes podías salir a las seis de la mañana y encontrarte a una pareja que no conocías de nada. Era muy divertido pero imposible de mantener.

Pegaste en tu vida cuernos tremendos. Algunos, como el de la novia que te encuentra en la cama con su amiga y os lleva el desayuno, hasta tiernísimos.

Tuvo tiempo de pensárselo y al final dijo: “¿Para qué montar otra guerra civil?”

¿Dónde se encuentran esas mujeres?

Pues a ésta me encantaría saber dónde está ahora porque es la única de mis ex a la que le tengo totalmente perdida la pista. Con ella me casé, se llama Lucía; se metió en asuntos de drogas y está desaparecida. No sé si viva o muerta, y siempre le digo a su familia que si saben algo, que me avisen.

¿A ti te han corneado mucho?

Mucho no diría, pero gravemente. Con amigos míos y eso, unas cosas muy feas.

Tenías que haber hecho como el Don Juan de Torrente, que se puso los cuernos a sí mismo con su esposa, que no lo reconocía.

Estaba indignado Torrente porque su Don Juan, que consideraba su mejor libro, no había tenido nunca el éxito que merecía.

Nunca te has visto en ésa.

Mis infidelidades eran más castizas. A mí me gustaba la noche y ellas generalmente tendían más a sujetar, estar en casa y hacer el nido. Yo huyo de los nidos como de la peste. Así que no eran infidelidades en sí, sino que realmente eran cuernos con la vida que llevaba, más que otra cosa.

¿Les has cantado tanto que al final has llegado a entenderlas?

No. No es que sean incomprensibles, es que somos dos especies muy distintas. Ellas tampoco nos entienden a nosotros. No tienen ni puta idea, vamos.

Es curioso, porque uno repite la misma discusión con diez novias distintas. Como si la relación entre el hombre y la mujer consistiese en una larga discusión a la que ir poniendo caras.

Pero a mí me gusta así. Recuerdo un día que estaba con uno de estos sociólogos muy coñazo, tertuliano, que hacía una defensa tremenda entre la igualdad de los hombres y las mujeres y yo decía que no. Cuando nos íbamos a despedir había cuatro o cinco chicas a las que plantó dos besos. Hombre, ¿no éramos todos iguales?

En sus diarios, Iñaki Uriarte dice que todo esto del feminismo habría que ponerlo en cuestión mientras sigan existiendo las joyerías.

¡Diamonds forever!

La paternidad, por cierto.

Pues a lo mejor se enfadan los biempensantes, pero yo la paternidad no la he notado demasiado. Primero he tenido suerte de que la madre lo ha hecho muy bien y que además entre los dos no ha habido peleas. También en que las niñas, más por casualidad que por educación, porque esas son cosas son una lotería, han sido medianamente razonables, más o menos listas, más o menos comprensivas; ya tienen una 21 y la otra 22. Nos llevamos bien, no nos vemos demasiado, pero es una relación muy cordial y muy cariñosa. Así que cruzo los dedos porque conozco padres que han tenido unos problemas terribles. Pero no soy un padre vocacional.

Los pañales y estas cosas, no.

No, no. Es que no.



¿Se disfruta mejor la vida después de un ictus?

Qué va. Lo que me ha hecho el ictus es frenarme y meterme una brizna de cordura para vivir unos años más, pero no es mejor la vida sedentaria que la vida nocherniega y tabernaria que yo llevaba, que era mucho más divertida.

Suele haber contrición, reconocimiento de culpa y caída del caballo que a veces hasta desemboca en los platós como converso agitador de conciencias.

Mira, era fantástico. A mí a veces me vienen las madres con hijos con problemas de drogas para que les hable a ellos, y yo les digo que soy el menos indicado. Primero: me lo pasé estupendamente. Segundo: me quité de la noche a la mañana sin ir a sanatorios ni curas de desintoxicación. Tercero: no tengo mono. Así que soy un malísimo ejemplo para el hijo de nadie.

Tampoco eras un yonqui ejemplar.

Ahora leo las biografías de mis queridos rockeros y era un disparate lo que tomaban. Yo me ponía mis rayitas. Sobre todo para no acostarme tan rápido. No me dormía, y ahora cuando me pongo a escribir una canción no aguanto más de una hora. Entonces podía estar tres días y tres noches y era maravillosa la concentración que tenía.

El último fue 19 días y 500 noches.

Que compuse sin dormir y con coca y whisky todo el tiempo. Daría cualquier cosa por verme en esa situación otra vez. No lo hago porque soy un cagón y no me quiero morir.

Es jodido.

Sí, pero arrepentirte, ¿de qué, hombre?

Todo lo bueno tiene un peaje, hasta el sexo, sobre todo fuera de la pareja.

¿Sabes lo que pasa con el sexo? Que con los años deja de importar tanto y se convierte más en un motivo literario. A mí me encanta estar rodeado de chicas, pero el ponerse en el trance de follar es agotador. Y de eso sí se alegra uno: ¡qué bien no estar todo el día persiguiéndolas!

Imagínate Nacho Vidal.

Para nada, vamos. Hombre, que te paguen por eso tiene que estar bien, pero nada más.

¿Volviste a tener noticias de la princesa Letizia?

No. Cuando murió la hermana le envié un pésame y contestó muy civilizadamente. Pero creo que lo del chiste que me contó y yo luego conté en público le sentó fatal. ¡Ya no soy bien visto en palacio!

Perdiste la oportunidad de salir a cazar elefantes.

No creo que me inviten, no.

Te voy a soltar unos nombres y a ver qué haces con ellos.

Dale.

Mariano Rajoy.

Todos sabemos que nos van a defraudar los presidentes y más los del PP, porque eso está en el guión. ¿Pero tanto? Ese modo de estar ausente. Con él me acuerdo mucho de los versos de Cohen: “Todo el mundo sabe que el barco se está hundiendo / todo el mundo sabe que el capitán mintió”. Y luego la traición al programa electoral, que es una traición radical incluso para ser Rajoy y para ser el PP. Decía: “Yo soy un hombre previsible”. ¡Hostia!

No sé qué te pasa con el PP, si las señoras del barrio de Salamanca te llaman guapo.

Y también me insultan, ¿eh? Pero sí hay gente que está en contra de tus ideas a la que gusta lo que haces, o al menos le gusta decirte que le gusta lo que haces. Pero he ido con mis hijas a comer al barrio de Salamanca, porque me gusta comer en los mejores restaurantes y casi todos están en el barrio de Salamanca, y han pasado señoras diciendo: “¡Qué asco el Sabina con esas chicas tan jóvenes!” “¡Señora, que son mis hijas!”

Hay una cierta querencia a no separar al artista de su ideología, que le enmienda la totalidad, como si para escuchar Contigo no se pudiera ser de derechas.

España ha sido siempre un país muy sectario. Incluso uno elige a sus amigos entre los de su cuerda. Desde luego no es mi caso, pero sí el de la mayoría de mis amigos, lo cual me hace sufrir. Hay escritores de los que no se puede hablar depende de delante de quién. A mí me gusta entrar en sitios donde se supondría que no estoy invitado, o comer y querer a gente a la que supondría que no puedo querer. Pero sí veo a mi alrededor un sectarismo tremendo.

¿Tienes amigos del PP?

La mayoría son rojos, pero tengo algun buen amigo del PP, como por ejemplo Sánchez Dragó, que no es muy presentable a mis otros amigos. O Boadella. Y son amigos muy queridos. Pero vamos, como me gustan los toros también tengo problemas con eso.

La heterodoxia despista.

Es que parece que tienes que ser de una manera desde que naces. Mira, nos contratan para actuar en Israel. Lo pensamos y digo: “Me gustaría ir allí a verlo”. Vamos y nos ponen a parir. Damos todo el dinero que ganamos a una asociación propalestina, pero eso nadie lo dice. Además, ¿por qué no puedo ir a Israel? Si yo recuerdo que en el franquismo venía Moustaki o Joan Baez y nos poníamos contentísimos. Pero yo no podía ir a Tel Aviv. Fui. Y los mayores propalestinos que me encontré en la vida están en la izquierda judía de Tel Aviv.

Habría que pensar que nuestras ideas no son mejores que las de otros, aunque estén enfrente.

Lo colectivo, que suele ser bueno en casi todo, en asuntos del pensamiento es muy malo. Hay que pensar por uno mismo y no estar pidiéndole el carné de identidad a la gente. Los sentimientos priman por encima de muchas cosas. No se puede decir que matarías a nadie por una causa, que es terrible. Huyo del sectarismo como de la peste. Con problemas, porque no está bien visto a mi alrededor, pero huyo.

José Mourinho.

Puestos a negar los sectarismos me gustaría poder decirte que me gusta. Pero no. Me huele mal. No me gusta lo que dice ni cómo lo dice, ni tampoco cómo piensa. A mí de ésos el que me gusta es Aragonés, que tampoco es muy defendible.

Porque no le cabe en el culo el pelo de una gamba.

Me encanta. Y aunque soy amigo de Guardiola, lo veo como demasiado perfecto, y no. Soy más de las gambas por el culo.

Juan Carlos I, tu rey.

Cuenta unos chistes muy graciosos. Es lo único que sabe hacer. A mí me parece que tener un rey y defenderlo como se le defiende en los medios nos disminuye como ciudadanos. Es un arcaísmo indefendible. Lo cual no ha impedido que los príncipes vinieran a comer a mi casa. No los traté como a príncipes ni quité mis banderas republicanas de ningún sitio.

Gaspar Llamazares.

Es un tipo decente. No el más listo de su clase, pero seguramente el más noble.

Luis Eduardo Aute.

Un maestro. Quizá es el tío más artista que conozco. Desde que se despierta hasta que se acuesta solo piensa en hacer un cuadro, una película o una canción. En el proceso de creación no se toma vacaciones jamás.

Carlos Boyero.

Ese ha sido un tronco. De los que tenía llave de mi casa. Y yo de mis troncos siempre hablo bien y nunca cuento las intimidades. Es mi guía de cine; voy a las películas que él dice, y las que le revientan, me revientan a mí también.

No sé si tiene llaves de tu casa Javier Sardá.

No, hombre. No es amigo mío ni lo será nunca. Me parece un sepulcro blanqueado que quiere estar en todos los sitios al mismo tiempo. ¿Millonario y rojo? ¿Intelectual y amigo de Belén Esteban? No.

Arturo Pérez Reverte.

Un gran tipo. No lo conozco personalmente. Me gustan sus Alatristes y también sus exabruptos y esas opiniones suyas dirigidas a mandar a tomar por el culo a casi todo el mundo.

Hasta para eso hay que tener estilo.

Me gusta él. Incluso me gusta él más que sus novelas.

Se manda a tomar por el culo cuando se tiene libertad.

No es tan fácil ser libre siendo académico de la Lengua.

A la Academia también la ha mandado a tomar por culo. Dice que va a acentuar “sólo” hasta el día que se muera. Pero esa libertad es una libertad privilegiada que supongo también la tienes tú, porque la da el público. A los dos os sostiene la calle, que consume lo que hacéis.

Tienes libertad para decir lo que te da la gana, y aunque pierdes de la otra, como la que te decía de salir después del concierto, compensa. Yo me río en la cara de quienes piensan que estoy subvencionado, cuando ni siquiera he puesto un cartelito de Coca Cola en mi concierto perdiendo bastante dinero, y tengo la satisfacción de saber que soy libre sin ayuda de subvenciones, sino por el ciudadano que se compra la entrada.

Eso que has dicho antes de millonario y rojo. ¿Tú no mantienes tus principios?

Si tienes principios no es difícil. Si no te mantienes fiel, es que no tenías principios. Krahe dice: “No hay que no querer venderse, hay que no saber”. Y a mí me encantaría que viniera alguien a ofrecerme una cosa muy vil y muy inmoral por muchísimo dinero, pero nadie ha venido nunca.



San Juan de la Cruz.

Tal vez esté entre los dos o tres poetas en español elevados. No tanto por la pasión religiosa como por la belleza de la lengua que usa. Los guías turísticos de Úbeda hacen una cosa muy graciosa. Dicen: aquí tenemos el Parador Nacional, el Ayuntamiento y la suerte de que haya venido a morir San Juan de la Cruz.

¿Se iría por ahí de expropiaciones con Sánchez Gordillo?

Lo pienso todos los días. Por pudor no lo llamo y le digo: “Si necesitáis algo, lo que sea”. Es lo que me sale de dentro y además conozco a Sánchez Gordillo y he tocado en Marinaleda, que es un pueblo en el que se vive esa utopía comunista tan pasada de moda, pero donde todo el mundo tiene su casa y su trabajo. Yo me pregunto: “¿Esto no se puede hacer en más sitios?” Y lo han hecho con no violencia activa.

No te veo con esos eufemismos. ¿No violencia activa?

Digo lo que han hecho ellos. En un montón de cosas son ejemplares. ¿Tú has estado en Marinaleda?

No, qué va.

Pues te lo recomiendo. No hay policía.

Por eso mismo el modelo no es exportable.

¡Y es un pueblo limpio, con todas las casas preciosas!

¿No es peligroso justificar un delito alegando otro mayor, como se hace con Gordillo?

¿Pero qué delito? Si entraron en el supermecado con sus carritos, y cuando se fueron sin pagar se puso nerviosa una cajera. ¡Por favor!

Al menos votará a Mario Conde.

¡Buah! No se me ocurre otra cosa. En este país los concejales y alcaldes corruptos renovaron sus votos en las últimas elecciones. El corrupto es un ejemplo como lo era Pablo Escobar en Medellín, que lo sigue siendo. Oír a Mario Conde en Intereconomía me produce arcadas, pero ojo, pagó con cárcel. Y eso en cierta manera lo redime: oigan, yo pagué. A ver si éstos de ahora pagan. A ver si Rato paga.

¿Te da miedo la crisis?

Yo era de los que pensaban que la vida es una y luego el apocalipsis, y que cada cual se arregle. Pero cuando tienes hijos piensas un poquito en esa sucesión de generaciones. La que viene ahora es la primera en muchísimo tiempo, desde la posguerra, que tiene menos expectativas que sus padres. Ahora tengo que pensar como un viejo avaro mirando de comprarle un pisito a cada una, que son cosas que me dan una alergia tremenda. Porque a mí lo que me gustaría es que se fueran de casa con veinte años a vivir la vida, a viajar y a conocer mundo, pero eso quién lo hace ahora.

Tiempos modernos.

Es muy difícil perder de vista que después de crack del 29 vinieron Hitler y Mussolini, la Segunda Guerra Mundial. Ahora se están viendo cosas un poco parecidas y alarmantes. La xenofobia, los partidos de ultraderecha. La debacle absoluta de la imagen del político.

Tú acabas de defender que un diputado vaya a robarle a un empresario.

Es que yo estoy inmerso en lo que está pasando. No soy un alma pura que ve desde fuera. Me parece bien lo del carrito y muchas veces desbarro de los políticos sean quienes sean. Vivo en mi tiempo y no estoy libre de culpa ni de pecado. De lo que sí estoy libre es cuando nos dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Mire usted: nunca he tenido una hipoteca y nunca he debido nada a nadie porque llevo el dinero en el calcetín. No he vivido por encima de mis posibilidades. He vivido por debajo de mis posibilidades porque mi dinero ha servido para que vivan bastante mejor todos mis amigos, carajo.

Hay un poeta aquí en Vigo, Carlos Oroza.

Por favor. Carlos Oroza era el rey del Gijón. Y era muy buen poeta. Hace muchos años que no sé nada de él.

Cita a Walt Whitman: “Me contradigo porque contengo multitudes”.

Parece de Vallejo. Es muy buen verso. Fíjate cómo son los tiempos que nos vamos a comer Serrat y yo con un loco viejo amigo nuestro que ahora es presidente de la SGAE, Antón Reixa.

Pero Reixa aunque llegue a ministro siempre será el líder de Os Resentidos.

Me hizo el vídeo de Una de romanos. Lo pasamos muy bien. Yo me voy a reír, porque no me lo imagino hablando como presidente de la Sociedad de Autores.

Pues tú eres muy amigo de Teddy Bautista.

Sí. Y creo que diez años antes de que pasara lo que pasó yo hablaba de que no me gustaba el faraonismo en el que estaba entrando la SGAE, y que no tenía por qué comprar palacios ni torres sino repartir el dinero porque muchos autores viven muy estrechamente. Y esto en alguna ocasión lo discutí con Teddy.

Esta transición de modelo de negocio se va a dejar por el camino a un par de generaciones.

De músicos ya se ha llevado. ¿Tú ves este diente roto que tengo? Es de darme cantazos por la mañana cuando me levanto, porque por la noche cuando tocamos nos encontramos los recintos llenos y me parece un milagro. Mis músicos tuvieron hace poco una comida de hermandad del sector, con músicos de toda España, y aquello fue el llanto y el crujir de dientes. Nadie tenía trabajo, a algunos les iban a quitar la casa. Lo que ha pasado con mi profesión es una falla tectónica que nos ha cogido en pleno.

Y jóvenes de talento que van a tener que ejercer de notarios, con suerte.

De la gente joven con talento digo que me señales quién y yo le escucho. Y a mis hijas les digo lo mismo. Cuando nosotros empezamos era un horror. Es que no había ni sitios donde tocar. ¿Dónde tocaba yo? En los restaurantes mientras la gente comía, o en el metro o en una esquina de Portobello Road. Y ahora tienen Internet, ojo. Que yo no sé nada de Internet ni me acerco a él, pero reconozco que es un manera de grabar tus cosas en casa, colgarlas y poder tener 80.000 visitas. Un modo impresionante de tener público inmediato.

Internet también ha suprimido las élites. O las ha atenuado.

El hecho de que tenga el mismo valor la opinión de un imbécil, que son los que más tiempo pasan en Internet, que la de Savater, pues no. Decía Borges que la democracia es un exceso de la estadística. No estoy de acuerdo, pero con Internet, sí. ¿Que valga igual la opinión de un imbécil que no da la cara y no firma, que la de un sabio? Sé que me pierdo algo muy importante con Internet, pero prefiero dejar el tiempo con un libro que estar leyendo lo que opinan 500 personas del concierto que di ayer en Vigo.

El ordenador ni con un palo.

Yo no tengo teléfono fijo.

¿Cómo te comunicas?

Aprovecho las entrevistas para que mis amigos sepan de mí.

Como un gran anuncio de contactos.

Sí, pero ahora es a mí al que le duele la cabeza.



Fotografía: Manuel Fernández-Valdés

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sábado, 1 de septiembre de 2012

La vida cultural

"La vida cultural es de una bajeza..."

Arturo Pérez-Reverte

BLANCA BERASÁTEGUI | Publicado el 19/03/2000 | Ver el número en PDF

Cuando Arturo Pérez-Reverte publica novela, ya se sabe: entusiasmo general en la grada, reticencia en algún que otro árbitro y gol imparable en la escuadra de los libros más vendidos. Ya lo verán. Esta vez además Pérez- Reverte ha jugado un buen partido. La carta esférica es una novela intensa, una novela con historia, misterio, amor y literatura. Tiene mayor tonelaje y más memoria que sus obras anteriores y es, en definitiva, “la novela que quería escribir desde hace tiempo”. Así resume Pérez-Reverte los tres años de travesía de esta Carta esférica que dentro de unos días inundará las librerías españolas. Mientras llega, el escritor ha querido que los lectores de EL CULTURAL hagan la primera cala. ¿Es necesario, después de una docena de libros de éxito, decir que Pérez-Reverte es el novelista español que más libros vende? ¿Que es un escritor solitario?, ¿que fue periodista y ya no lo es?, ¿que arrea a babor y estribor, que fondea donde casi ningún intelectual se atreve, que navega tímidamente por la vida, que es libre, implacable...?


Por todas las páginas de La carta esférica se cuela agua salada y pasión marinera. El escritor es marino, y se le nota. Ha crecido familiarizado con las jergas y las gentes del mar, navega la mitad del año, se pierde por las cartografías mediterráneas desde mucho tiempo atrás, y lee, y lee, solitario y arrogante, las mejores historias sobre el mar de los últimos dos mil años. Así que ha soltado amarras, ha volcado su biblioteca, ha recorrido en año y medio todas las calas y ha escrito durante quince meses para lograr La carta esférica.

Cuenta Pérez-Reverte que esta vez, además de los ingredientes de misterio, acción y todas esas cosas que le divierte verter en sus novelas, quería que por sus páginas desfilara toda la literatura sobre el mar que ha leído desde pequeño, desde la Odisea hasta lo último de O’Brien, pasando por London, Stevenson, Conrad o Melville, con guiños continuos, alusiones directas y homenajes a todos sus mitos. “Ha sido un desafío”, dice. “Ha sido meter toda mi biblioteca del mar en una novela, pero, al mismo tiempo, enseguida me di cuenta de que ésta me exigía más. Por ejemplo, me exigía una relación más intensa entre el hombre y la mujer, entre Coy y Tánger, los protagonistas. Debía achicar la acción y agrandar la intensidad. Me interesaba sobre todo ella, porque es una novela sobre la mujer”.

Mar, vida, mujer y aventuras

Lo explica el escritor a toda máquina, con palabra vertiginosa y esas manos curtidas y desconfiadas: “Es la historia de un marino que está a salvo en el mar porque es donde se encuentra a gusto y dispone de cartas naúticas por las que navegar, que se ve arrojado a tierra, frente a una mujer de la cual no tiene referencia ni carta de navegación por la que guiarse y transitar. Es decir, navega a ciegas, y ésa es la aventura”.

Mar, vida, mujer, aventura. Entre esos cuatro puntos se mueve la novela. Es también La carta esférica una incesante historia de amor, la de ese veterano marino, Coy, y una mujer joven, inteligente, pecosa y no tan fría llamada Tánger. Para Coy, como para Reverte, la tierra cuanto más lejos mejor. Reverte, como Coy, intenta poner a raya un mundo que no le gusta y ambos tienen de la condición humana el peor de los conceptos.

“Esa idea, sí, se la he prestado a Coy, el mar es nuestra solución, nuestro refugio. El mar es limpio.Yo en la tierra me siento incómodo, desde hace mucho tiempo además. Por eso, tal vez, soy, como Coy, un solitario”.

-¿Y por eso está permanentemente a la defensiva?
-Sí, yo siempre estoy a la defensiva, no sólo literariamente, también humanamente. ¿Por qué? Pues porque no me gustan muchas de las cosas que veo a mi alrededor, y como no me gustan intento limitar los daños al mínimo y para ello tienes que poner una serie de barreras con lo que la mayor parte del mundo se quede fuera. Mira.... yo soy marino... y el mar es como la vida. Es muy peligroso, muy hijo de puta. Eso de que es bonito y apacible es mentira. En el mar aprendes a blasfemar, no a rezar. Y te está siempre esperando para darte el zarpazo. Por eso en el mar hay que estar despierto. Me gusta el mar porque es como la vida. Tienes que estar siempre a la defensiva, alerta, aquella nube, aquella racha... y luchar por tu existencia, rizar la vela antes de que venga el viento...

-Demasiado agotador, ¿no?
-No, es magnífico. Porque es vivir consciente de que estás vivo. Es ser plenamente consciente de que depende de tu talento, tu valor, tu conocimiento técnico, geográfico, astronómico... el que vivas o que no vivas. Y eso es muy hermoso y está muy bien. Y la vida es eso, pero en vulgar, en sucio, en guarro. En el mar estás tú solo, nadie te ayuda ni te molesta, no puedes decir paren que me bajo, vas hasta el final, con lo bueno y con lo malo. Dependes de ti mismo. Y la ignorancia, la estupidez, la mala fe, la ambición, lo que en la vida en tierra firme te perturba, te invade, te distrae y te amarga la vida, en el mar no se da. En el mar eres tú y la vida, nada más, y no hay ningún hijo de puta que venga a tocarte las narices. Por eso me gusta el mar, ¿comprendes?

“Yo sé que tengo fama de duro y agresivo y no lo soy”, remata quedamente el escritor. “Con la gente soy amabilísimo, ahora bien, cuando me viene un García Martín o un García Posada, entonces sí, saco la navaja, peleo y acuchillo a muerte. Todo el que ha entrado a por mí me ha encontrado”.

Cada vez menos esquivos

-Parte de la crítica literaria, por cierto, y ya que la menta, le sigue siendo esquiva...
-Hay de todo. Cada vez son menos los esquivos. Ahora bien, te digo una cosa: me preocupa más lo que diga el crítico del “New York Times” o de “Le Monde”, a los que les gustan mis novelas, que los de hache o zeta. Los publicitarios sí, se quejan de que les resulta muy difícil encontrar frases elogiosas para poner en las fajas de mis libros de críticos españoles, por eso aparecen los de América y Europa.

-¿Ha sido dura la negociación con Alfaguara?
(Largo silencio y mirada cómplice. El escritor, que es un crack, ha venido publicando sus libros con esta editorial, pero esta vez se lo pensó dos, y diez, veces)
-Ha sido complicada. Pero la ha llevado mi agente, no yo. Yo no negocio. Pero está claro que la ventaja de vender muchos ejemplares es que los editores te tratan con respeto, que se toman en serio tus libros, que te consultan todo, el trato es de igual a igual y muy profesional. Y mis condiciones se cumplen, si no, no publico.

-¿Entre sus condiciones está el no publicar las cifras de venta?
-Sí. Mira, en España todo el mundo miente cuando habla de cifras, mienten por arriba, claro, y a mí me da mucha vergöenza que piensen que yo también miento y faroleo.
Por eso prohibí por contrato que las hicieran publicas. Exclusivamente por eso.

Parecidas razones aduce para no asistir a las Ferias de libros. Hace años que no asiste a la de Madrid, odia hacerlo. “Yo creo, dice, que el escritor de verdad sólo debe ser conocido a través de sus libros. Los de mentira, claro, necesitan hacer vida pública para que los conozcan, pero eso es otra cosa. Lo que no les perdono a los organizadores de la Feria es que la hayan convertido en una competición. Yo no voy a competir con compañeros, con amigos. Es un insulto a los escritores, una vergöenza. El día que empezaron a hacerse públicas las listas, ese día se reventó el espíritu de la Feria, y mientras siga así, yo no vuelvo”.

Volvamos entonces a La carta esférica, una novela clarísimamente cinematográfica. Muchas de sus novelas están siendo llevadas al cine con éxito y complacencia por su parte. Esta teniendo suerte, me parece, con los productores y directores que filman sus historias. ¿Ha pensado en alguien para La carta esférica?
-No, en absoluto. Lo que ocurre es que es muy visual, como todas mis novelas. Pero es que yo una novela necesito visualizarla para escribirla. Yo necesito ver lo que ellos ven, comer lo que ellos comen, tomarme sus copas, pasearme por los sitios. Esta novela me la he navegado entera, con el velero, con cartas antiguas, he visto ese color de la luz por la mañana, las estrellas en las noches de vigilia... eso tiene que notarse de alguna manera, tiene que verse... Nada es casual

Pérez-Reverte es un lector voraz pero no indiscriminado. Le gusta Juan Manuel de Prada, le gusta Mateo Díez, admira a Vila-Matas, y es generoso con los noveles y desconocidos. De Vila-Matas acaba de leer su Bartleby y compañía, que le ha llenado de regocijo. Le parece uno de los escritores más interesantes de nuestro panorama literario, y ahora más, porque en su última novela da una coartada estupenda a todos esos escritores que no escriben: “Tengo el síndrome Batleby, ¿sabe usted?, y esto de escribir historias, eso de planteamiento, nudo y desenlace, no, hombre, no. Es la literatura del no. Yo no. La mía es del sí. Yo sí quiero contar historias y las cuento de la mejor manera que sé y puedo. Otra cosa te digo: eso de la agonía narrativa, la angustia del folio en blanco, tampoco. Si sufriera, no escribiría. Yo escribo porque disfruto, y el día que no disfrute, dejaré de escribir. Es más, yo sé que pronto voy a dejar de escribir. Lo que no has echado a la mochila en 48 años, difícilmente lo echarás ya. Lo que es patético es no tener nada que decir y seguir escribiendo a los 70. Claro que más patético resulta que te pase, como a muchos, a los treinta y seguir insistiendo.

-O sea, que la novela tradicional no está en decadencia, como tantos dicen, no ha sido sustituida ya por el cine, ni desplazada por esos géneros híbridos y amorfos que se agolpan hoy en las editoriales.
-La novela decimonónica está anticuada, en efecto. La cuestión es que, ahora, para contar una historia tenemos que utilizar los mecanismos, las herramientas y las técnicas actuales, es decir, la tv, el cine, el lenguaje de los grandes bestsellers anglosajones. En una palabra, hay que utilizar las armas de tu enemigo, las mismas perversiones que tiene ya el espectador y reconducirlas hacia donde tú quieres para contar esa historia.. O sea, que la novela no está acabada, están acabadas ciertas formas de contar una historia. Para ello, es necesario no tener complejos y conocer muy bien esta literatura decimonónica.

-Por qué dice que la vida cultural es hoy tan pobre?
Es de una bajeza... Lo digo porque hoy o una cosa es de diseño, o no funciona. Se confunde cultura con diseño y te encuentras en las páginas de cultura el desfile tal, el concierto de rock de tal... que está muy bien, pero que no es cultura, es sociedad. Cultura es otra cosa: es memoria, es conocimiento, es dar a la gente herramientas para que se defienda, para que tenga base, solidez y respuestas en la vida. Son tres mil años de literatura, de pintura, de historia, es el Mediterráneo, Europa.... Y en cuanto a eso de que la mejor literatura se escribe en los periódicos, es mentira. La literatura se escribe en los libros. En el periódico se escriben columnas, reportajes, a veces excelentes, otras no tanto, pero la literatura de verdad está siempre en los libros. Sí, ahí está Umbral, que pese a mis reservas personales, me parece un magnífico escritor... Yo le voté en el premio Cervantes... Mi candidato era Marsé y cuando Marsé se cayó, quedaron Umbral y Edwards y, claro, para mí no había elección: voté por Umbral, que no hay color.

La cultura secuestrada

Imparable. Arturo Pérez-Reverte sigue galopando sobre su mirada tierna y su palabra insolente y veloz. “En España -continúa - hay un problema cultural que se basa en lo siguiente: aquí hay un número de personas que tiene secuestrados los mecanismos culturales de este país, que vive de subvenciones de bancos, de organismos, de fundaciones, de todo... Y ésa es la cultura oficial. Eso tiene poco que ver con la cultura. La cultura, ya te lo he dicho, es memoria, ¿Que quiénes son? Ponles tú nombres y apellidos. Aquí se montan feudos, provinciales, estatales... y eso crea un clientelismo gravísimo. Están los de ellos y los que no son de ellos. Hay gente que no ha hecho en su vida nada, que no ha escrito un libro, no ha hecho una película, una obra de teatro, gente que está ahí, que ni siquiera son profesores y que están viviendo por el morro, de subvenciones, manejando la cultura y quedándose con todo. Y a los organismos del poder les conviene mucho tener estos sicarios... El toma y daca”.

“Y acabo: ¿sabes por qué tengo tiempo para escribir novelas? Porque no me paso la vida dando conferencias ni hablando del futuro de la literatura en mesas redondas. Eso me deja mucho tiempo libre”.

domingo, 12 de agosto de 2012

Tragedia de Munich

Entrevista. Embajador de Israel en Gran Bretaña: “Todavía debemos aprender de las lecciones del terrorismo”
AJN.- En diálogo con la Agencia Judía de Noticias, Daniel Taub destacó: “Debemos recordar para luchar contra el terror y para que el objetivo de los Juegos Olímpicos se cumpla”. El martes pasado se llevó a cabo una ceremonia en Londres en memoria de las víctimas del atentado de Munich, luego de que el COI se negara a hacer un minuto de silencio durante la ceremonia de apertura de la competición.




Luego del evento de recordación de las víctimas del atentado de los Juegos Olímpicos de 1972, en el que once atletas israelíes fueron asesinados, el embajador de Israel en Gran Bretaña, Daniel Taub, expresó, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias: “Desafortunadamente, todavía debemos aprender de las lecciones del terrorismo y de la masacre de Munich hoy en día. No podemos olvidarlo. Debemos recordar para luchar contra el terror y para que el objetivo de los JJOO se cumpla”.

El martes pasado la Embajada de Israel de Gran Bretaña, la comunidad judía de ese país y el gobierno inglés llevaron a cabo una ceremonia en el famoso Hall Guiad de Londres en memoria de los deportistas olímpicos asesinados por el grupo Septiembre Negro en las Olimpíadas de Munich hace 40 años. El acto se hizo luego de que el Comité Olímpico Internacional se negara a efectuar un minuto de silencio durante la ceremonia de apertura de las Olimpíadas Londres 2012, a pesar de los reclamos.

Estamos muy decepcionados de que no se encontrase una manera apropiada de recordar a las víctimas de Munich. Fue un evento importante el que hicimos porque eran atletas israelíes, pero también eran atletas olímpicos. Entonces sentimos que deberían ser recordados en el marco de las Olimpiadas ya que este fue el momento más oscuro de los Juegos Olímpicos”, expresó el embajador Taub.

El funcionario israelí también aseguró que, a pesar de que los israelíes disfrutan mucho de las Olimpiadas, es muy difícil para ellos mirarlos sin recordar la tragedia de Munich. “Ellos fueron asesinados solo por ser israelíes. Entonces juntarnos para reconocerlos fue muy importante, particularmente para las familias de las víctimas”, agregó.

Consultado sobre la influencia iraní en el terrorismo internacional, el embajador dijo que “no hay duda de que hay varios ataques apoyados por Irán y su aliado Hezbollah contra objetivos israelíes” y recordó los recientes atentados de la India, Georgia, Tailandia y Bulgaria.

“La explosión al micro de turistas israelíes en Burgas ocurrió el mismo día, 18 días después, del ataque a la AMIA en Buenos Aires en el que murieron 85 personas en 1994. Entonces tenemos una larga historia del apoyo iraní al terrorismo. El mundo libre y democrático debe trabajar en conjunto para enfrentarlo”, destacó.

Sin embargo, mostró un poco de optimismo y expresó que muchas regiones están trabajando para construir un mundo mejor. “A pesar de que hay fuerzas que intentan incentivar el prejuicio y retrotraer a sus pueblos a un estado primitivo, nuestro objetivo debe ser pensar en un futuro mejor para nuestros hijos. Debemos trabajar juntos para apagar las voces de extremismo y antisemitismo”, aseguró.

Taub también se refirió al antisemitismo en Gran Bretaña y dijo que hay ciertos incidentes que son “preocupantes”. Esta semana la policía británica arrestó a una pareja en Manchester que estaba preparando una serie de ataques contra judíos e israelíes. “Necesitamos estar atentos y trabajar con las autoridades británicas para asegurarnos de que estas amenazas sean eliminadas”, dijo.

También enfatizó el apoyo que Inglaterra tiene en Israel y aseguró que existe una muy buena cooperación en los campos de seguridad, ciencias, medicina, cultura y otros. “Esto es lo que debemos intentar incentivar”, dijo.



JC

domingo, 5 de agosto de 2012

Carlos Mugica -

Entrevista a Carlos Mugica


Fuente: Revista 7 Días, Junio de 1972.

Un cura se confiesa
Fue muchas veces señalado como un sacerdote subversivo. Sin embargo, Carlos Mugica (el polémico capellán porteño) cree respetar los mandatos de Cristo y descerraja sus iras contra "las jerarquías clericales comprometidas con el dinero, el privilegio y el desorden establecido en todo el país".


Es una ráfaga implacable, un martilleo de palabras, la lúcida coherencia que se transmite eléctricamente al gesto en esa permanente y reconcentrada actitud del que amenaza con violentar todos los esquemas -un dogma, una religión, una filosofía- pero repentinamente cede y adopta posiciones expectantes. Rubio, de ojos azules, pulóver de cuello alto y pantalones negros, no parece un sacerdote; sólo los libros que trepan por las paredes de su departamento de un ambiente, en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, denuncian la presencia de un miembro de la Iglesia Católica.

Es que Carlos Mugica (39, profesor de teología en las facultades de Economía, Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad del Salvador y capellán de la parroquia San Francisco Solano, en Villa Luro), a diferencia de la nueva corriente de sacerdotes católicos, prefiere ignorar ese halo paternalista, el status privilegiado que la sociedad se empecina en otorgarle, para dar de sí -espontáneamente, sin premeditación- la imagen de lo que cree ser: simplemente un hombre común, con toda la riqueza y las limitaciones de los seres humanos; a lo sumo, siente quizá con más profundidad que sus "hermanos" -palabra habitual en su vocabulario- una problemática responsabilidad, ser también mensajero de sus conflictos.

Pero esa humildad -que se refleja inflexivamente en su manera de vivir- no le posibilitó soslayar una creciente popularidad alrededor de su figura. Lo publicaron así sus declaraciones por radio y televisión ("El socialismo -espetó en una de las emisiones del programa Tiempo Nuevo, dirigido por Bernardo Neustadt, en Canal 11- es el régimen que menos contraría la moral cristiana"); lo sacaron del anonimato pronunciamientos tales como el que barbotó cuando Arturo Illia fue elegido presidente de la Nación: "Hoy es un día triste para el país -dijo Mugica el 12 de octubre de 1963-, una parte importante del pueblo argentino ha sido marginado de los comicios y será dirigido por un hombre a quien sólo votó el 18 por ciento de los electores".

El fogoso sacerdote reconoce que fue arduo el camino recorrido para que pudiera recalar, finalmente, en esas posiciones, "no extremas -defiende- sino coherentes con la actual actitud de un grupo relevante de obispos de la Iglesia Católica".

Sin embargo, cuando usted eligió ser sacerdote no enarbolaba las mismas banderas.
En efecto. Ingresé al seminario hace 18 años, en 1951, y vivía en esa época, el catolicismo individualista, fiel al slogan "salva tu alma".

¿Qué significaba para usted ser sacerdote?
Salvar mi alma, es decir: ir al Cielo, buscar la felicidad, esa que está en Dios. Evidentemente era bastante egoísta mi actitud, aunque también entonces cambió radicalmente mi vida, porque fue cuando descubrí la alegría de vivir en Dios.

¿Quién es, qué es Dios?
Definitivamente, Dios no es una idea sino alguien. Dios es una persona que se entregó totalmente a mí y se dejó matar por mí. Para mí Cristo es mi Señor, mi amigo, mi maestro, mi modelo de vida. Su entrega tiene un valor especialísimo: Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere, ése, verdaderamente se une a Cristo.

¿Quién consolidó en usted el cambio de actitud que se atribuye?
Un sacerdote francés, el abate Pierre, de quien todavía recuerdo una frase decisiva: "Antes de hablarle de Dios a una persona que no tiene techo es mejor conseguirle un techo".

Es decir que conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios. No nos olvidemos que Cristo curaba a los enfermos, les daba de comer a los que tenían hambre y de beber a los que tenían sed. Y no lo hacía para que después escucharan el sermón sino porque esa es su manera de amar: agarrando al hombre por entero. Antes de ingresar en el seminario yo tenía una visión maniquea de la existencia. El alma era buena y el cuerpo malo. Eso viene de Platón, y se metió en la Iglesia con San Agustín; aún perdura esa concepción, sobre todo en lo relativo al sexo. Pero estamos viviendo un amplio proceso de liberación para desterrar esa actitud individualista del seno de la Iglesia. Antes, como muchos de mis compañeros que luego también evolucionaron, yo estaba preocupado por la salvación de mi alma. Luego empecé a preguntarme ¿por qué salvar mi alma y no mi cuerpo cuando esa división no es, precisamente, una actitud cristiana? En la Biblia no se habla nunca de alma y cuerpo; la Biblia es un libro muy carnal, muy concreto, en el cual se define al hombre como polvo que respira.

¿Qué sucede entonces cuando muere un hombre? Es decir, ¿no es su alma, según las concepciones cristianas, la que asciende al Reino de los Cielos?
Insisto en la falsedad de esa concepción dual. Ningún teólogo podrá decir nunca que, después de muerto el hombre, el alma queda flotando en algún lugar. Es una visión tonta, materialista, de la resurrección. No sabemos mucho al respecto. Toda imagen que podamos tener después de la muerte de un hombre es muy pobre. Sabemos, sí, que vivirá en Dios. Y suponemos que eso significa que va a estar presente como persona en todos los seres.

Muchos cristianos siguen aferrados a esa concepción maniquea (alma: buena; cuerpo: malo). Y aún más: persisten en adoptar la posición que usted calificó de individualista. ¿A qué se debe?
A una visión distorsionada de la realidad. El cristianismo es esencialmente comunitario. No decimos "padre mío" sino "padre nuestro". Para entender claramente esto basta con acercarse al pueblo. Estar en contacto directo con él. Cuando yo estaba en el seminario iba a un conventillo de la calle Catamarca. Allí viví algo muy especial, trascendente en mi evolución; precisamente en el contacto con los hermanos míos del conventillo descubrí lo que ahora llamaría el subconsciente de Buenos Aires. El día que cayó Perón fui, como siempre al conventillo y encontré escrita en la puerta esta frase: "Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los curas". Mientras tanto, en el barrio Norte se habían lanzado a tocar todas las campanas y yo mismo estaba contento con la caída de Perón. Eso revela la alienación en que vivía, propia de mi condición social, de la visión distorsionada de la realidad que yo tenía entonces, y también la Iglesia en la que militaba, aunque ya por esa época muchos sacerdotes vivían en contacto directo con su pueblo.

¿Qué papel supone usted que jugó la Iglesia en ese momento?
Pienso que entonces algunos sectores de la Iglesia estaban identificados con la oligarquía. No digo que la Iglesia volteó a Perón sino que contribuyó a voltearlo. Pero pienso que también había deterioro en las filas peronistas. Creo que el peronismo perdió fuerza revolucionaria desde la muerte de Evita.

¿Cuál cree que debe ser su verdadero compromiso con los argentinos, con su pueblo?
Pienso, siguiendo las directivas del Episcopado, que debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia. Todos los días voy a una villa miseria de Retiro, que se llama Comunicaciones. Allí aprendo y allí enseño el mensaje de Cristo.

¿Qué mensaje?
Los signos concretos del mensaje de Cristo se pueden detectar cuando Él dice: "En esto se conocerá que ustedes son mis amigos, en el amor que se tengan unos a otros". Y el índice de mi adhesión al mensaje de Jesucristo es mi amor real, concreto, palpable, por mis hermanos.

¿Cómo se manifiesta, cómo se materializa ese amor?
Es muy significativo que el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo (versículos del 30 al 46) Cristo hable del Juicio Final en estos términos: "Cuando el hijo del hombre vuelva con sus ángeles a juzgar a los hombres los reunirá a todos en su presencia y va a separar a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. Entonces va a decir a los de su derecha: vengan conmigo benditos de mi padre". Ahí se puede pensar, bueno, vengan conmigo benditos de mi padre porque fueron a pie a Luján, o porque tuvieron mucha devoción a San Cayetano, o porque hicieron y cumplieron muchas promesas, o porque dieron limosna a la Iglesia. Pero Cristo no va a decir eso. Va a decir: "Vengan conmigo, benditos de mi padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, porque tuve sed y me dieron de beber, porque estuve en la cárcel y me vinieron a ver, porque estuve enfermo y me curaron, porque anduve desnudo y me vistieron".
Es decir que en el Día del Juicio Final vamos a encontrar a la derecha de Dios a mucha gente que jamás pisó una iglesia y que sin embargo estuvo toda su vida amando a Jesucristo, porque estuvo amando de una manera eficaz a su prójimo, a sus hermanos. Y, lo contrario, Cristo va a decir a los de su izquierda estas palabras terribles: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno". ¿Por qué? Bueno, ahí podríamos pensar que porque no hicieron la comunión pascual, que porque no dieron limosnas. Y sin embargo, no. Cristo va a decirles: "Yo tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve en la cárcel y no me vinieron a ver..." Y lo notable va a ser que algunos preguntarán: 'Pero Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y no te dimos de comer?' Y Cristo responderá: "Cada vez que no lo hicieron con uno de éstos". Y es en ese terreno donde se manifiesta mi amor, mi compromiso y el de todo hombre.

¿Quiénes cree usted que no se comprometen a ese nivel?

Aquellos que ven a un tipo sufrir en la villa miseria y dicen: "pobre". Aquellos que se compadecen pero pasan de largo y siguen viviendo como burgueses. San Agustín fue muy claro al respecto: "Hay muchos que parece que están adentro de la Iglesia y sin embargo están afuera". Es decir: son muchos los que fueron bautizados o tomaron la comunión pero no tienen amor concreto por su prójimo. Son cristianos muertos, no son cristianos. Por eso hay mucha gente que va a comulgar a misa, cree que comulga pero solamente traga la hostia. Cree que recibe la comunión y no se da cuenta de lo que eso quiere decir. Exactamente: común unión. Y si yo voy a recibir la comunión y soy racista, o sectario, o un explotador que oprime a su hermano, me dice San Pablo: "Ingiero el cuerpo del Señor indignamente; me trago y me bebo mi propia condenación". Porque vivir en el egoísmo, eso es el pecado. Aquel que se la pasa contemplándose el ombligo es un pobre hombre que ya tiene el infierno en vida, que vive en el pecado.

¿Qué entiende por pecado?

Pecar es negarse a amar. No hay pecado sexual: hay pecado contra el amor.
Uno peca sexualmente cuando utiliza a una persona como cosa, como objeto. Por eso aquéllos que pretenden decir: "Ah, bueno, pero yo tuve relaciones con una prostituta, para descargarme...", esos pecan doblemente. Están contribuyendo con su actitud a mantener un estado de esclavitud, aunque sea aceptado por la persona a la que esclavizan.

Entonces son muchos los cristianos que viven en el pecado, que no aman.
Son todos aquellos que tienen una imagen desfigurada de Dios. Dios es para ellos el gran súper-yo-castrador y viven con Él una relación mítica, supersticiosa, mágica. Para ellos es un Dios que justifica la inmovilidad, un Dios que permite preguntas tales como "¿Y? ¿Qué vamos a hacerle si existen pobres y ricos?". Ése es el Dios que ataca Marx, ése es el Dios que hace creer a algunos que la religión es el opio de los pueblos. La verdadera fe cristiana, la auténtica fe en Cristo hace trizas esa creencia. Tener fe es amar al prójimo, y eso me moviliza a fondo, tanto como para dar la vida por mis hermanos, tanto como para brindarme íntegramente por ellos.

¿Inclusive hasta el punto de engendrar la violencia masivamente?

Ese es un problema demasiado complejo. Toda violencia es consecuencia del pecado del hombre, de su egoísmo. Ahora lo que sucede es esto: en concreto encontramos en América Latina -incluso en nuestro país- una situación de violencia institucionalizada. Es la violencia del hambre. Como dice Helder Cámara "El general hambre mata cada día más hombres que cualquier guerra". Es decir que existe la violencia del sistema, el desorden establecido.

Frente a este desorden establecido yo, cristiano, tomo conciencia de que algo hay que hacer y me encuentro entre dos alternativas igualmente válidas: la de la no violencia en la línea de Luther King o la de la violencia en la línea del Che Guevara; hablando en cristiano la violencia en la línea de Camilo Torres. Y pienso que las dos opciones son legítimas. Es erróneo tratar de ideologizar el Evangelio. Decir, por ejemplo, como he oído: Cristo es un guerrillero. Él, personalmente, no fue violento, sólo en algunos casos concretos cuando echó, por ejemplo, a los mercaderes del templo a latigazos. Es decir, que Cristo fue solamente muy violento contra los ricos y los fariseos. Creo que la versión en cine menos alejada de lo que Él fue la da Pier Paolo Pasolini en su Evangelio según San Mateo.

¿Pero cuál es, cuál debe ser la actitud del cristiano ante lo que usted llama el desorden establecido, la violencia organizada del sistema?

Del Evangelio no podemos sacar en conclusión que hoy, ante el desorden establecido, el cristiano deba usar la fuerza. Pero tampoco podemos sacar en conclusión que no deba usarla. Cualquiera de las dos posiciones significaría ideologizar el Evangelio, que más que una ideología es un mensaje de vida. Pasará Marx, pasará el Che Guevara, pasará Mao, y Cristo quedará. Por eso pienso que es tan compatible con el Evangelio la posición de un Luther King como la ideología de un Camilo Torres.

¿En cuál de esas tendencias se enrolaría usted?

Se me ocurre que actualmente en la de la no violencia. Como dijo Monseñor Devoto: "Yo no soy violento, pero no sé qué va a ser de mí si las cosas siguen así". Pero ojo: pienso que hay muchos que exaltan la no violencia ignorando lo que es. Porque Luther King, uno de sus principales teorizadores, fue asesinado. Es decir: la no violencia no es quedarse en el molde sino denunciar, poner bien de manifiesto la existencia de la violencia institucionalizada. Y para eso también hay que poner el cuero. Pero que esté claro: si yo ante el desorden establecido enfrento lo que llamo la contraviolencia y logro reducir la violencia total, es legítimo que la use. Pero si sólo exacerbo aún más la violencia del sistema contra el pueblo, no puedo menos que pensar que es contraproducente que la utilice.

Un cristiano, ¿tiene derecho a matar?

No lo sé. Lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos. Pienso que tenemos mucho miedo a la violencia por una actitud individualista. De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miserias o en el interior del país mueran niños famélicos porque sus padres ganan sueldos de archimiseria. La idea fundamental me parece que es ésta: el cristiano tiene que dar la vida por sus hermanos de una manera eficaz. Cada uno verá de acuerdo con su ideología, de acuerdo con la valoración particular que haga de la realidad, con la información que tenga, lo que tiene que hacer.

¿Cuál debe ser la función de un sacerdote en países desarrollados como Francia, Inglaterra o Italia?

Sin duda la misma que en la Argentina, en Bolivia o en Paraguay. También hay explotadores y explotador en Francia (el subproletariado argelino, el subproletariado español), hay miseria, hay villas de emergencia. Yo a esos países los llamo subdesarrollantes, porque son países que viven de los pobres.

¿Qué piensa que deben hacer los sacerdotes en sociedades socialistas?

Cumplir con su función habitual: enseñar y amar. Yo no conozco China, pero tengo entendido que allí hay algo positivo: creo que ahora hay 700 millones de chinos que tienen pantalones y antes no sabían que era usarlos. Lo que me preocupa de China es que puede haber algo así como una especie de imperialismo cultural. Es decir, no me gusta que los chinos pretendan exportar su modelo de revolución a todo el mundo. Contra eso tendrían que combatir los sacerdotes, contra el dogmatismo político. Con respecto a los llamados países socialistas de Europa, pienso que son naciones que se encaminan cada día más rápidamente hacia el capitalismo, precisamente porque se metieron con corsé en el socialismo. De todas maneras no me cabe la menor duda de que los pueblos son los verdaderos artífices de su destino y, aunque yo personalmente crea que el sistema menos alejado de la moral y del Evangelio es el socialismo, se me ocurre que en la Argentina tenemos que hacer nuestra revolución, nuestro socialismo, que no necesariamente debe adaptarse a modelos preestablecidos. Además, estoy seguro de que ese proceso pasa, aquí, por el peronismo.

¿Cuál debe ser para usted la ingerencia de la Iglesia en cuestiones económicas y políticas?

¿Cómo justificar el poder económico, las relaciones de la Iglesia con el dinero?

No se trata de justificar sino de analizar. El gran escándalo del Concilio Vaticano II fue que se tuviera que hablar allí de la Iglesia de los Pobres, cuando lo natural es que si la Iglesia viviera de acuerdo con la orientación clarísima que le dio Jesucristo, de acuerdo a como fue la Iglesia los primeros siglos, cuando todos poseían sus bienes en común repartidos según las necesidades de los fieles, no debería haberse mencionado el asunto. El cristianismo empieza a degradarse cuando se desarrolla el espíritu de propiedad, y al reconocerlo Constantino (año 313) como religión oficial del Imperio, otorgándole a la Iglesia poder político.

Lo natural, insisto, en el Concilio Vaticano, hubiera sido que se levantara un obispo y dijera: "Un momento. ¿Por qué la Iglesia de los Pobres? La Iglesia también es de los ricos". ¿Por qué? Porque la Iglesia también tiene que evangelizar a los ricos, entendiendo por evangelizar a los ricos, ayudarlos a dejar de serlo. Lo cual no significa que tire todo por la ventana sino que ponga todos sus bienes al servicio de la comunidad. Es evidente que es un problema, porque si viene un empresario católico y me dice: "Yo que me convertí, padre, yo quiero realmente vivir el Evangelio", no me queda otro remedio que contestarle que cambie radicalmente el enfoque de su empresa, dándole participación efectiva en las ganancias a todos sus trabajadores. Claro, así la empresa se va a fundir en 15 días porque la competencia la mata. Entonces la otra respuesta para un empresario que quiera vivir realmente el Evangelio está en que se plantee seriamente el problema de la revolución.

Eso es lo mismo que dejar de ser empresario.
No necesariamente. Si Alberto José Armando viene a mí y me dice "yo quiero cambiar" le contesto que bueno, que le saque todo el jugo a los capitalistas que lo rodean y que con su fabulosas inventiva le cree al pueblo situaciones en las que pueda ser realmente protagonista de su destino.

A usted se lo acusa de pregonar una filosofía de vida casi rayana en el ascetismo, que no coincide con su manera de vivir, más acorde -se dice- con hombres de su misma extracción social.
Usted ve donde vivo: es un cuarto en una terraza de una casa de departamentos bacana, pero un cuarto al fin. Además es cierto: yo soy de origen oligarca, y eso tiene sus limitaciones. El hecho de que a mí nunca me haya faltado nada tal vez haya relativizado mi visión de las cosas. Pero también es cierto que a la oligarquía la conozco de adentro y sé, efectiva, concretamente, cuales son sus corrupciones. De todas maneras a mí no me falta absolutamente nada, pero trato de que me sobren cosas.

¿Cuáles son sus carencias afectivas? ¿No se siente frustrado como hombre?

No me siento frustrado en absoluto. Pienso que desde el momento en que contraje el compromiso de ser célibe ante Cristo y ante la comunidad me debo a él. Por supuesto el celibato presume una lucha cotidiana. No solamente la lucha en cuanto se refiere al impulso sexual sino en cuanto a la soledad. El problema profundo no es el de la ausencia de contacto carnal, sino la soledad, así, simplemente. Esa es una tensión que vivo permanentemente y por la cual tengo que estar muy sobre mí mismo porque fácilmente se puede desvirtuar mi afectividad.

¿Ese es uno de los principales conflictos que originó el éxodo de sacerdotes de la Iglesia?

Pienso que no, que las raíces de la crisis sacerdotal está en otro lado. Pienso que el sacerdote se siente inútil en muchos lugares; es decir: ha perdido el sentido de su vida. Para mí el sufrimiento más grande que puede tener un ser humano es sentirse demás y eso es lo que le pasa a muchos curas.

Baltasar Garzón

ENTREVISTA
“Soy el último exiliado del franquismo”
El exmagistrado de la Audiencia Nacional liderará el equipo jurídico de Assange
Desde su inhabilitación, Garzón ha creado un bufete y una fundación pro derechos humanos
NATALIA JUNQUERA 5 AGO 2012 - 00:00 CET1178
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El exjuez Baltasar Garzón, en Madrid el pasado miércoles / CRISTOBAL MANUEL
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Cuenta Baltasar Garzón entre risas que, al verle caminar solo, sin escoltas, hay gente que le para por la calle y se ofrece a escoltarle hasta el sitio donde vaya. Lo dice mientras entra en el parque del Retiro sin esas sombras que le han acompañado y protegido durante años de una larguísima lista de enemigos —la más larga que ningún juez podría escribir en España— y cuya retirada abrupta provocó un duro enfrentamiento con el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Ulloa. “La escolta no es un servicio de mayordomía que presta el Estado”; el riesgo de Garzón no viene “de los terroristas, sino de la ciudadanía”, dijo el número dos de Interior. Él dice que no tiene miedo. Sigue recibiendo amenazas de muerte, pero ya no en España, sino en los sitios donde ahora trabaja: Colombia, México..., donde sí tiene protección.

Hace algo más de dos años y dos meses que bajó las escaleras de la Audiencia Nacional por última vez, suspendido cautelarmente por el Consejo General del Poder Judicial después de que el juez Luciano Varela, instructor de la causa contra él por la investigación de los crímenes del franquismo, dictara siete resoluciones en un día para forzar su suspensión. Y han pasado casi seis meses desde que fue condenado a 11 años de inhabilitación por las escuchas de Gürtel, poniendo fin a una carrera judicial de 31 años, 22 de ellos en la Audiencia Nacional, desde donde desarticuló el entramado de ETA, desmanteló multitud de redes de narcotráfico y blanqueo, y ordenó la detención del general Pinochet. “Yo soy juez, no ex. Todavía tengo mi título”, se resiste. Está decidido a luchar “hasta el último aliento” en todas las instancias judiciales por que un tribunal diga que esa sentencia “nunca debió dictarse”.

Del vacío que esa condena ha dejado en Garzón habla la delirante lista de trabajos y compromisos que ha adquirido para rellenarlo: además de asesorar a la justicia colombiana y a la mexicana en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, supervisa la reforma de la función judicial en Ecuador, asesora a la cámara de diputados argentina en asuntos de derechos humanos, colabora con la Unesco y con la Universidad de Seattle, ha creado una fundación para promover la jurisdicción universal y acaba de asumir la defensa del enemigo público número uno de EE UU, el fundador de Wikileaks, Julian Assange.

Fue el australiano quien hizo la primera llamada, y el pasado 19 de julio se vieron en Londres, en la Embajada de Ecuador, donde Assange ha solicitado asilo. Garzón aceptó coordinar su estrategia de defensa. Le han echado de la judicatura, pero con Assange regresa de alguna manera al lugar donde más le gusta estar: en mitad del incendio, a punto de abrasarse o de salvar a alguien. Esta es la primera entrevista que concede desde que fue condenado.

Pregunta. ¿Por qué aceptó coordinar su defensa? ¿Qué impresión le causó Assange?

Respuesta. Es bastante diferente de las fotos que yo había visto. Me pareció una persona muy firme en sus convicciones, en su defensa de la libertad de prensa, de información, de expresión. Le vi muy tranquilo, pese a su situación de riesgo para su integridad física y psíquica. Vi que no tiene ningún temor a que se le juzgue, pero quiere que se haga con garantías. Se le está investigando y persiguiendo por algo diferente de lo que se dice. Yo he asumido su defensa pro bono, sin honorarios de por medio, porque creo en su inocencia y en su causa. Para mí es evidente que la petición desde Suecia [le reclaman para interrogarle por acusaciones de abusos sexuales y violación] es la excusa para juzgarle en EE UU por revelar informaciones que afectan a las instituciones norteamericanas en un proceso similar a los que se están produciendo desgraciadamente en el área de terrorismo. La fiabilidad de ese juicio es nula. Assange no tendría un juicio justo en EE UU porque no sería un juicio por hechos delictivos reales, sino una pura represalia política por las informaciones que dio. Si no le conceden el asilo, pediremos en los tribunales internacionales que se garanticen sus derechos.

“La petición de Suecia es la excusa para llevarle a EE UU. Assange no tendría un juicio justo allí. Sería una represalia política”, explica Garzón
P. ¿Participará también en la defensa de Manning, el soldado al que el Pentágono acusa de alta traición por filtrar cables de Wikileaks?

R. No conozco a Manning. No se puede hablar con él porque está en una especie de secuestro legal, en una situación realmente dramática, incomunicado y sometido a un maltrato físico y psíquico evidente. Sé que sus abogados van a presentar una demanda por torturas.

P. ¿Assange puso a gente en peligro al publicar miles de cables diplomáticos sin ocultar fuentes?

R. Hubo una contención en esas publicaciones y uno de los problemas que Assange tiene ahora es precisamente que no se publicó toda la información que tiene. Tememos por su seguridad porque se intuye que los que no tienen esa información pueden intentar que no se conozca nunca. Lo que hemos conocido por Wikileaks no se refería a grandes hechos que hubieran cambiado la humanidad, sino más bien a hechos zarrapastrosos, de suciedad y política de bajo nivel. A mí me sonrojan muchas de las informaciones que conocimos y que desmontan ese tópico de la grandeza de determinados servicios de inteligencia y diplomáticos. Creo que Wikileaks debería contribuir a una reformulación con profundidad de esos servicios y el sentido de los mismos en una época en la que la guerra fría ya está lejos.

P. Pero en la última tanda de cables publicados se revelaba la identidad de activistas de derechos humanos. ¿No los puso en peligro?

R. No he hablado con él de esas publicaciones en concreto. Se lo preguntaré. Habría que analizar cuál ha sido el riesgo y si se ha producido alguna incidencia.

“Yo sabía que esto podía ocurrir. Estaban obsesionados conmigo. Querían mi muerte civil por celos, por envidias”
P. ¿Fue una sorpresa descubrir en esos cables los intentos de EE UU para frenar en la Audiencia Nacional las causas de Guantánamo, José Couso y los vuelos de la CIA con la colaboración de políticos y fiscales españoles?

R. Fue una tristeza descubrir que hay personas que se puedan dedicar a eso en vez de trabajar seriamente por la justicia. Quien lo haya hecho, algún día tendrá que explicar por qué. Me causó indignación ver que un país amigo y democrático realizara ese tipo de interferencias, propias de otras épocas históricas.

Dice que ya es “agua pasada”, pero aún se indigna al hablar de las tres causas que el Supremo abrió contra él simultáneamente y de la condena que finalmente le apartó de la judicatura. “Nunca se tendría que haber producido. No pueden condenar a un juez por interpretar la ley de una forma que no les guste, y con una sentencia que trasluce animadversión contra mí con expresiones claramente fuera de lugar”. Le dolió especialmente la de prácticas propias de “regímenes totalitarios”. “En mi juventud, lo único que hice fue pelear contra la dictadura. Soy juez desde los tuétanos y comencé mi ejercicio profesional después de la Constitución, al contrario de algunos de los que estaban en ese tribunal —el Supremo—. No he bebido de otras fuentes más que de la lucha contra los totalitarismos, por activa y por pasiva, despierto y en sueños. No sé si ellos pueden decir lo mismo.

P. En el recurso que ha presentado en el Constitucional dice que su condena estaba “escrita de antemano”. ¿En qué momento cree que se decidió su suerte? ¿De dónde cree que viene esa animadversión?

R. Creo que mi condena se decidió desde el principio, cuando se admitieron a trámite las querellas en el caso de la memoria histórica de unos actores populares [Falange y Manos Limpias] que, cuando menos, dejan bastante que desear. ¿Y qué sentido tenía abrir un procedimiento como el de Nueva York [por el patrocinio de unos cursos] cuando ellos mismos [la sala penal del Supremo y el Poder Judicial] lo habían cerrado? ¿Por qué se mantuvo el procedimiento abierto si estaba prescrito? ¿O es que vino la iluminación del arcángel san Gabriel para el señor Marchena [Manuel, instructor de la causa] y se dio cuenta dos años y pico después de que estaba prescrito? ¡Es muy fuerte! A cualquier jurista debería darle vergüenza ver esto. Abrió una investigación general contra mí, la extendió a mi familia, a todo mi patrimonio. Extendió dudas incluso a la hora de archivar [el caso], y lo hizo en medio de otra deliberación de la que él formaba parte [por la causa de las escuchas de Gürtel]. ¡Pero estamos locos! Yo no he visto una cosa igual ni aquí ni en la peor de las dictaduras que haya conocido. En el caso de la memoria histórica y de Gürtel se demostró en el juicio que mi caso no era el único, sino el de varios jueces más. Si al final hubiesen procedido contra todos los que participaron, podría tener algún sentido, pero no fue así. El ministerio fiscal dio su conformidad a esas medidas [las escuchas] y otro magistrado las confirmó. Hasta utilizaron como indicio en mi contra un borrador del anteproyecto que presentamos para demostrar que las escuchas en estos casos no estaban reguladas y que se tenía intención de hacerlo, con lo cual era evidente que no estaban tipificadas. Crearon el delito, lo inventaron para condenarme por lo de Gürtel. Claro que mi sentencia estaba escrita de antemano. Cualquier ciudadano que haya seguido el juicio lo sabe. Y hay un doble rasero que se vio desde el momento de admisión de las querellas cuando dijeron que no era inverosímil que yo hubiera cometido un delito. Aplicando la misma teoría, al presidente del Supremo, Carlos Dívar, tendrían que haberle abierto un procedimiento, pero en 15 minutos decidieron que no hacía falta. A mí me abrieron tres. La justicia no es igual para todos.

P. ¿Cree que deberían haber investigado a Dívar?

R. Yo respeto al magistrado Dívar. Pero si no era inversosímil que yo hubiese cometido un delito en los casos de la memoria histórica, Gürtel o Nueva York, tampoco debería serlo en el caso de la denuncia que un propio vocal del Consejo General del Poder Judicial [José Manuel Gómez Benítez] puso contra él por utilizar presuntamente fondos públicos para fines particulares. Eso tiene un nombre en la ley española. Pero, vamos, que no solo es el caso de Dívar. Deberían investigarle a él y a otros altos responsables judiciales que podrían estar en una situación similar, según varias denuncias. Ya que se han invertido recursos del Estado en investigar a un juez por triple vía, a ver si caía de alguna forma hasta que cayó, sería muy bueno empezar una purificación por ahí. Para la sociedad española hubiera sido una lección impresionante conocer en qué gastan el dinero no ya el presidente, sino los consejeros del Poder Judicial cuando salen de viaje; como sería genial que el Consejo investigara si los honorarios que se perciben por cursos financiados por entidades bancarias o por preparar a otros jueces y fiscales se declaran o no a Hacienda... Hay un tabú permanente y me parecería genial que se investigase todo eso, pero claro, la doble moral... Parece que las puertas del infierno se abrieron para acabar con Garzón, y cuando se acabó con Garzón se volvieron a cerrar.

“La justicia no es igual para todos. A mí me abren tres procesos y a Dívar deciden en 15 minutos que no hay que investigarle”
P. ¿Se siente una víctima?

R. Objetivamente, soy víctima de una injusticia, pero subjetivamente no me siento así, porque yo sabía el terreno en el que jugaba. Sabía que esto podía ocurrir. Estaban obsesionados conmigo. Querían mi muerte civil. Pensaron: “Se acabó Garzón. Este es el momento”. Querían acabar con un determinado modelo de juez, que era yo, que no les gustaba, por envidias, por celos, por muchas cosas de esas que nos acompañan tanto a los españoles. Yo he procurado siempre, dentro y fuera de España, defender a la justicia española y a los que la administran. Nunca he ido, al contrario que otros muchos, a denostarla, y por eso me dolía y aún me duele tener que explicar esto. Fuera de España nadie lo entiende. A estas alturas no creo que ni ellos mismos entiendan cuál fue la razón. Yo sí. Sé que no fue una razón jurídica. Me da pena, siento vergüenza como ciudadano español, como juez, de que esto haya sucedido. A ningún juez le deseo que le ocurra lo mismo, y mucho menos por motivos tan oscuros.

P. Además de esa animadversión de sus colegas de la que habla, ¿cree que pudieron influir otro tipo de enemigos?

R. Imagino que no ha sido solo eso. Eran temas que afectaban a puntos neurálgicos. El del franquismo hizo mucho daño porque todavía no se ha superado y hay un sector de la población y sobre todo de la política que no quiere que se toquen esos temas, y lo que menos le importan son las víctimas. Ese fue el detonante. Gürtel era el caso de corrupción de más amplitud y mayor incidencia en el mundo político y, además, afectaba a un partido que ahora está gobernando. La incidencia que eso pudo tener la viví porque hubo personas como Federico Trillo que, por encargo del PP, coordinaron ataques contra mí a todos los niveles y con clara incidencia en determinados sectores judiciales. A mí me han jodido, eso está claro. Me han quitado mi profesión, me han sacado fuera, pero voy a seguir peleando mientras me quede una gota de aliento porque creo que se lo debo a la función judicial.

P. ¿Confía en la justicia española?

R. Sé que hay buenos y grandes jueces y fiscales, pero sé que también hay malos jueces y fiscales que anteponen su ideología y su propio interés al de la justicia y nadie les juzga o les controla. Son intocables. Hay que modificar el sistema para definir claramente cómo juzgar a los que están, por ejemplo, en el Supremo. No pueden juzgarse a sí mismos. Tampoco es bueno el sistema de elección del Consejo. El CGPJ es el órgano de gobierno de los jueces, el poder judicial reside en el pueblo, y tendría que ser el pueblo el que eligiera a sus miembros. Solo así podríamos decir que el CGPJ está realmente legitimado.

P. Ha recurrido su inhabilitación al Constitucional, y la asociación de juristas Medel ha presentado una petición de indulto en su nombre. ¿En qué opción confía más?

R. El indulto yo no lo he pedido. Medel lo hizo en mi nombre y me enorgullece y reconforta que jueces de toda Europa y de Latinoamérica que se han adherido a esa petición te reivindiquen. Pero a mí lo que me interesa, aparte de agradecer ese gesto, es que el sistema judicial establezca que sufrí un proceso sin garantías; que se violaron mis derechos fundamentales y que esa condena nunca debió producirse. Siempre he confiado en el Constitucional, y si no se reconocen mis argumentos seguiré confiando en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y acudiré hasta el final, no solo para defenderme a mí, sino para defender la independencia del poder judicial, que ha sido agredida desde dentro. Creo que, al final, en alguna instancia se establecerá que no hubo garantías y que los casos contra mí eran artificiales.

P. ¿Cree que está demasiado desacreditada la justicia española?

R. Habría que preguntar a los ciudadanos. Desde luego, no es de las instituciones mejor valoradas. ¿Han podido influir los casos contra mí? Sin lugar a dudas. Y fuera hay un desprestigio por el mazazo de la ley de jurisdicción universal de noviembre de 2009 y la aplicación restrictiva que han hecho los tribunales y el propio Supremo. España había conseguido una posición preeminente en la defensa de los derechos humanos desde los casos de Argentina, Pinochet, Guatemala..., ahora se ve la regresión en la defensa de los derechos humanos. Tampoco ayuda que se ignoren los requerimientos del Comité de Prevención de la Tortura, que todavía haya reticencias a corregir determinadas prácticas como el tratamiento de las incomunicaciones. La lucha limpia es la única vía posible contra el terrorismo. En muchas cosas hemos ido para atrás y eso es muy preocupante.

P. Tras la condena ha abandonado España. ¿Se siente desterrado, exiliado?

R. Me siento el último exiliado de franquismo. Aunque la condena la pusieran finalmente por el tema de Gürtel porque era aparentemente la menos costosa para los que habían decidido que esto se acabara.

P. ¿Le gustaría que prosperara la causa contra el franquismo en Argentina?

R. Las víctimas del franquismo no han sido defendidas nunca y ahí incluyo a todo el espectro político y social de España. Están solas y yo no voy a consentir que sea así: desde el lugar en que esté voy a seguir peleando por que se les reconozca su derecho a la verdad, a la reparación y a la justicia, pese a las decisiones del Supremo. Cuando aquí iniciamos las investigaciones sobre Argentina lo hicimos porque creíamos que teníamos que hacerlo. Argentina ahora está haciendo lo mismo. Ojalá prospere esa investigación. Esa es la grandeza del principio de jurisdicción universal: que es un principio, como dice mi compañera la fiscal Dolores Delgado, de ida y vuelta.

P. ¿Se ha planteado volver a la política?

R. En este momento, no. Sí quiero participar en la vida política, sobre todo en estos momentos de crisis, pero eso no significa estar en la política parlamentaria, sino a través de mis artículos...

P. ¿Le han tentado?

R. No, nadie me ha tentado, pero sí he hablado con personas muy preocupadas por la situación de España sobre el cambio profundo que debe experimentar el sistema democrático. Tenemos el 15-M, una clara muestra del desapego de la política tradicional de los jóvenes y los no tan jóvenes por la falta de transparencia, la corrupción... Desde mi punto de vista hay determinados delitos económicos y financieros que podrían ser crímenes contra la humanidad porque nos afectan a todos. Me refiero, por ejemplo, a esas agencias de calificación que son capaces de arruinar a decenas de miles de personas; a las entidades reguladoras que no regularon nada, a los que han dejado a señores de 80 años sin ahorros con las preferentes. La justicia debe emplearse a fondo en esos casos para exigir responsabilidades hasta las últimas consecuencias.

P. “En este momento, no”. ¿Quiere decir que en un futuro sí se plantea volver a la política?

R. Lo voy a pensar.