martes, 9 de febrero de 2010

ENTREVISTA: JOSEP COROMINAS i BUSQUETA Gran maestro de la masonería española
"España tiene una deuda con la masonería por la brutal represión franquista"
JUAN G. BEDOYA - Madrid - 11/03/2003




¡Masones!
Han sufrido una larga noche de persecuciones y desprestigios, que no acabaron hasta mayo de 1979, cuando los jueces de la Audiencia Nacional echaron abajo una lamentable resolución ministerial negándoles la legalización. Hoy son pocos -apenas 2.000-, pero celebran asambleas anuales a la luz del día, convocan conferencias de prensa y se prodigan en Internet. Sus máximos dirigentes se reunieron el pasado fin de semana en Jerez (Cádiz) representando a 127 logias de toda España y convocados por Josep Corominas i Busqueta (Terrassa, Barcelona, 1939), el gran maestro de la Gran Logia de España.


Una lenta recuperación

Josep Corominas i Busqueta- TEJEDERAS

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"Somos el único grupo represaliado que no ha sido tenido en cuenta en la democracia"
Psiquiatra en el hospital Clínico de Barcelona y profesor titular de la Facultad de Medicina, Corominas tiene a sus espaldas una larga carrera política como concejal de Terrassa y diputado al Congreso en sustitución del ex ministro Ernest Lluch, más tarde asesinado por ETA. Militante socialista desde 1975, actualmente preside el Consell de la Federación del Vallés Oest del PSC y es coordinador de la Comisión Federal de Sanidad del PSOE. Es miembro de la Gran Logia de España desde 1981 y su gran maestro desde mayo de 2002.

Pregunta. En 1975, poco antes de morir, el dictador Franco todavía exhibió desde su famoso balcón de la Plaza de Oriente el espantajo del contubernio judeo-masónico. ¿Qué hicieron para que les odiase tanto el general? ¿Es verdad que la inquina vino porque se le rechazó como miembro de una logia?

Respuesta. Parece que sí. Y que influyeron, también, los problemas con su padre y su hermano Ramón, que sí eran masones. La suya fue una relación amor-odio, incluso escribió un libro sobre la masonería, en contra, claro. Pero hay motivos más profundos. El golpe de Estado de Franco contra la República iba contra los valores esenciales de la masonería: la libertad, la igualdad, la fraternidad, la ilustración, la cultura. Por eso la masonería fue destruida por el franquismo con un ensañamiento tan brutal, que llevó a muchos hermanos ante el tribunal de represión de la masonería y el comunismo. Muchos fueron condenados a muerte y otro muchos sufrieron años y años de cárcel, y fueron desposeídos de sus bienes.

P. ¿No han reclamado, como Gran Logia, una reparación del Estado, o la devolución de los locales donde estaban las logias, como han hecho los partidos políticos y los sindicatos?

R. Reparaciones económicas o restitución del patrimonio no ha habido, y es difícil reclamar porque la mayoría de los templos estaban a nombre de particulares, como ocurre en muchos casos con el patrimonio de la UGT o el PSOE. Pero tampoco ha habido voluntad. Y creo que ya es el momento de una reparación moral. Se ha hecho por parte del Parlamento de Cataluña, y es hora de que el Parlamento español haga lo mismo. La sociedad española tiene una deuda con la masonería por la brutal represión franquista y debe reparar el enorme daño que le ha sido causado de forma tan injustificada.

P. ¿Cuántos masones fueron asesinados por la dictadura? ¿Tienen ustedes un inventario de los bienes incautados? ¿Cómo se pueden medir las consecuencias de la represión?

R. Es muy difícil. Hay datos, pero incluso para los partidos no ha sido fácil documentar sus peticiones de reparación, sobre todo cuando no hay suficiente voluntad política de reparar el daño moral causado. Pero, eso sí: tenemos derecho a proclamar que la masonería es el único grupo represaliado por el franquismo que no ha sido tenido en cuenta en la democracia. Todavía ahora, no hace mucho, el PP como partido ha votado en el Parlamento de la Comunidad Valenciana en contra de una reparación.

P. Llama la atención que en 1979, cuatro años después de la muerte del sangriento dictador, el Ministerio del Interior les negara a ustedes la legalización. Por cierto, el cardenal Joseph Ratzinger, primer policía doctrinal del Vaticano, ha dicho no hace mucho que ser masón es pecado. ¿Qué le parece?

R. Eso lo dice Ratzinger, no la Iglesia católica. Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica ha modificado sus planteamientos y nuestra Obediencia no tiene ningún problema con ella. De hecho, muchos masones son católicos practicantes o practican otras religiones cristianas, sin conflicto alguno.

P. Otra situación llamativa es la equiparación de masonería y comunismo por la propaganda de la dictadura. Stalin debió partirse de risa, porque tampoco él se quedó corto persiguiéndoles.

R. Claro. La masonería es incompatible con todo Estado totalitario, tanto de derechas como de izquierdas. Hitler, Stalin y Franco son un ejemplo y los tres persiguieron con saña a la masonería. Pero, además, Franco necesitaba, en su obsesión, buscar muchos enemigos exteriores para justificar aquel terrible ensañamiento brutal con que perseguía todo lo que significase libertad y modernidad. A los dictadores no les interesa nada el hombre libre. Ni el pensamiento libre.

P. En la Cuba de Fidel Castro la masonería tiene mucha presencia. Y de muy antiguo.

R. Es una excepción. Y, sí, tiene que ver con la historia. José Martí, el gran líder de la independencia cubana, gran poeta y pensador, era masón, y también la mayoría de los combatientes que estuvieron con Fidel en el Gramma, luchando por la revolución. La Gran Logia de Cuba acaba de celebrar el 150 aniversario del nacimiento de Martí.

P. Los fundadores de los Estados Unidos -Washington, Benjamín Franklin-, y buena parte de sus mejores presidentes -Lincoln, los Roosevelt- fueron proclamados masones. ¿Qué le dirían a Bush para apaciguarle los afanes de guerra?

R. Difícil. Es un dogmático. Es un fundamentalista. No le iría mal a Estados Unidos, no nos iría mal a todos, que Bush fuera masón, porque es un escándalo un presidente así en un país en cuyos billetes de dólar aparecen tantos símbolos masónicos.

P. Hace unos pocos meses se presentó en Madrid la Gran Logia Femenina de España y se subrayó que en la logia de la que usted es gran maestro no se admite a mujeres. ¿Por qué?

R. Para ser admitido como masón se precisa ser libre y de buenas costumbres. Todo el mundo que goce de esas condiciones puede ser admitido en la masonería. Lo que sucede es que existen distintas formas de trabajar entre nosotros. Aquellos que prefieren hacerlo de forma homogénea, hombres solos, mujeres solas, y aquellos que prefieren de forma mixta. Cada uno se adscribe a la Obediencia que mejor se adapta a sus intereses. Por eso nos parece muy adecuado que se esté constituyendo en estos momentos la Gran Logia Femenina de España. Lo importante es el trabajo regular y el perfeccionamiento individual.


Una lenta recuperación
Acusada de todos los males y perseguida con saña, la masonería española ha levantado cabeza con gran dificultad, rodeada de toda clase de prejuicios. Pero hubo un tiempo en que fue numerosa y muy poderosa. Sólo en la primera legislatura de la II República se sentaron en las Cortes 135 diputados del Grande Oriente y 16 de la Gran Logia, o sea, 151 sobre 470 parlamentarios. Con mucho, la minoría más numerosa, la "superminoría masónica" se la llamó entonces.

Con alguna razón se dijo que la República fue en gran medida una operación masónica. Masones fueron seis presidentes del Consejo de Ministros (Azaña, Casares, Martínez Barrio, Portela, Samper y Lerroux), 20 ministros y 14 subsecretarios. Y masones eran 21 generales, entre ellos Cabanellas. Así que el golpe de Estado militar de 1936 pretendió, también, un desnucamiento radical de la masonería, en paralelo con la eliminación de los partidos políticos que la sostuvieron.