domingo, 23 de noviembre de 2008

DR RAY GUDE MERTIN


OBITUARIO
Profesora Ray-Güde Mertin
LUIS SEPÚLVEDA/











LLAMÉ a la puerta de Ray-Güde Mertin una luminosa mañana de primavera de 1990, cuando todo era verde en Bad Homburg, una ciudad balneario cercana a Frankfurt en la que el tiempo parecía haberse detenido en épocas tan felices como pretéritas y anteriores a todas las guerras. Su casa y estudio estaba medio oculta entre la vegetación y la plaquita de acrílico con la alemanísima inscripción 'Prf.Dr. Ray-Güde Mertin' inhibía un poco a la hora de llamar al timbre.

A la puerta de casa se asomó una mujer muy guapa, rubia, de intensos y expresivos ojos azules, y en un español de marcado acento brasileño dijo simplemente «pasa». No lo hice, permanecí clavado frente a la reja que separaba la casa del antejardín y desde ahí consulté: ¿Frau Profesor Doktor Mertin? Entonces la bella mujer se sacudió las manos, recién advertí que estaba mondando una manzana, rió, y exclamó que los chilenos éramos famosos por nuestra formalidad enfermante.

Entré, me invitó a pasar a la cocina, un lugar luminoso que invitaba a sentarse, sirvió dos copas de estupendo vino blanco, y ahí, entre frutas, verduras, tiernos aromas de especies transatlánticas y su buen humor contagioso, nació una hermosa amistad con la que fue mi querida amiga y agente literaria.

Profesora de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Frankfurt, traductora de literatura portuguesa, brasileña, afro-lusitana y española de las dos orillas, Ray-Güde Mertin, esa muchacha del norte de Alemania que amaba los paisajes llanos de la costa Frisia con la misma pasión con que amaba Brasil, fue mucho más que una agente literaria, pues era una lectora voraz, tiernamente crítica, y solamente representó a los escritores y escritoras con que tenía una afinidad ética y estética, profundamente literaria.

La Feria Internacional del Libro de Frankfurt, la mítica 'Buchmesse' empezaba siempre un día antes de la inauguración oficial y en su casa. Ahí, esparcidos por los salones, cocina y jardín, disfrutando de la incomparable cordialidad de Dietz, su esposo, editores y escritores se miraban, hablaban, se tocaban, y compartían sueños y proyectos. Ahí nacían libros. Esa fiesta fue siempre lo mejor de la 'Buchmesse'.

Un maestro como José Saramago departía con una escritora que recién había publicado su primera obra. Una editora de la talla de Beatriz de Moura tomaba nota de las palabras entusiastas de un escritor primorosamente nuevo. En esa fiesta se manifestaba la presencia cada vez mayor de la literatura latinoamericana en el mundo editorial europeo, y en el centro de todo estaba siempre Ray-Güde, nuestra amiga, agente y cómplice en cientos de aventuras.

Juntos celebramos el primer premio Nobel de Literatura otorgado a unos de sus escritores representados, Saramago, y juntos estuvimos en los estrenos de novelas mías llevadas al cine o en distinciones académicas en las que siempre agradecí sus ojos azules protectores. Muchas veces, en los jardines de su casa de Bad Homburg o paseando por la playa de San Lorenzo, en Gijón, hablamos de su tenaz lucha contra el cáncer y su amor por la vida contagiaba.

Fue un pilar fundamental del Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Con su generosidad de siempre colaboró en la programación y su participación en muchas mesas redondas dejó el recuerdo de una apasionada lectora, de una sabia de las letras contemporáneas. Y fue también nuestra mejor embajadora, pues en la Feria de Frankfurt, en las de Guadalajara, Sao Paulo, Buenos Aires o Bogotá, nunca dejó de contar entusiasmada lo que hacíamos desde Asturias, desde Gijón por difundir ese objeto maravilloso llamado libro.

Hoy nos falta, nos faltará siempre, y la ausencia de Ray-Güde Mertin nos deja además de tristes, muy pobres.






OBITUARIO
Ray Güde-Mertin, agente literaria y traductora
Representó a escritores en lengua portuguesa; entre otros, a José Saramago
JUAN CRUZ 17/01/2007




Una agente literaria es alguien que no sólo negocia los derechos de autor de sus representados, sino que los hace conocer sobre todo cuando nadie sabe de ellos, en la época en que aún hay que presentarlos, en medio de la indiferencia y a veces del descuido. Eso hacía, combatir el desconocimiento, impulsar a los autores en los que creía, con una pasión en la que no hubo desmayo, Ray Güde-Mertin, que acaba de morir en su país, Alemania, a los 63 años.


Era la representante de José Saramago, el premio Nobel, desde hace más de veinte años, cuando el autor de Ensayo sobre la ceguera se abría todavía paso en el conocimiento universal. Cuando ya Saramago era un autor conocido, leído y premiado en todo el mundo, siguió siendo su amiga, y siguió divulgando, con el mismo entusiasmo y con el mismo conocimiento literario, a numerosos autores que le confiaron sus derechos.

Era profesora, traductora, agente. Nació en Alemania, estudió el Bachillerato en Barcelona, se especializó en Filología Románica y Filología Germánica en la Universidad de Berlín, y a partir de 1982 renunció a una carrera universitaria a tiempo completo para dedicarse a la traducción y a la agencia literaria.

Casada con un empresario alemán que trabó relaciones con Brasil, aprendió y perfeccionó la lengua portuguesa, tradujo a Clarece Lipsector, a João Ubaldo Ribeyro y al propio Saramago, e integró a éste entre sus representados.

Su mundo era sobre todo el de la lengua portuguesa; ha representado también a Germano Almeida, de Cabo Verde; Pepe Tela y Mia Couto, de Mozambique; Sophia de Mello, de Portugal; a Xavier Velasco, de México; a José Manuel Fajardo, de España; a Luis Sepúlveda, de Chile... Los que trabajaron con ella en el mundo editorial pueden testimoniar hasta qué punto su dedicación y su pasión se guiaban por el gusto literario, por el afán de dar a conocer aquellas obras y aquellos escritores que antes que nada habían satisfecho su pasión de lectora.

Su empeño iberoamericano constituyó una verdadera vocación; no sólo aglutinó a autores de ese ámbito, sino que impulsó la presencia de esas literaturas en las principales ferias del mundo, singularmente las de Francfort y Guadalajara; una de las últimas actividades de Ray Güde-Mertin fue precisamente en el certamen mexicano, que ella contribuyó a consolidar y convertir en la que hoy es sin duda la más importante atracción editorial de las lenguas ibéricas. Saramago decía ayer: "Era una gran amiga. Tenía una enorme pasión por su trabajo, al que se entregó con la energía de una generosidad que no tenía límites, ni en el trabajo ni en la amistad con sus autores".



MarE. Cruz -- Críticas, 1/15/2007
Literary agent Ray-Güde Mertin, Ph.D., head of the renowned German literary agency that carries her name, died last Saturday in Frankfurt. Mertin played an important role in the promotion of Latin American, Spanish, and Portuguese literature worldwide and in Germany. Dr. Ray-Güde Mertin Literary Agency currently represents authors such as Nobel laureate José Saramago, Luis Sepúlveda, Xavier Velasco, Gonzalo Celorio, and Claudia Piñeiro, among many others. Mertin died after a long struggle with cancer.

Born in 1943 in Marburg, Germany, Mertin realized she wanted to specialize in Brazilian Literature while teaching German Literature at Brazilian universities. She worked as an independent translator for German agencies in New York in 1977 and the next year she concluded her doctorate degree with a dissertation on Brazilian playwrite and poet Joaõ Guimarães Rosa. She returned to Germany in 1982 and founded her literary agency. Mertin regularly attended book fairs around the globe, including Frankfurt, London, Buenos Aires, Guadalajara, and Rio de Janeiro. In 2000, the Brazilian government awarded her with the Ordem de Mérito Cultural (Order of Cultural Merit) for her promotion of Brazilian literature abroad. In 2005, the Women in Publishing Network, of which she co-founded the Frankfurt chapter, named her Woman in Publishing of the Year.

In an obituary published this week in the Spanish newspaper El Comercio, Chilean writer Luis Sepúlveda said of his literary agent and close friend, “ [Mertin] was more than a literary agent, she was a voracious reader, tenderly critical, and only represented those writer with whom she shared an ethical and esthetical affinity, deeply literary....She is gone now, she will be gone always, and Ray-Güde Mertin’s absence leaves us—aside from sad—at a loss.”






Address: Friedrichstrasse 1
Bad Homburg
Country: Germany
Postcode: D-61348
Tel: 0049 617229842
Fax: 0049 617229771
Email: info@mertin-litag.de
Web: www.mertin-litag.de



The Literary Agency Dr. Ray-Güde Mertin has been promoting literature in Portuguese and Spanish worldwide since 1982, with an emphasis on fiction.
The award of the Nobel Prize for Literature to José Saramago in 1998 strengthened our determination to specialise in the literatures from these countries.

ENTREVISTA A JOSÉ SARAMAGO POR MANUEL RIVAS.

ENTREVISTA: ENTREVISTA - JOSÉ SARAMAGO
"No me hablen de la muerte porque ya la conozco"
MANUEL RIVAS 23/11/2008



Acaba de cumplir 86 años. El lenguaje le ha salvado. Escribió su última novela nada más sentir la cercanía de la muerte. Sigue siendo un escéptico, pero se encuentra pleno de serenidad.

José Saramago siempre fue algo más que un escritor. "Un aprendiz", sería su respuesta. Así se presentó ante la Academia Sueca cuando recogió el Premio Nobel de Literatura, el primero concedido a un autor portugués, hace ahora 10 años. "Un maestro, el maestro", puntualizaría el crítico más exigente del universo, Harold Bloom. Para el autor de El canon occidental, Saramago, que este noviembre ha cumplido 86 años, es "el novelista vivo más talentoso del mundo" y "uno de los últimos titanes". Como un titán ha escrito su último libro, El viaje del elefante (Alfaguara). Un triunfo del lenguaje, la imaginación y el humor, arrancado literalmente a la muerte.


José Saramago

A FONDO
Nacimiento: 1922 Lugar: (Azinhaga)



Capítulo I

Observaré lo que sucedió con el silencio con que las raíces de las plantas agujerean la tierra

(Mongane Wally Serote)


Un día de las navidades de 2007, José Saramago se fijó en sus ojos. Eran enormes. Se habían expandido como círculos concéntricos en su rostro. Y los ojos lo miraban a él. Con extrañeza. Con curiosidad. Con asombro. Parecían decirle: "Así que sigues por aquí, todavía aquí".

No es un episodio de El hombre duplicado (2002), una de sus novelas. Pero durante un tiempo sí que había un doble, otro Saramago, testigo de su lucha por salir con vida. El doble era un tipo sereno. Le corrigió. No, no han sido los ojos los que han crecido. Es la carne, la musculatura que ha desaparecido. Por eso con tu piel ocurre lo que con las momias, que se ha replegado y se ciñe a los huesos. Es eso lo que agranda los ojos. Siguen siendo lo que eran, pero el entorno ha cambiado. El doble lo conocía bien. Iba a añadir: son como astros resplandecientes en la ruina. Pero se atuvo al estilo más conciso, poético, sí, pero menos barroco del Saramago que volvió a abanear la narrativa contemporánea, no sólo la portuguesa, cuando publicó Ensayo sobre la ceguera (1995).
La primera revolución en la forma de narrar había sido en 1980 con Levantado do chão (Levantado del suelo).

-Has perdido 20 kilos, Zé. Siempre has sido delgado, enjuto. Como el abuelo Jerónimo. Pero 20 kilos son muchos kilos. Mides 1,80. Tenías 71 kilos y ahora tienes 51. Piensa en las manzanas asadas. Y en lo que dijo Josefa.

El doble lo sabía todo. Sabía que el abuelo Jerónimo Merlinho, el de la aldea natal de Azinhaga, el marido de Josefa Caixinha, se había despedido de la vida abrazando cada uno de los árboles de la huerta. Jerónimo, el que enseñó al nieto a contar historias durmiendo en el verano bajo la higuera, será recordado como un clásico en toda la historia de los discursos de entrega de los Nobel. Así comenzó la intervención de Saramago: "El hombre más sabio que conocí en toda mi vida no sabía leer ni escribir". Sí, el doble lo conocía bien. ¿Qué había dicho Josefa? "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir".

José llevaba tiempo, unos años ya, con malestar físico. Un hipo interminable lo había debilitado. Pero lo ayudaban mucho las manzanas asadas. No había dejado de escribir como un titán. Ni de moverse por el mundo denunciando la globalización como "un nuevo totalitarismo" o con su cita preferida, la de La sagrada familia (la de Karl Marx): "Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces es necesario formar las circunstancias humanamente".

Las cosas de Saramago, decían los cínicos. En 2005 había escrito Las intermitencias de la muerte. No era tampoco una abstracción. La muerte era una presencia física, tangible. "Uno es creador de sus personajes", había escrito, "y al mismo tiempo, criatura de ellos". El personaje de la muerte pasó de lo invisible a lo visible. No era un juego. Venía para llevárselo. José Saramago lo recuerda bien. Pero él no estaba conforme. Una parte de su cuerpo sí parecía resignada. Aceptaba la crisis. Llegó a pararse de tal forma, que casi era imperceptible eso que llaman el hilo de la vida. Al principio, en la clínica de Lanzarote, llegaron a dudar de la conveniencia del ingreso.

-Supongo que no querían que aquél fuese el lugar del fin de Saramago. Les estoy muy agradecido. La muerte no me ha llevado. Era consciente, sabía, veía, sentía, que estaba al borde de pasar al otro lado. Más tarde decía: 'No me hablen de la muerte porque ya la conozco. De alguna forma ya la conozco'.

Había otras partes de su cuerpo que no estaban conformes. Ni el corazón, ni la cabeza. El corazón siguió latiendo con fuerza. La mente, durante un tiempo, dos días después de salir de la UCI, estableció unas coordenadas que ahora Saramago recuerda como un entrañable autorretrato vanguardista. "En aquel momento, que fue de los peores, se plantaba en mi cabeza algo que era un fondo negro con cuatro puntos luminosos que formaban un cuadrilátero irregular. Y yo tenía muy claro que ese cuadrilátero era yo".

Uno tiene una memoria corporal. ¿Qué relación ha tenido con su cuerpo José Saramago? Yo he aceptado mi cuerpo. No ha sido nunca el cuerpo de un Adonis. He tenido con la edad un cierto declive. No he sido nunca un hombre de músculos. Tengo un esqueleto estrecho. Lo acepté. Con una cierta vanidad, quizás sí, quizás no, me gusta que después de los cambios, y en este caso último la enfermedad, mi cuerpo siga presentando una cierta...armonía. Una buena apariencia física. En el fondo no estoy descontento. Pero pasar de ahí a una especie de adoración de mi propio cuerpo, cuidándolo mucho, nunca he caído en esa tentación. Ni siquiera puedo utilizar la palabra tentación porque nunca la he tenido.

Los ojos de Saramago, definitivamente, y al margen de la encarnadura de la cara, son enormes. Ojos que contienen ojos. Sus pausas al hablar no parecen destinadas al descanso, sino que ceden el lugar a la mirada como una avanzadilla del lenguaje. Esa clase de silencio con que las raíces avanzan en la tierra.

Capítulo II

Mi propia voz me animaba

(William Wordsworth)

Un día, a comienzos de 2008, José Saramago oyó de la boca de un médico la palabra "milagro". No suena mal en boca de la ciencia, pero él nunca se conforma con lo inexplicable. Él identificó el milagro con la profesionalidad del cuerpo médico, con los cuidados de su mujer, Pilar del Río ("Ganaremos la primavera"), con la lealtad del corazón ("un corazón estupendo") y con la emersión de una energía en principio extraña a su carácter. El humor. Un humor expansivo, impelente, incesante. Un humor que impresionó al doble, a aquel otro Saramago que permanecía sereno, algo perplejo, sí, observándolo todo. Nunca se había visto a sí mismo contando chistes.

-Me gustaría que hubieras estado en el hospital durante la visita de los médicos y que escucharas los diálogos. Yo, que estaba en una situación de riesgo, mal, muy mal, pero me sentía con una libertad de expresión exultante. El humor con el que yo me comunicaba en el diálogo con ellos me sorprendía, me emocionaba. Oía a ese que hablaba, el enfermo que yo era, y pensaba como un ser redoblado: ¿Cómo es que estoy hablando así con esta gente? No soy capaz de reproducir ningún diálogo. Era el tono. Mi tono era ése. Ellos se miraban.
Sonreían. Yo seguía... No era algo premeditado. Yo no pensaba: tengo que demostrar a esta gente que estoy bien. Era todo lo contrario de lo que se pudiera esperar de una persona en mi estado.


Saramago, el hombre silencioso, el hombre serio, al que algún cáustico atribuyó una "gravedad 'cachimbal". [Sonríe] ¡Eso era cuando fumaba en pipa! Es verdad. Yo he sido, desde muy niño, callado, reservado, melancólico. Nunca he tenido la risa fácil. Incluso la sonrisa, para mí es algo que me cuesta trabajo. Y las alegrías o las tristezas en mí son interiores, no las manifiesto. Ya de niño era así.

Sin embargo, si hay una constante en su obra es la ironía, un tipo de humor muy profundo. El humor llega más tarde. En lo que escribía a los 23 años no había humor ninguno. El conocimiento propio, el conocimiento de los demás, ésa es la base del humor. El humor es una creación muy laboriosa.

Después de publicar 'Levantado del suelo', dijo: "No escribo para satisfacer dictámenes. Escribo un poco como quien respira, como quien habla".
Tal vez el lenguaje acudió ahora en ayuda del cuerpo. Sin duda. Era como si me transportara, como si me apoyase en el lenguaje. Yo mal podía moverme en la cama, pero me sentía llevado por el lenguaje. Una mente que era consciente de la realidad de mi estado, de la situación límite, que a la vez era capaz de desdoblarse y funcionar como si no pasara nada, como si la libertad de la mente, del argumento irónico, no estuviera bajo la presencia constante de la enfermedad, eso ha contribuido muchísimo para salvarme. El humor, una capacidad de animación oral extraordinaria, ese funcionamiento de la mente. Y curiosamente, de todo esto yo he salido con un espíritu totalmente sereno, de una serenidad impresionante.

No es como si no hubiese pasado nada, porque creo que esa sensación de serenidad total es también una consecuencia de la enfermedad. No porque yo hubiera aprovechado para hacer un examen de conciencia. Yo no he hecho ningún examen de conciencia. Quizá por la proximidad, por una proximidad casi tangible de la muerte, he salido con una serenidad que se mantiene hoy. Comparada con el centro del huracán, donde no pasa nada, donde el aire no sopla.

-Lo convencional es pensar que uno, en esas circunstancias, hace balance de la vida. De lo bueno y de lo malo. Calcular el peso del alma. Es cuando pronuncia una de esas grandes frases, como el Borges que decía: "He cometido el más grande pecado que un hombre puede cometer...No he sido feliz".

-Eso es una operación mental, que fabricas luego. Conmigo no ha ocurrido eso. Yo he regresado a la vida. He regresado con naturalidad y con esa serenidad total de la que hablaba. No podía moverme y no me movía. Quizá llegase el día... Y llegó. Un médico me ha dicho: usted necesita por lo menos un año para recuperar algo que se parezca a la normalidad. Bueno, ha sido todo más rápido, sorprendentemente rápido, pero, al mismo tiempo, duro. Ya que hablamos de humor, tal vez la frase apropiada para el momento sea una expresión francesa: Reculer por mieux sauter (Esperar el mejor momento).

En 'El viaje del elefante', el humor es gozoso. De la estirpe de Cervantes y Fellini. Después de la enfermedad, ¿podríamos hablar de un tercer Saramago, de una especie de catarsis? Quizá se pueda decir eso. Salí del hospital y me senté a trabajar. No podía con mi alma. Y los dos primeros días después de salir me dediqué a la corrección de lo que había escrito antes, unas cuarenta páginas. Y al tercer día ya estaba avanzando en El viaje del elefante. Ésa es una situación en la que tiene cierta lógica que uno se pregunte: ¿quién está haciendo esto por mí? Porque en principio no podrías. ¿Cómo vas a poder escribir en esas condiciones? Lo hacemos, pero nos parece tan sorprendente que hayamos podido hacerlo. Mi relación con este libro es ésta: ¿cómo es posible que lo haya podido hacer?

Samuel Beckett hablaba de una "extraña obligación" en ese seguir adelante...
Yo había escrito 40 páginas de El viaje del elefante en 2007. La pauta ya estaba marcada. Tenía un punto de partida, unos datos históricos mínimos. El empeño del rey portugués João III de regalar a su primo el archiduque de Austria un elefante hindú que llevaba dos años en Lisboa, y la aventura que supone trasladar en comitiva ese animal hasta Viena. Hay una frase en el pórtico de la novela que pertenece al Libro de los itinerarios: "Siempre llegamos al sitio donde nos esperan". Tal vez ése es el secreto. Para mí escribir es también una función vital.
También para mí es un viaje. Bueno, el caso es que sale algo que es, pero podría no ser. La composición de este libro es extraña. En el fondo yo no sé nada de este libro.

Si lo dijese otro autor me parecería una 'boutade'. A usted le creo. ¿Quién, en realidad, está narrando? No tengo ninguna respuesta. La asociación de ideas tiene para mi trabajo una importancia que no he podido calibrar. Me fío mucho de la asociación de ideas. Yo siempre he negado la existencia del narrador. Los estudiosos me decían: "¡Usted está equivocado!". Y yo les ponía un ejemplo: ¿dónde está el narrador en una obra de teatro? Cuando me puse a escribir esta historia, me dije: ¿queréis un narrador?, ¡pues aquí estoy! Así que estoy contando la historia como quien está sentado en la cocina de mi pueblo contando una historia. Y aquí podríamos decir el refrán: "A quien cuenta un cuento siempre le crece el cuento". Por lo demás, el libro es un homenaje a la lengua portuguesa.

Capítulo III

"Siempre he intentado vivir en una

torre de marfil, pero una marea

de mierda no deja de golpear sus

muros y amenaza con tirarla abajo"

(Gustavo Flaubert)



García Márquez decía recientemente que "sufría como un perro" cuando leía la prensa. ¿Usted también está enojado con el periodismo de hoy? Creo que Gabo dramatiza y yo ya no dramatizo nada. Tal vez es verdad que hay una cierta rebaja en la calidad de los escritos. Pero depende. ¿Cómo podemos decir que el periodismo de ahora es peor que el de antes? Pienso en Portugal, en España, con las dictaduras, cuando la información era intoxicación, y entonces, ya no sufro. Ni como un perro ni como nada.

No hace periodismo de redacción, pero vuelve a estar en primera línea. Un premio Nobel, un autor célebre, va y abre un sencillo 'blog' en la Red, 'Cuaderno de Saramago' (en portugués y castellano), como un aprendiz.

Sus libros obtienen las mejores críticas en los principales medios de Estados Unidos, como 'The Washington Post' o 'New Yorker', sin importarles su posición política. Están en las librerías de todos los continentes. Podría publicar en los grandes medios de opinión. ¿Por qué ese 'blog'? ¿Por disidencia?

Quizás es esa novedad de volver a empezar. Escribir sin ningún condicionamiento. Los medios te pagarían, claro está. Pero mira, ha ganado Obama, me felicito, y a continuación escribo un artículo en el que pido sin medias tintas el cierre de Guantánamo y el cese del bloqueo económico a Cuba. Y así, sobre lo que se me ocurre. En realidad, el sistema acaba por integrarte. En el fondo no eres más que una guinda en el pastel. Te toleran. Se ríen de ti. ¡Cosas de Saramago!

Lo que usted llama guindas pueden ser espacios de resistencia. Por lo que parece, el ridículo lo está haciendo el sistema. En un texto sobre Marcos Ana (en prisión franquista desde 1939 a 1961) usted hablaba de derrotar el cinismo, la indiferencia y la cobardía. Por supuesto. Para nada soy cínico. Lo que digo es que soy por definición muy escéptico. No es bueno, ya lo sé. Me gustaría entusiasmarme, pero no lo consigo. Hay una grave crisis, pero los ciudadanos no tenemos mecanismos para influir. Pero, por lo menos, deberían decir la verdad. Fíjese usted, António Guterres, cuando era primer ministro, declaró en una entrevista: "La política es el arte de no decir la verdad". ¡Y nadie se levantó para protestar! Aunque no queramos, a los ciudadanos nos arrastra la corriente. O la estampida. Ahora bien, hay que decir: no estoy de acuerdo. El escepticismo no es resignación. Yo nunca me resignaré. Cada vez me siento más como un comunista libertario. Hay tres preguntas que no podemos dejar de hacernos en la vida: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?

¿Usted nunca se vendió? Quiero decir, ¿no tiene la sensación de haberse vendido nunca, por ejemplo, para un premio? No. Nunca me he vendido. No me he vendido. Ni material, ni simbólicamente. El Premio Nobel consagra algo que ya estaba ahí. En la, digamos, clase literaria hay una serie de gente que no me soporta.

¿Por qué existen estos odios entre escritores, a veces más intensos cuanto más vecinos? Eso que decía Jean Chapelain: "El escritor no lee a sus colegas, los vigila". Para mí resultan inexplicables. No sé. No creo que se trate de la persona, no creo haber dado motivos. Tal vez no se soporta eso que llaman el éxito, o la fama, el Nobel... Cuando yo aparecí en los años ochenta, el panorama literario estaba organizado, completo, cada uno en su lugar. Y si había envidias, pues también estaban en su lugar. Yo no estaba previsto.

Manuel Vicent dice que en la cultura habita lo mejor y lo peor de la humanidad. En mi caso, creo que algunos simplemente se sintieron amenazados en su lugar. Pero lo que nadie puede decir es que haya escrito un libro malo.

Con odios o sin odios, no creo que tenga que preocuparse ya por los duelos en los salones literarios. Cuando me dieron la noticia del Premio Nobel estaba en la feria de Francfort. Di una rueda de prensa y dije: "Yo no he nacido para esto, pero esto me fue dado". Es verdad. No he nacido para esto. No nací para esto ni para aquello. Nadie puede decir que nadie nació para esto. [Al fin, sonríe] Tampoco Obama nació para ser presidente.

En sus obras hay personajes inolvidables, fascinantes, que pertenecen a la realidad inteligente. ¿No me diga que no se enamoró de Blimunda, la de 'Memorial del convento'? Blimunda... ¡Sería mucha mujer para mí! Aunque es sencilla. Tal vez la mujer del médico de Ensayo sobre la ceguera... Sí, tal vez ella.

Da la impresión de que, en la realidad, ha sido más amigo de las mujeres que de los hombres. Sí. Eso es verdad.

Hubo un tiempo en que se propagó que había elegido el exilio. Un exilio español. Y es verdad que tiene un hogar en la isla, en Lanzarote. Pero no parece usted un autoexiliado. Cuando estoy allá, también estoy aquí. Nunca me he ido. Expresé mi protesta a un Gobierno conservador por la actitud censora que tuvo con El Evangelio según Jesucristo. Y he criticado otras cosas de Portugal. Y de España también. Y de este mundo, que para tantos tiene la forma del infierno. Pero, ¿qué sería de un escritor sin la libertad de palabra?

Da la impresión de que su imagen en Portugal ha cambiado mucho en los últimos tiempos, de que es más querido, menos polémico, incluso para aquellos que mantienen opiniones políticas contrapuestas. Ya sé que no le gustan las grandilocuencias, pero digamos que es respetado por todos como un héroe portugués. Es verdad. Noto menos rechazo. Y un proceso de reencuentro, después de malentendidos. En fin. También hay gente que antes decía: "Es bueno, pero es comunista". Y ahora dice: "Es comunista, pero es bueno".

Pronto habrá una gran sede de la Fundación Saramago. Y en un lugar muy especial de Lisboa. La Casa dos Bicos, al pie de la Alfama. Eso sí que es un reencuentro. Sí. Es un edificio que cede la cámara municipal por 10 años. Constituye un gran reto. Tiene que ser una factoría creativa. La Casa dos Bicos fue construida en el siglo XVI, inspirada en el italiano Palacio de los Diamantes. En el siglo XX fue almacén de bacalao. La zona, en la Ribeira Velha, es muy popular. Una maravilla. Te voy a decir algo muy importante para mí. Llega un momento en que te crees que tal vez no es una utopía que te den el Nobel.

Tu nombre empieza a ser barajado, junto a otros. Van pasando los años. El nombre se repite. Y piensas: bueno, pues, ¿por qué no? Tal vez me den el Nobel. Pero nunca, nunca, jamás soñé que la Casa dos Bicos pudiese ser sede de una fundación llamada José Saramago. ¡Las veces que pasé por delante desde niño! Soy poco expresivo, pero, a veces, sólo con pensarlo tiemblo de emoción con todo el cuerpo, de arriba abajo.

Capítulo IV

"El instante en que ya no sea

más que un escritor habré

dejado de ser un escritor"

(Albert Camus)



Eduardo Lorenço habla de Saramago como "la mano izquierda de Dios". Es ateo, pero crece empapado de cultura cristiana. ¿Para el erotismo, para el amor, ha tenido que luchar mucho contra el pecado? No. Cuando escribí El Evangelio según Jesucristo, que tuvo las consecuencias que sabemos, en el discurso de agradecimiento al jurado le puse un título que era El derecho al pecado.

Uno de los grandes inventos de la Iglesia católica ha sido inventar el pecado, y después de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente.

¿Quién ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesión de disparates. Pensemos en los muertos por la Inquisición. Incluso, en un grado menor, lo que ocurrió con el gran Camões. Tuvo que defender cada uno de sus versos para obtener el plácet del Santo Oficio. Escribí una obra de teatro sobre ese caso, Que farei com este livro?, que refleja el estado de permanente vigilia, peligro y prohibición en que ha vivido la literatura en nuestros países.

¿Qué ha significado para José Saramago su compromiso como comunista? Actualmente no tengo otra militancia que no sea la militancia indirecta de lo que escribo. Pero la participación política me ha dado algo muy importante. Un sentimiento solidario muy fuerte, la conciencia de tomar parte en una lucha por la humanidad, con todas las sombras históricas que esa lucha ha tenido. En estos asuntos es muy importante la memoria colectiva, pero también la personal. Recuerdo siempre a un camarada con el que yo trabajaba y que fue preso por la policía política. Lo sometieron a la tortura del sueño, la privación del sueño, durante dos semanas. En ese estado no me denunció, no habló, no dijo de mí ni una palabra. Asoció eso a la integridad humana.

Ha habido mucha gente así sin esperar nada a cambio. No puedo imaginarme fuera del partido. Hace unos años, después de la revolución, Álvaro Cunhal (líder comunista portugués) tuvo que someterse a una grave operación y antes escribió unas cuantas cartas dirigidas a militantes del partido, cartas que podían ser entregadas a los destinatarios en el caso de que muriesen. No se murió entonces, las cartas han sido destruidas, pero yo sé que en la carta que me estaba destinada, Cunhal decía que estaba seguro de que yo no abandonaría el partido. Y tenía razón. Y la va a tener mientras yo viva.

Pero los partidos comunistas en Europa son una especie en extinción... En Portugal creo que no existe ese riesgo que menciona. El PCP tiene una base real. Todos lo demás han pasado por operaciones de cosmética, de nombre, de siglas. Y lo peor para ellos es que no están mejor por eso, por haber tratado de hacer ese transformismo.

Ha habido gente que le ha descalificado por esa fidelidad, interpretándolo como un rasgo estalinista. ¿Quién sería Saramago en la Rusia estalinista? Un hombre que tendría todos los problemas. Un régimen que había hecho de la subordinación del ciudadano un principio, pues estaba condenado a lo que ocurrió. La decadencia en todos los aspectos de la Unión Soviética fue debida a la separación entre el partido y el pueblo.

¿Por qué cree que es tan criticado, tanto en España como en Portugal, cuando habla de iberismo? Es delicado tocar ese asunto porque nos lleva al campo de los instintos, de las pasiones, y ahí no nos ponemos de acuerdo. Hay patriotas que no pueden ni oír la palabra España, porque tienen esa idea, esa experiencia histórica, de que de España siempre va a venir algo malo. Portugal está ahogado. Y España también, enredada en su propia noria, con asuntos que parecen eternizarse y que no se resuelven. Pero España tiene ya una experiencia de diversidad, con las autonomías, que puede servir para llegar con serenidad a fórmulas unitarias entre los dos Estados. España y Portugal necesitan ambas una convulsión positiva. Sé que esta opinión levanta ampollas, pero lo planteo con honestidad intelectual. Contribuiría a un multilateralismo ibérico. Por supuesto, respetando las culturas y las lenguas. Se enriquecería la situación de Iberia. Y también tendría un efecto positivo en Europa.

¿Significa algo que España y Portugal tengan un Gobierno de izquierda? No nos engañemos. Es cierto que tenemos en un lado y otro Gobiernos de izquierda, pero de una izquierda que no se nota mucho. A lo mejor no pueden hacer otra cosa. ¿Qué pasaría en Europa si se decantaran más hacia la izquierda? Hombre, no tenemos un Arias Navarro para decir: ¡Vamos a invadir Portugal! Hay que arrumbar de una vez esa idea, que tuvo justificación con Franco, una dictadura mucho más cruel que la nuestra, que hasta le hizo decir a los integristas portugueses: "Espanha, terra perigosa". El problema es que las izquierdas en Europa están casi desaparecidas. Por ejemplo, ¿qué hay en España con referencias intelectuales? Medianías. Están dejando solo al juez Garzón. Yo lo que veo son medianías.

sábado, 22 de noviembre de 2008

EDUARDO MEDINA MORA - Procuradir general de México.

ENTREVISTA: EDUARDO MEDINA MORA Procurador general de la República
"El crimen organizado estaba tocando a las puertas del Estado"
PABLO ORDAZ - México - 23/11/2008




No hace mucho, en un periódico mexicano apareció una viñeta en la que se veía al diablo muy preocupado, charlando con un colega sobre la situación de violencia que sufre el país.
"Durante décadas", venía a decir, "temimos que se colombianizara México, ahora lo que nos da miedo es que se mexicanice el infierno...". Así que la primera pregunta, la que aquí se hace hasta el demonio, es obvia.


Un cruzado contra el 'narco' en México
México
A FONDO
Capital: Ciudad de México. Gobierno: República Federal. Población: 109,955,400 (est. 2008)



"Hay policías en la frontera norte que fueron privatizados por el narcotráfico"

"Las organizaciones criminales disputan al Estado el derecho a usar la fuerza"

"Las investigaciones han llevado a mandos de la fiscalía y de la policía a la cárcel"

"En EE UU los narcotraficantes pueden comprar sus armas preferidas"
Pregunta. ¿Qué está pasando en México?

Respuesta. La situación actual responde a una evolución de dos fenómenos que, si bien no surgieron juntos, sí conviven de una manera un tanto perversa.
De una parte, este país nunca se planteó con suficiente seriedad la construcción de instituciones policiales y de procuración de justicia realmente transparentes. En el pasado tuvimos circunstancias de seguridad pública que se percibían mejores, pero eso no necesariamente respondía a una estructuración institucional pertinente. El modelo funcionaba para algunos ciudadanos, pero era un modelo de delincuencia administrada. El crimen organizado desde el poder. Y ese modelo fue liquidado en los ochenta, pero no se sustituyó por unas instituciones sólidas. No las tenemos. La principal característica del problema de seguridad es su debilidad institucional. Otro factor que ha contribuido es resultado del proceso de evolución política, de la desconcentración del poder. El Ejecutivo anterior era muy fuerte, basado en las atribuciones que la Constitución le da al presidente pero también en poderes metaconstitucionales. Y cuando el país entró en una circunstancia democrática más clara, muchos de esas reglas dejaron de funcionar. El poder se descentralizó. No siempre en un sentido virtuoso. Por ejemplo, México tiene una enorme fragmentación policial. Este Estado es federal, y cada ayuntamiento, cada municipio tiene la potestad constitucional de construir su fuerza pública. Hay más de 1.640 corporaciones policiales en el país.

P. Muchas de ellas infiltradas por el narcotráfico...

R. Hay policías en algunas zonas de la frontera norte que directamente fueron privatizadas por el narcotráfico
. El presidente Felipe Calderón ha dicho que las organizaciones criminales en algunas de esas zonas han disputado al Estado sus potestades básicas. El derecho exclusivo al uso legítimo de la fuerza. El derecho exclusivo de cobrar impuestos -básicamente con el fenómeno de extorsión- y en alguna ocasión el derecho exclusivo de dictar normas de carácter general. Esto se produjo porque, de forma paralela al debilitamiento del Estado, los cárteles mexicanos -que tradicionalmente tenían un papel de prestación de servicio a los colombianos, de porteadores de la droga- fueron adquiriendo más poder. Se beneficiaron de dos circunstancias. Por un lado, Estados Unidos consiguió cerrar la ruta del Caribe. Por otro, Colombia logró fragmentar y reducir el poder de los cárteles tradicionales -Pablo Escobar, los Ochoa, los Rodríguez Orihuela quedaron atrás-. Todo aquello le dio un enorme poder económico al narcotráfico en México, y como consecuencia un enorme poder corruptor y un enorme poder de intimidación. Por su parte, el Estado nunca le prestó suficiente atención a esta penetración lenta, paulatina pero muy potente en el marco institucional. Nunca valoró la capacidad del crimen para destruir instituciones, sobre todo al nivel local. Y ante este panorama -con una creciente confrontación entre las organizaciones y una enorme violencia- no tuvimos ninguna alternativa más que la de combatir sin cuartel a estos grupos.

P. Usted habla de la debilidad institucional. ¿Por qué el Estado no esperó a tener las armas necesarias? ¿Por qué se lanzó a esa guerra sin cuartel provocando la explosión de la violencia? ¿Era una cuestión tan urgente?

R. Era una cuestión absolutamente inaplazable.

P. ¿Por qué?

R. En primer lugar, la violencia ya estaba ahí. La violencia no comenzó con la Administración del presidente Calderón. La disputa de los territorios fue provocada porque el consumo de droga cambió en Estados Unidos. La demanda de cocaína bajó y subió la de estimulantes [metanfetaminas]. Los cárteles mexicanos empezaron a perder ingresos. Empezaron a no tener el suficiente dinero para sostener toda la infraestructura criminal que habían construido en todos estos años. Al ser el pastel más pequeño, se generó la lucha inicial, que luego se hizo más cruenta por otras circunstancias: alianzas precarias que se rompen, agravios y traiciones entre los mismos grupos.... El planteamiento del Gobierno no es terminar con el narcotráfico en la medida en que somos conscientes de que siempre habrá una demanda de sustancias ilícitas, sino quitarle a estas organizaciones el enorme poder de intimidación, el enorme poder de fuego que acumularon a lo largo de todos estos años y por consecuencia su capacidad de destruir instituciones y de secuestrar la tranquilidad de los ciudadanos.

P. Pero la sensación es justamente la contraria. Lo dice todo el mundo en la calle. Nunca México estuvo tan mal.

R. La percepción pública de la violencia responde primero a la manera en que ésta se presenta. Asesinatos, armas de alto poder, decapitaciones que potencian la percepción del fenómeno. No estoy desestimando el tamaño del problema, que es muy grave y así lo asumimos, pero sí hay que considerar que los niveles de violencia en el país comparado con otros países no son tan desfavorables. Hemos tenido este año un incremento muy significativo de los homicidios dolosos atribuibles a la delincuencia organizada, y que se potencia por la cobertura que los medios hacen. Porque la manera en que las organizaciones ejecutan su violencia también tiene un propósito mediático, también tiene un propósito de intimidación de la sociedad que es recogido por los medios. No es tanto el número, sino el esquema deliberado en el cual se realizan precisamente para que, recogidos por los medios, se potencie su aspecto intimidatorio. No nos comparamos tan mal con otros países. México tendrá este año alrededor de 12 asesinatos por cada 100.000 habitantes, Colombia va a llegar a 33 o 34, Guatemala o El Salvador, cerca de 50. La curva de la violencia se va a comportar como una curva de campana, todavía no hemos llegado al pico de máximo de violencia, y en la trayectoria descendente encontraremos también picos de violencia. En un futuro no demasiado lejano la violencia decrecerá.

P. ¿Hasta dónde había llegado para hacer tan urgente la lucha?

R. Las organizaciones de delincuencia organizada estaban tocando la puerta de las más importantes instituciones del Estado. Por eso tenía que darse una respuesta tan contundente, tan determinada. El principal error que sucedió en Colombia y nos han compartido como experiencia para no repetir, fue subestimar el poder corruptor del narcotráfico. Ciertamente, el narcotráfico ha tenido capacidad de infiltrar instituciones de seguridad y de procuración de justicia. Estamos realizando una investigación muy profunda que ha llevado a mandos muy importantes de la fiscalía y también de la policía federal a la cárcel. Hemos visto la capacidad del narcotráfico para lograr información anticipada de operaciones que se iban a realizar. Esto es lo que hemos llamado Operación Limpieza, apegada totalmente a derecho, en la que hemos podido judicializar casos en contra de mandos importantes. Y sobre esta base también separar de funciones a un número muy considerable de fiscales y de elementos. Aún tenemos pendiente el blindaje institucional para que la información no pueda salir

P. ¿Cómo se va a hacer?

R. En detalles muy concretos. Los computadores no deben tener USB o grabadores de discos compactos. No puede haber impresoras en papel y además hay que establecer alarmas de tal suerte que esta información no se disemine con la facilidad que nos hemos dado cuenta ahora que se hacía. El compromiso de la depuración es absoluto, y eso nos va a hacer más efectivos. El número de personas detenidas, el volumen de droga... Tengo aquí unos datos que demuestran nuestra eficacia. Del 1 de diciembre de 2006 en que tomó posesión el presidente Calderón hasta ahora, hemos confiscado 69,7 toneladas de cocaína. 3.655 toneladas de marihuana, alrededor de 40 toneladas de precursores químicos de la metanfetamina, 12.550 coches, 209 barcos, 315 aviones. También le hemos atacado al poder de fuego... Más de 27.000 armas, de las que 15.000 eran largas. Casi 2.000 granadas. Tres millones de municiones. Más armamentos de lo que se necesita para equipar a un Ejército. Hemos detenido a 38.247 personas. Líderes emblemáticos, 5; operadores financieros, 28; lugartenientes, 14; sicarios, 807; funcionarios públicos, 69... Se ha golpeado a todas y cada una de las organizaciones, sin excepción...

P. Pues aún así hay un 40% de la población, según las encuestas, que cree que la guerra se está perdiendo...

R. Los ciudadanos viven la conversación social, y la conversación social se construye no sólo en la vivencia cotidiana de cada uno, sino también en la versión que los medios dan del problema.

P. Hay otro 40% que estaría dispuesto a pactar con tal de que bajara el nivel de violencia.

R. No hay espacio para eso, en primer lugar porque eso es contrario a la ética política, a los valores democráticos, a los valores de respeto a la ley y a la Constitución. Y además en la dinámica en la que se ha entrado en términos de descomposición de las organizaciones, aunque tuviéramos la tentación no habría manera de llevarla a la práctica porque el deterioro y la fragmentación de las organizaciones hace imposible esto.

P. Aunque no haya sido parte de la estrategia, está en su agenda detener a los capos...

R. Lo está...

P. La gente se pregunta dónde están los narcotraficantes más famosos, el Chapo Guzmán...

R. Hay algunas figuras emblemáticas que son objetivo prioritario, pero no único de esta lucha. En los últimos 100 días se ha capturado a líderes muy importantes. Se han ido logrando estas capturas de figuras emblemáticas, pero lo que hace que la lucha sea exitosa será reducir la capacidad de ingresos y de capacidad de fuego, por eso el componente de armas es fundamental.

P. ¿Y de qué forma el éxito de esta lucha depende de EE UU?

R. El narcotráfico es un fenómeno transnacional. El mercado más importante del mundo es Estados Unidos, y México tiene 3.000 kilómetros de vecindad. EE UU tiene una legislación muy permisiva en materia de armas. Sus ciudadanos pueden adquirir legalmente las armas que deseen hasta de calibre 50. Un rifle, el barret, de calibre 50, es uno de los preferidos de los narcotraficantes mexicanos. Esa arma, que puede adquirir cualquier ciudadano, penetra blindaje, penetra paredes, ha llegado a alcanzar un objetivo a 2.400 metros de distancia. Sin duda en las cifras que le he dado de incautación de armas el abastecedor fundamental es Estados Unidos. Allí tienen alrededor de 107.000 establecimientos de ventas de armas. Algo más de 12.000 están en la frontera con México. Y precisamente son estos, los de la frontera, los que tienen como promedio de ventas anual el doble que el resto del territorio. Esto no puede ser casual, no puede ser accidental. La Constitución estadounidense en su segunda enmienda garantiza este derecho, y aunque a nosotros nos puede parecer absurdo que un ciudadano pueda comprar un [rifle] AK-47, un AR-15, o un barret 50, esa es la ley de la tierra.
P. Otra de las cuestiones de debate en México es si la policía sigue siendo operativa a pesar de las infiltraciones.

R. Sin duda. El tamaño y la capacidad institucional no se destruyó. El hecho de poder eliminar a estas personas no destruye a la institución. Son infiltrados, pero no hay colapso institucional en absoluto. Son las propias instituciones las que están ejecutando esta limpieza.

P. Pero hay casos en que la infiltración llegó muy alto -el ex jefe de la Interpol, el ex zar antidrogas-. Eso provoca una desconfianza creciente.


R. Yo creo que el efecto es el contrario. Cuando los ciudadanos miran que se afronta el problema, lo aplauden. Lo más grave en términos de confianza sería la negación, ignorar el problema. Los ciudadanos, y así lo estamos midiendo en nuestras encuestas, saben que estas acciones -difíciles, dolorosas, porque en algún caso era gente muy cercana a nosotros- están hechas con rigor y su efecto es que las instituciones salgan reforzadas.

P. ¿Se siente concernido por la sospecha generalizada hacia la clase política y, en especial, hacia los que como usted están en primera línea contra el narcotráfico?

R. Yo personalmente no tengo ninguna preocupación, nunca se me ha hecho ninguna imputación directa, porque no hay base para hacerla. No se me puede vincular con nada relacionado al crimen organizado.

P. ¿Cuándo se comenzará a ver la luz?

R. Se empieza a ver ya. El narcotráfico está perdiendo fuerza. En su caída están teniendo y tendrán reacciones de violencia inusitada. La situación de normalidad empezará a verse no muy lejos en el tiempo, aunque la batalla completa para ganar esta guerra sin duda es de largo plazo, y así lo planteó el presidente desde el primer día. Será una guerra larga, costosa, difícil. Pero la derrota es impensable porque es imposible. México tiene capacidad para derrotar al narcotráfico. No hay espacio para la derrota.

MARIO VARGAS LLOSA

REPORTAJE: EL RINCÓN
La verdad de las mentiras
JUAN CRUZ 24/05/2008






Mario Vargas Llosa escribe todas sus obras en las bibliotecas, rodeado de libros y tomando notas a bolígrafo



Ahora escribe una novela sobre Roger Casement, el irlandés del siglo XIX que luchó contra el colonialismo en el Congo y en Perú; tiene la mesa llena de libros que luego serán deglutidos para convertirse en materia de ficción o de verdad, no se sabe, la novela será lo que él mismo llama la verdad de las mentiras. Esos libros que Mario Vargas Llosa apila en una mesa limpia, la mesa de una biblioteca pública, constituyen ya una bibliografía completa, pero serán luego una línea; los necesita devorar, siempre fue así, desde cadete, y ahora además que se ha cortado el pelo casi como para la mili, parece un cadete, y un opositor.




Mario Vargas Llosa sigue siendo un alumno que a sus 72 años (que cumplió el 28 de marzo) se prepara como si fuera a clase. Obsesivamente. Ha trabajado en bibliotecas de todas las ciudades donde ha vivido, desde Lima a Madrid, pasando por aquella de la que sido más asiduo, la del Museo Británico, en Londres. Ésta en la que su hija Morgana le ha cazado (y le ha cazado: ahí no se tolera mucho que se hagan fotos) es la New York Public Library, la biblioteca de Nueva York, a la que va todos los días, de lunes a viernes, de once a cinco de la tarde. Juan Carlos Onetti (sobre el que acaba de escribir un libro: de nuevo, en una biblioteca) le dijo un día: "Vos estás casado con la literatura, yo la tengo de amante". Y es así, él está casado con Patricia, pero además con la literatura, es su obligación obsesiva, y se la sigue tomando como cuando escribía en el Jute, el bar en el que hizo en Madrid parte de La ciudad y los perros, mientras estudiaba. Con libros, con cuadernos chiquitos y con su letra ascendente, y con su bolígrafo, que durante años siempre ha sido el mismo. Este que tiene en la mano se le extravió un día, a principios del año 2000; lo dejó en manos de un arquitecto tinerfeño, Carlos A. Schwartz, que le había dedicado un libro suyo de fotos sobre Santa Cruz junto a una escultura de Henry Moore. En el avión hacia París, Vargas Llosa se dispuso a tomar notas y advirtió que ese bolígrafo estaba extraviado. No paró hasta que deshizo el rastro y Schwartz le mandó, por courier, el bolígrafo con el que aparece aquí, con la camisa abierta, pelado casi como un recluta, con sus gafas cortadas, sentado de lado como si le fueran a llamar para tomarle la lección. La gente lo ve como si estuviera escribiendo la enésima novela, pero él la aborda con el mismo espíritu con que se sentó a escribir la primera.

MARIO BENEDETTI (`por Juan Cruz)

sábado 24 de mayo de 2008
ENTREVISTA: FERIA DEL LIBRO DE MADRID - Entrevista
La melancolía de Benedetti
JUAN CRUZ 24/05/2008






"A veces el alma se descuida y te deja un poco de alegría", declara el escritor uruguayo, de 87 años, que publica sus haikus, el libro Vivir adrede y un ensayo sobre Daniel Viglietti



Mario Benedetti se sienta en su butaca preferida, en su casa de Montevideo, en la avenida a la que da nombre Zelmar Michelini, uno de los héroes de la resistencia uruguaya. En esa butaca lee, escribe haikus, empieza los poemas, vive. Tres libros y otros que prepara están en la mesilla. No cesa de escribir, pero el dolor le ve. Aunque el dolor no ha roto su ironía.





"Cómo nacen mis libros es un misterio. Estoy meses sin escribir, y de pronto aparece, plaf, ahí está, vuelve la escritura"


Ya no es la melancolía montevideana, esa de la que hablaban Onetti o Cortázar como parte del alma e incluso de la alegría de los uruguayos; por la vida del autor de Montevideanos, que en septiembre cumple 88 años, han pasado últimamente experiencias muy amargas; la que más le ha herido ha sido la muerte, hace menos de tres años, de Luz, su compañera, la mujer que le abrió el camino de muchísimos versos, su guía en los tiempos del exilio y del desexilio.


Con Luz vivió en Madrid, en Mallorca, en Cuba, y al fin regresaron los dos, y ya volver (a Madrid, que es donde tiene su otra casa) se hace difícil. Él lo dice, con mucha melancolía, porque en Madrid pasó momentos muy ricos... En un momento de la conversación que tuvimos, en su casa, a mediodía, mientras almorzábamos con Hortensia Campanella, su biógrafa, y con Ariel Silva, su ayudante, a Mario se le vio en la cara esa nostalgia de Madrid, cuando habló de la Feria del Libro, de los atardeceres charlando y firmando, dibujando palotes y tachándolos para conservar al fin el número de lectores a los que había firmado...

A veces es un adolescente, cuando escribe, y a veces es consciente del tiempo que ha pasado, y del dolor; fue asmático, ya no lo es tanto, las otras enfermedades, dice de coña, impiden que el asma aparezca de nuevo... Pero sigue estando en sus pulmones la ansiedad cabrona que produce la posibilidad de perder el aire.

Y no sólo ha perdido el aire. La vida es así, trae esos dolores; él los afrontaba gracias a Luz, ahora ya no queda sino la escritura. Ésta es la que le da alegría; le divierten los haikus; los descubrió hace como cinco años, se metió en ellos y ahora es un experto, se ríe haciéndolos. Visor acaba de publicar su Nuevo rincón de haikus; hoy los visitantes le han traído vino pero también cuadernos para que siga escribiéndolos.

Benedetti tiene en la mesilla su último libro narrativo de las dos orillas, Vivir adrede, que en España ha publicado Alfaguara y en Argentina ha publicado Seix Barral; y aún hay otro libro que ha arreglado de una edición de hace treinta años que él ha remozado con datos nuevos y con entrevistas y textos que lo convierten en un trabajo prácticamente nuevo, que ha editado Seix Barral en Argentina. Se trata de Daniel Viglietti, desalambrando, sobre el cantante uruguayo que, como él, sufrió el exilio y vivió el regreso a Uruguay acarreando las heridas de la larga marcha. Los dos, en medio de ese camino, se encontraron en París. Viglietti le dijo que estaba escribiendo música para sus versos; "pues tenemos que hacer algo con esta casualidad". E hicieron una gira memorable, que aún a Mario le devuelve a los ojos la alegría que le deja la vieja y persistente melancolía.

Junto a esos libros hablamos. Él ya no es muy propenso a las entrevistas; lo fue, con cuentagotas. Ahí está ahora, respondiendo a algunas preguntas, ante el magnetófono. Lástima que la ironía de sus ojos no pueda aparecer en letra impresa.

PREGUNTA. Este libro, Vivir adrede, compuesto de relatos, parece una combinación de sus haikus y de sus poemas. ¿Cómo fue saliendo?

RESPUESTA. Yo qué sé. Cómo nacen mis libros es un misterio. Porque de repente estoy meses sin escribir, y de pronto aparece, plaf, ahí está, vuelve la escritura. Aparecen de golpe, con sus títulos y todo, con la división de capítulos. Pienso que eso le pasa a todos los escritores, que un nuevo libro les surge como un secreto que se revela... Durante unos meses tuve últimamente unos problemas familiares graves y no escribí nada. Necesito cierta paz para aproximarme a la poesía.

P. Y a la narrativa.

R. ¡Y para aproximarme a mí mismo!

P. En estos libros últimos, en los que escribe, en los que ha publicado, hay autobiografía y contemplación de lo que pasa. ¿Cómo le deja a usted lo que ve?

R. Tal vez porque últimamente trabajo menos y contemplo más; creo que lo que ha crecido en mí es la capacidad para contemplar el mundo. Por supuesto que no he dejado de escribir, pero sí noto que cada día me fijo más en lo que le sucede al mundo.

P. En estos libros, en los poemas, en Vivir adrede, hay como una tachadura de lo que ve...

R. Es como si descubriera el dolor que ha pasado, y el que me ha pasado, y empezara a tachar, sí; hubo cosas en el pasado que dolieron mucho, y que me dolieron mucho. También aparece eso en lo que uno escribe...

P. La escritura es como el mar, devuelve lo que le eches...

R. ¡Y hay que tener cuidado para no te ahogue!

P. Pero usted se defiende con el humor... Como un adolescente que se levantara en clase a hacer preguntas...

R. ¡Preguntas intempestivas!

P. Siempre se ha manifestado perplejo por lo que pasa. ¿Qué es lo que más le extraña de lo que ahora sucede alrededor?

R. Hay muchas cosas. Evidentemente, una de las que más me extraña es la falta de respeto entre las personas. Eso me duele. Me duele desde el punto de humanitario. Y me duele porque lo veo casi imposible de arreglar... Y es un problema mundial; ahí ves la importancia que ha adquirido el dinero, cada uno pelea por más dinero, por eso está cada vez más lejos un cambio positivo, porque cada día se pelea por más... Y ahí está el origen de la falta de respeto.

P. Es el símbolo de la guerra, la falta de respeto.

R. Los diarios están llenos de cosas trágicas, que revelan en qué se está convirtiendo el mundo ahora, y los cambios que se ven suelen ser negativos... Eso provoca cierta tristeza interior, una tristeza irreversible.

P. Qué lejos parece la felicidad.

R. Yo cada vez la veo más lejos.

P. ¿Cómo se siente ahora escribiendo?

R. Para mí escribir siempre fue una necesidad. Si te digo que empecé a escribir a los siete años... A veces escribo con más urgencia. Y si veo que durante meses no escribo me angustio... Escribir ordena a uno dentro de sí mismo.

P. Acaba de entregar un libro, Testigo de uno mismo, versos que publicará Visor en julio, y escribe otro libro autobiográfico, Biografía de uno mismo, también de poemas. Como si usted estuviera ordenando lo que sucedió.

R. Es como si tratara de verme por dentro. Y por fuera también. Pero ahora tengo un poco esa impresión de que mis últimos libros de poesía son una investigación de mi alma o de mi vida.

P. ¿Y cómo es la vida cuando uno la pone en perspectiva?

R. El estado actual del mundo me deprime. Además, voy a cumplir 88 años. ¡No es para andar bailando!

P. Brecht dijo que también habría que cantar en los tiempos oscuros... ¿No hay ninguna luz?

R. Ahora lo que lamento es no tener una religión. A alguien que está pasando los estados de ánimo que estoy pasando yo le vendría muy bien una religión. Pero no la tengo. Y eso es peor.

P. Y ya no la va a tener.

R. No.

P. Los laicos tienen una religión, la escritura.

R. Sí, puede ser... La escritura puede ser como la fe: vas buscando cosas, por lo menos así le sacudo al alma un poco.

P. ¿Y qué completa más, la poesía o la prosa?

R. Ésa es una cuestión de vocación. Siempre fui más poeta que prosista. Me siento más realizado en la poesía.

P. Estamos en Uruguay. ¿Cómo fue posible que en un país tan chico y tan culto viviera la ignominia?

R. La ignominia siempre es posible. Mira Alemania. Eso no lo cambia ni el tamaño del país ni su historia. Ni la enseñanza que uno recibió. Es un secreto.

P. ¿A usted cómo le dejó aquel largo episodio? ¿Le vuelve a la cabeza?

R. Imagínate. Fue una falla histórica. Porque de repente te viene eso y... Un terremoto. No es de Uruguay o de acá, sino del mundo. Si es un pez pequeño como Uruguay, con menos defensas que otros, lógicamente no es para salir cantando...

P. Dice usted: "Todo es adrede, todo hace trizas el alma".

R. Ah, sí. A veces el alma se descuida y te deja un pedacito de alegría.





El trabajo de Hortensia Campanella


Mario Benedetti, sentado en su sillón, al fin esboza una risa, y brinda con vino. Por sus libros. Pero lo que le ha traído verdadera alegría es la biografía que le ha entregado ya Hortensia Campanella, que lleva trabajando en la vida del autor de La tregua al menos diez años. Aquí está el resultado. De la vida de Benedetti, lo que más le sorprendió a Hortensia, que ahora dirige en Montevideo el Centro Cultural de España, ?es la capacidad de asumir riesgos, incluso de arriesgar la vida en ciertas circunstancias, o de empezar de nuevo en tantas ocasiones. Se necesita valor?. Él siempre quiso ser un poeta; lo dice él, lo dice Hortensia: ? Leía al argentino Fernández Moreno y leía a Antonio Machado, y desde que era un adolescente quería ser un poeta?. Y eso ha seguido siendo? Aprendió a leer casi solo?, dice Campanella? antes de ir al colegio, y desde entonces la lectura y la escritura fueron su obsesión, su vida?. Luego, como diría Gil de Biedma, la vida fue en serio? El exilio fue una tragedia de la que su espíritu positivo y tenaz extrajo una gran riqueza: el encuentro con la gente en los diversos países en los que estuvo viviendo: Argentina, Perú (fugazmente), Cuba y España?. Viajó mucho y pudo comprobar la solidaridad de los pueblos, de las ?patrias sustitutas compañeras?, como las llama. Pero durante su exilio pasó angustias económicas, fue objeto de amenazas y su vida corrió peligro, sufrió la soledad, la ausencia de tanto y de tantos y tuvo que empezar varias veces. Sin embargo, su balance, que aparece en poemas y textos diversos, estuvo lleno de gratitud y buenos recuerdos? El regreso?, dice Hortensia? fue casi tan difícil como el exilio. Inventó ese término tan feliz, desexilio, puesto que el regreso es un proceso en el que a veces se echa de menos el lugar del que se viene; a veces se encontró con incomprensiones y mezquindades, pero también con la emoción del reencuentro con gente y paisajes- Creo?, dice la biógrafa? que tanto en su obra como en su trayectoria vital, el signo de la vida de Benedetti es la coherencia. Y una imagen: su sonrisa, cálida y generosa?.Ahí está la sonrisa, herida por el rayo de la vida, y aunque melancólica, franca, como recóndita, el poeta de la ironía, del amor y la melancolía dice adiós desde su sillón favorito. A los pies, los libros con los que se reconstruye. J. C. O

Mario Benedetti. Nuevo rincón de haikus. Visor. Madrid, 2008. 240 páginas. 14 euros. Vivir adrede. Alfaguara. Madrid, 2008. 200 páginas. 15,50 euros. Daniel Viglietti, desalambrando. Seix Barral. 2008.
Publicado por Premio consuelo para Lucía Folino en 14:05
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JAN MORRIS - ELIZABETH TUCKNISS

domingo 8 de junio de 2008



JAN MORRIS- ELIZABETH TUCKNISS
Jan Morris, sin viaje de novias
La escritora y su esposa pasaron su segunda luna de miel en casa
JACINTO ANTÓN 08/06/2008





La gran escritora de literatura de viajes, que conoce Venecia como nadie, no ha tenido esta vez viaje de novios. Jan Morris, de 81 años, y Elizabeth Tuckniss, que han vuelto a casarse 58 años después de su primer matrimonio, celebrado cuando él era un hombre, James Morris, pasaron su segunda luna de miel en casa, en la hermosa y rústica Trefan Morys, su hogar en Llanystumdwy (Gales). Jan y Elizabeth, que nunca han dejado de ser pareja ni de amarse y han tenido cinco hijos -tres varones y dos hembras, una, Virginia, fallecida a los dos meses- y varios nietos, se vieron forzados legalmente a divorciarse cuando él consumó su operación de cambio de sexo en Casablanca en 1972 y devino físicamente mujer. Ahora, con un tan anacrónico como maravilloso romanticismo, Jan -que se sentía en deuda con Elizabeth y quería devolver el aspecto oficial a la relación- ha vuelto a llevar a su ex esposa si no al altar sí a la oficina del Ayuntamiento de Pwllheli, a sólo 15 minutos de su casa en coche (y menos si conduce la propia Jan), donde firmaron su unión civil.

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La pareja tiene una lápida: "yacen aquí dos amigas al final de una vida"
"Estamos sorprendidas con todo este revuelo, no fue nada singular, sólo fuimos a la oficina y leímos y firmamos, una cosa íntima y bonita", dijo a este diario ayer en conversación telefónica la encantadora Elizabeth. ¿No hubo vestido especial? "No, no", ríe con coquetería la feliz vuelta a desposar. Tampoco viaje de novios. "No, aunque nos gustaría regresar a España, un país que nos encanta y al que Jan dedicó uno de sus libros". Jan Morris se encuentra, ella sí, de viaje. "Está en Corfú, en un evento literario".

Según su esposa, "Jan estaba empeñada en que se reconociera nuestra unión antes de morirnos". La pareja quiere que las entierren juntas en una pequeña isla en el río Dwyfor, detrás de su casa, junto a Llyn Meirch, la Poza de los Caballos, bajo una lápida que guardan desde hace treinta años bajo la escalera de la biblioteca con la inscripción: "Yacen aquí dos amigas, Jan y Elizabeth Morris, al final de una vida".

Será el emotivo epílogo de una de las historias de amor más conmovedoras y hermosas que pueda imaginarse. "Era un matrimonio que no tenía derecho a funcionar, y sin embargo funcionó como un sueño, dando testimonio, una se atrevería a decir, del poder de la mente sobre la materia -o del amor, en su sentido más puro sobre cualquier otra cosa-". Así lo expresó la propia Jan Morris en su extraordinario libro Conundrum (1974), en el que explica su historia, la de un ser humano atrapado en el cuerpo equivocado y que busca desesperadamente un camino para reconciliarse con su verdadera naturaleza. En esa obra capital, de una sinceridad, una belleza y una humanidad deslumbrantes, Morris traza los pasos de su metamorfosis.

Morris, que escribe un nuevo libro, Allegorizings, que no ha de publicarse hasta después de su muerte, conoció a Elizabeth, hija de un plantador de té de Ceilán, al haber alquilado habitaciones contiguas de una misma casa en Londres tras la guerra. Su empatía fue absoluta desde el principio y se casaron en 1949. Él no le ocultó nada de su dilema. Pero tuvieron hijos y Jan esperó hasta que crecieran para dar los pasos definitivos hacia el cambio de sexo, con el apoyo de Elizabeth. Las cosas no siempre han sido fáciles para la pareja, pero la escritora subraya el gran poder del amor para afrontarlas. "El amor me salvó de la autodestrucción y ha dado nobleza a mi vida
Publicado por Premio consuelo para Lucía Folino en 5:34
2 comentarios:
Premio consuelo para Lucía Folino dijo...
Un amor demasiado poco común
Queda lejos de nuestros tan largos, profundos, costosos y acaso inútiles dramas político-agropecuarios. Y cerca de ciertas mutaciones que se produjeron en el siglo XX y ya se volvieron hábito a principios del XXI: las del cambio de sexo, entre otros. Se trata de una complicada historia de amor. Vale la pena abordarla con los ojos abiertos y el corazón limpio.

James Humphrey Morris nació en Gales en 1926. A los 17 años se enroló como voluntario en el Ejército, realizando una brillante carrera como oficial de inteligencia, en especial durante la Guerra Mundial y prestando servicios en Italia, Egipto y Palestina. Paralelamente inició un extenso desempeño en el periodismo, que lo llevaría a escribir en algunos de los más prestigiosos medios del mundo, desde "Rolling Stone" hasta "The New York Times", pasando por "The Guardian", cuya redacción integró. Entre diversas coberturas memorables, en mayo de 1953 narró la primera victoria del hombre sobre la cumbre del monte Everest.

Sin descuidar sus otras profesiones, Morris se internó en la literatura, donde se destacó sobre todo por sus libros de viajes. Desde "Costa a costa" (1956) hasta "Trieste y el significado de ninguna parte" (2001), escribió cerca de treinta volúmenes en los que suele mezclar el ensayo político e histórico, la autobiografía, la ficción y la crónica. Singular repercusión tuvieron su trilogía "Pax Britannica" y su sensitivo "Venecia".

En 1949 el oficial James Morris del 9° Regimiento de Lanceros de la Reina se casó con Elizabeth Tuckniss, hija de un plantador de té de Ceilán. El matrimonio tuvo cinco hijos. Pero en 1972 Morris tomó una decisión que daría un vuelco en su vida: por razones tan íntimas como personales resolvió cambiar de sexo, operación que llevó a cabo en Marruecos. Desde entonces llevaría el nombre por la que se la conoce hoy: Jan Morris. Tanto Elizabeth como Jan no querían romper el vínculo que las unía, pero las autoridades británicas se mostraron inflexibles y debieron divorciarse.

Pero como las relaciones suelen guardar escasa relación con los registros que dan cuenta de ellas, los lazos entre las dos mujeres desde entonces no cesaron. No pudieron separarse y para guardar las benditas formas hasta se hicieron pasar por cuñadas con tal de seguir viviendo juntas. Elizabeth precisó: "Para mí nunca fue diferente: tenemos nuestra familia".

Así, el 14 de mayo pasado en una discreta ceremonia en Pwlheli, Gales, Jan y Elizabeth, volvieron a casarse a través de una unión civil. "Estamos otra vez juntas de manera oficial", evidenció Elizabeth. A modo de celebración, tomaron el té. Y se comprometieron a que, cuando les llegue la muerte, sus restos serán sepultados muy cerca con un epitafio común que dirá: "Aquí hay dos amigas al fin de una vida juntas".

¿Y de la vida sexual, las altas y bajas pasiones? Qué sé yo: cosa de ellas.

Una vez Martin Amis se propuso hacer una nota con Vera, viuda del gran novelista Vladimir Nabokov. Debió viajar a Suiza y soportar las mil vueltas que, durante días, ella le dio antes de concederle la entrevista. Cuando llegó el momento supremo el escritor le preguntó:

-Usted tenía una relación bastante extraña con Nabokov...

-Desde luego pero eso usted ya lo sabía antes de venir hasta aquí, ¿no?

Y allí terminó todo.

(Publicado en la columna Disparador de Clarín el 8 de junio del 2008

9 de junio de 2008 12:04
Premio consuelo para Lucía Folino dijo...
Comentarios
Es evidente que un buen matrimonio se basa en la confianza mutua, la amistad, el apoyo y otros valores que nada tienen que ver con el sexo (ese producto de consumo tan en boga hoy).
Cabe suponer que en toda pareja que llega a una edad avanzada... el sexo apasionado de los años jovenes deja lugar a otro tipo de relacion: queda la amistad, cuando se ha sabido cultivarla y protegerla, y darle el lugar que merece.
De modo que el caso de esta pareja no es tan sorprendente.

Pero me recuerda otro caso que tuvo lugar en Inglaterra (recogido en un documental) sobre un marido con dos hijos adolescentes que decide ser mujer: comienza a vestirse y maquillarse como su esposa -quien acepta este cambio de buen grado-, e incluso anuncia este cambio en su lugar de trabajo. A pesar de su aspecto grotesco -no luce exactamente como Florencia de la V.-, los vecinos lo respetan.
Sin embargo, en sus hijos adolescentes este cambio resulta sumamente "disruptivo", y comienzan a padecer una crisis de identidad, de modelos y una profunda hostilidad hacia los padres.
Lo curioso es que quien tiene dudas sobre su sexualidad -y esto se manifiesta a una edad muy temprana- es mas propenso a casarse y tener muchos hijos, creyendo que con esto despeja sus propias dudas y logra huir de ese "fantasma" que lo acosa... para finalmente entender que uno no puede huir de si mismo y de su propia esencia, y que los impulsos y deseos mas acuciantes siempre terminan por ganar la partida. (Para entonces ya hay hijos, y la cosa es mas complicada).
Otro caso similar sucedio en USA (fue presentado en el show de Oprah Winfrey), y llevado a la pantalla con los talentosos Jessica Lange y Tom Wilkinson.

JOSÉ SARAMAGO.

Saramago Básico
Azinhaga (Portugal), 1922. Escritor.

En 1947 publicó su primera novela, "Tierra de pecado", reeditada en Portugal coincidiendo con los cincuenta años de su aparición. Pese a las críticas estimulantes que entonces recibió, el autor decidió permanecer sin publicar más de veinte años. La celebridad y el reconocimiento a escala internacional le llegan con la aparición, en 1982, de su ya legendaria novela "Memorial del convento", a la que siguió "El año de la muerte de Ricardo Reis". La serie de los textos que lo conducen a recibir el Premio Nobel en 1998 continúa con "La balsa de piedra", "Historia del cerco de Lisboa", a lo largo de los años ochenta. En 1991 publica "El Evangelio según Jesucristo" y luego "Casi un objeto", "Viaje a Portugal", "Ensayo sobre la ceguera", "Todos los nombres" (1999), y ya en los años dos mil "La caverna", "El hombre duplicado", "Ensayo sobre la lucidez", "Poesía completa" y "Las intermitencias de la muerte". Saramago tiene su refugio en la isla de Lanzarote y ha viajado a menudo por razones literarias y compromisos con distintas causas humanitarias. Motivos de sus viajes ha sido últimamente su función de jurado en el Premio Clarín de Novela. Es miembro del Partido Comunista portugués y ha recibido otras distinciones además del Nobel, como el Premio Camões, equivalente, en Portugal, al Premio Cervantes en España.

Así escribe
Comienzo del viaje

Por más incongruente que le pueda parecer a quien no ande al tanto de la importancia de las alcobas, sean éstas sacramentadas, laicas o irregulares, en el buen funcionamiento de las administraciones públicas, el primer paso del extraordinario viaje de un elefante a austria que nos proponemos narrar fue dado en los reales aposentos de la corte portuguesa, más o menos a la hora de irse a la cama. Quede ya registrado que no es obra de la simple casualidad que hayan sido aquí utilizadas estas imprecisas palabras, más o menos. De este modo, quedamos dispensados, con manifiesta elegancia, de entrar en pormenores de orden físico y fisiológico algo sórdidos, y casi siempre ridículos, que, puestos tal que así sobre el papel, ofenderían el catolicismo estricto de don Juan, el tercero, rey de Portugal y de los algarbes, y de doña catalina de Austria, su esposa y futura abuela de aquel don Sebastián que irá a pelear a alcácer-quivir y allí morirá en el primer envite, o en el segundo, aunque no falta quien afirme que feneció por enfermedad en la víspera de la batalla. Con ceñuda expresión, he aquí lo que el rey comenzó diciéndole a la reina, Estoy dudando, señora, Qué, mi señor, El regalo que le hicimos al primo Maximiliano, cuando su boda, hace cuatro años, siempre me ha parecido indigno de su linaje y méritos, y ahora que lo tenemos aquí tan cerca, en Valladolid, como regente de España, a un tiro de piedra por así decir, me gustaría ofrecerle algo más valioso, algo que llamara la atención, a vos qué os parece, señora, Una custodia estaría bien, señor, he observado que, tal vez por la virtud conjunta de su valor material con su significado espiritual, una custodia es siempre bien recibida por el obsequiado, Nuestra iglesia no apreciaría tal liberalidad, todavía tendrá presente en su infalible memoria las confesas simpatías del primo Maximiliano por la reforma de los protestantes luteranos, luteranos o calvinistas, nunca lo supe seguro, Vade retro, satanás, que en tal no había pensado, exclamó la reina, santiguándose, mañana tendré que confesarme a primera hora, Por qué mañana en particular, señora, si es vuestro hábito confesaros todos los días, preguntó el rey, Por la nefanda idea que el enemigo me ha puesto en las cuerdas de la voz, mirad que todavía siento la garganta quemada como si por ella hubiera rozado el vaho del infierno. Habituado a las exageraciones sensoriales de la reina, el rey se encogió de hombros y regresó a la espinosa tarea de descubrir un regalo capaz de satisfacer al archiduque Maximiliano de Austria. La reina bisbiseaba una oración, comenzaba ya otra, cuando de repente se interrumpió y casi gritó, Tenemos a salomón, Qué, preguntó el rey, perplejo, sin entender la intempestiva invocación al rey de Judea, Sí, señor, salomón, el elefante, Y para qué quiero aquí al elefante, preguntó el rey algo enojado, Para el regalo, señor, para el regalo de bodas, respondió la reina, poniéndose de pie, eufórica, excitadísima, No es regalo de bodas, Da lo mismo. El rey aseveró lentamente con la cabeza tres veces seguidas, hizo una pausa y aseveró otras tres veces, al final de las cuales admitió, Me parece una idea interesante, Es más que interesante, es una buena idea, es una idea excelente, insistió la reina con un gesto de impaciencia, casi de insubordinación, que no fue capaz de reprimir, Hace más de dos años que ese animal llegó de la india, y desde entonces no ha hecho otra cosa que no sea comer y dormir, el abrevadero siempre lleno de agua, forraje a montones, es como si estuviéramos sustentando a una bestia que no tiene ni oficio ni beneficio, ni esperanza de provecho, El pobre animal no tiene la culpa, aquí no hay trabajo que sirva para él, a no ser que lo mande a los muelles del tajo para transportar tablas, pero el pobre sufriría, porque su especialidad profesional son los troncos, que se ajustan mejor a la trompa por la curvatura, Entonces que se vaya a Viena, Y cómo iría, preguntó el rey, Ah, eso no es cosa nuestra, si el primo Maximiliano se convierte en su dueño, que él lo resuelva, suponiendo que todavía siga en Valladolid, No tengo noticias de lo contrario, Claro que hasta Valladolid salomón tendrá que ir a
pata, que buenas andaderas tiene, Y a Viena también, no habrá otro remedio, Un tirón, dijo la reina, Un tirón, asintió el rey gravemente, y añadió, Mañana le escribiré al primo Maximiliano, si él acepta habrá que concretar fechas y realizar algunos trámites, por ejemplo, (...)

("EL VIAJE DEL ELEFANTE" PAGS. 13-16)








A punto de cumplir 85 años la semana próxima, el escritor José Saramago concurrió a la Casa Rosada, donde se entrevistó con la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner.

Acompañado por su esposa, Pilar del Río, el autor de Memorial del Convento y Ensayo sobre la ceguera, entre otras grandes obras, llegó al país la semana pasada para participar como jurado del Premio Clarín de Novela 2007, junto a la española Rosa Montero y el argentino Alberto Manguel.

Como un síntoma de las diferencias que tendrá su gestión con respecto a la de su esposo, el presidente Néstor Kirchner --que casi nunca se reunió con intelectuales--, la Primera Dama en cambio parece interesada en estar conectada con las personalidades más descatadas de la cultura, como hacen la mayoría de los mandatarios del mundo.

ENTREVISTAS ENTREOÍDAS EN LA RED VIRTUAL.

ENTREVISTA A JOSE SARAMAGO

"Se me desenterró un lenguaje"

Saramago habla en este reportaje exclusivo sobre su nueva novela, El viaje del elefante, cuyo estilo debe en gran parte a una enfermedad que lo tuvo entre la vida y la muerte. Además del relato, el libro puede ser interesante para el lector, dice, porque está escrito en un lenguaje nuevo, desconocido.

Por: Ezequiel Martínez
internación. "Nunca tuve temor a la muerte", dice.



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FICCION Y RELIGION.

La cuestión religiosa forma parte del nuevo libro de José Saramago. “Si fuera Dios, hubiese inventado un universo menos complicado”, dice.
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EL VIAJE DEL ELEFANTE. Saramago habla sobre su flamante novela y sus aspiraciones.


"Mi casa es mi castillo", me había dicho el día anterior José Saramago. Sólo allí logra algo semejante a un refugio levantado con muros de palabras: "Lo que más disfruto, ahora mismo, es el simple acto de estar escribiendo", aclaraba al mediodía siguiente en el "castillo" que tiene en Madrid , un departamento que más que una casa, funciona como una posada de paso durante sus trajines por el mundo. Sin embargo, el lugar está tapizado de recuerdos, fotografías, libros... Pilar del Río, la esposa y traductora al español de la obra de Saramago, se encarga de que el dúplex madrileño –al que no regresaban desde hacía un año– no tenga la apariencia de un hogar de utilería..

Dos veces había venido a este edificio y las dos veces me perdí. Aunque está en pleno centro de la capital española, en un punto intermedio entre el Mercado de Fuencarral y la Gran Vía, la calle De la Madera se esconde en la cartografía más enredada de la ciudad. Como si deliberadamente los Saramago hubiesen querido despistar a los intrusos. Es que desde hace exactamente diez años, cuando se convirtió en el primer escritor de habla portuguesa –y hasta ahora el único– en recibir el Premio Nobel de Literatura, Don José no ha parado: "Se parte del principio de que el escritor tiene que tener una opinión sobre todo, y si ese escritor es un Premio Nobel, bueno... los pedidos de opinión llegan hasta la estratósfera", se resigna el autor de Memorial del Convento .

El dice que la opinión que vale es la que da como ciudadano.

Uno que acaba de cumplir 87 años y una decena de novelas. La más joven, El viaje del elefante, estará a fines de noviembre en casi todas las librerías de habla hispana. Esa era la excusa para esta entrevista, que de manera inevitable navegó también por la vida y por la muerte.

Un año atrás, luego de un viaje a Buenos Aires para participar como jurado del Premio Clarín de Novela, la salud del escritor se complicó con una neumonía que lo dejó suspendido en una frontera de la que casi no regresa. Hubo mucho de ese viaje en esta charla, anudado a otro, el del elefante Salomón que protagoniza este nuevo libro, cuya travesía de Lisboa a Viena en el siglo XVII es un hecho histórico que Saramago visitó de ficción.

-Muchas veces usted contó que lo primero que tenía de una novela era el título...

-Bueno, primero quiero decir que yo no la llamo novela, y tampoco es un cuento. El lector decidirá lo que es este libro. Pero en este caso lo primero no fue el título, y no le encontraría otro aunque lo buscara. ¿Qué es lo que cuento aquí? Simplemente el viaje que en el siglo XVII hace el elefante que el rey Juan III de Portugal le regala a Maximiliano, archiduque de Austria. Es una historia real, que sucedió, y no podía tener otro título que El viaje del elefante .

-¿Qué dificultades encontró a la hora de poner a un animal como protagonista del relato?

-Mira, hay algo que para mí quedó clarísimo desde el principio, y es que yo no podía ni debía antropomorfizar al elefante. Cada vez que se habla en la literatura de animales, el autor cede a la tentación inmediata de poner sentimientos humanos en los animales. Esto ocurre constantemente, y mi preocupación para no hacerlo partió de algo muy sencillo que me dije a mí mismo: "Tú no sabes lo que es ser un elefante. ¿Vas a poner el elefante a pensar, a pensar cómo?" Un ser humano se puede decir que piensa con palabras, y si no es con palabras, sabemos que aquello que está pensando se puede traducir en palabras. ¿Se puede decir lo mismo de un elefante? Esa es una manía nuestra. Nosotros tenemos un perro, por ejemplo, y aunque creemos saber lo que es un perro, no lo sabemos. No sé lo que pasa dentro de esas cabezas. Yo sé que mi perro Camoes me quiere, pero qué es lo que significa que yo diga "Mi perro me quiere". No sé lo que pasa por esa cabeza. Yo he llorado con la muerte de uno de mis perros, ¿pero lloraría él si yo me muriera? No, que se sepa los perros no lloran. Entonces uno cae en la tentación de la antropomorfización del animal. Eso me preocupaba desde el primer momento en que se me ocurrió este libro: todo, menos poner al elefante a pensar. Concluyendo: el elefante es otro, y yo no tengo el derecho a transformarlo en algo más cercano a mí.

-Otro detalle ajeno a sus costumbres es la de haber adelantado un fragmento del libro. Además lo hizo a través de las páginas de su blog.

-Siempre he sido contrario a los adelantos en los periódicos o las revistas, siempre. En Portugal siempre me lo piden y nunca lo he permitido. Lo del anticipo en el blog no fue idea mía sino de Pilar, y aunque sigo sin estar muy de acuerdo, ella ha puesto un fragmento que está muy bien elegido. Habla de un hombre no identificado que se pierde en medio de la niebla, y que se salva al escuchar al elefante. Para Pilar es como una premonición de mi enfermedad. Eso es lo que piensa ella, y se puede discutir, pero hay cierto fundamento de verdad. Esa escena fue escrita después de que yo saliera del hospital, y por lo tanto llamar premonición a algo que de hecho había ocurrido, parece una contradicción...

-Se refiere al personaje que logra atravesar una niebla muy espesa al escuchar el barrito del elefante que lo orienta para reunirse con la caravana de soldados que había perdido.

-Sí, pero en realidad ese hombre no escucha nada, porque el elefante no ha soltado ningún barrito. Todo eso pasa en la cabeza de un señor que está perdido y que en el fondo cree que está pasando algo que no está pasando.

-Lo salva eso que está imaginando... Pilar me comentaba que mientras usted estuvo internado también escuchaba un llamado.
Bueno, si seguimos con esto de la premonición, y aunque a Pilar no le guste el símil, el elefante en ese caso era ella. Una noche, en la clínica, en medio de las pesadillas más horribles que he tenido en toda mi vida, ocurrió que yo la llamaba a los gritos, pero eran gritos dentro de mi cabeza.

-¿Recuerda esas pesadillas?

-Sí, las recuerdo, pero son demasiado desagradables como para ser reproducidas...

-¿Tenían que ver con el temor a la muerte?

–No, directamente no. Además, a lo largo de esta enfermedad, en ningún momento he tenido eso que llamamos temor a la muerte, nunca. Al contrario, lo que quedó es una serenidad que yo podría explicar de esta manera: si me hablan de la muerte, yo podría contestar: "Sí, ya la conozco".


-Uno está tentado a sugerir que aquellos gritos dentro de su cabeza eran del elefante Salomón, que le pedía siguiera contando su historia.


-Yo ya tenía unas cuarenta páginas escritas antes de internarme. Cuando los médicos me dieron el alta, la verdad es que veinticuatro horas después de llegar a casa ya estaba escribiendo otra vez. Tenía clarísimo adónde quería llegar, cómo llegar. Puede sorprender –y creo que es muy legítimo que sorprenda– cómo es que un libro cuya escritura coincide con un período tan difícil de mi vida, con una enfermedad que podía ser mortal, puede estar tan lleno de buen humor, pueden ser halladas tantas ironías...

-¿Y a qué lo atribuye?
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–Me da mucha pena que no hayan sido registrados los diálogos que mantenía con los médicos en la clínica
. Eran unos diálogos con una total libertad de expresión y de lenguaje; yo me permitía lo que podría ser considerado como una falta de respeto: ser irónico con ellos, y en algunos casos hasta sarcástico. A veces me pregunto –y no sé cómo contestarlo– de dónde surgía esta especie de duplicación de mi mentalidad: era un señor que estaba gravemente enfermo, y otro que se permitía una absoluta libertad de lenguaje.

-Algo así como "el hombre duplicado", el título de una de sus novelas.

-Es que efectivamente algo había pasado en mi cabeza durante esa enfermedad. A lo largo de una vida –y en mi caso de una vida larga como persona y como escritor–, uno se reconoce por su lenguaje. Pero durante la existencia se van acumulando sedimentos de todo, incluso del lenguaje. Hay palabras y giros que desaparecen, que dejamos de usar, entonces viene otro sedimento que se superpone al sedimento anterior... Ahora, ¿qué es lo que me parece que ha sucedido? La enfermedad ha hecho aparecer en la superficie sedimentos que estaban ahí debajo, soterrados, sepultados... Esto ocurría también en el proceso mismo de la escritura: ciertas palabras, giros y expresiones que yo creía olvidados, aparecían con toda naturalidad, no es que yo los buscara con la intención de hacer algo diferente, no... Por eso pienso que además del interés que tenga el libro por la historia que cuenta, creo que uno de los motivos de atención particular del lector tendrá que ver con este lenguaje. Es un lenguaje distinto.

-En un momento del libro, el comandante portugués encargado del traslado del elefante desde Lisboa, dice: "Algo me ha mudado por dentro en este viaje". ¿Este viaje suyo también le mudó algo por dentro?

-Eso siempre se puede decir. Se cambia dentro de lo que se es, y yo sigo siendo el que era. Ahora, lo que me gustaría es que el lector, a la hora de leer el libro, sintiera eso, que está viajando... ¿Pero en la figura del archiduque? No. ¿En la del cornaca? Ni siquiera, aunque podría ser... Pero lo que me gustaría que el lector pensara es: "Este elefante soy yo". El epígrafe del libro, de un supuesto "Libro de los Itinerarios", dice: "Siempre llegamos adonde nos esperan". Y la pregunta es inevitable: "¿A qué se refiere eso?" Y la respuesta sólo puede ser una: a la muerte. Siempre llegamos a la muerte, ahí nos están esperando.

-La religión es otro tema presente. Se habla de la Inquisición, también hay una discusión casi teológica sobre la Santísma Trinidad que concluye con esta frase: "Dios es el elefante".

-Podría ser... Pero mira, yo no creo que haya podido existir alguna vez un dios, y cuando digo esto no me refiero únicamente al Dios de los cristianos, sino a cualquier dios. No hay dioses, los hemos inventado porque los necesitábamos. Pero como de todos modos le tememos a la muerte, si podemos creer que de una forma u otra habrá una existencia después de ella, entonces encantados. Pero para eso se necesita alguien superior, esa especie de autor primordial que permite que esto siga funcionando, y ese sería Dios. No creo y nunca lo he creído. En un universo en donde hay 400 mil millones de galaxias, y cada galaxia, según mis cálculos, tiene millones de estrellas, y cada estrella tiene sus sistemas de planetas en ese vacío total del universo... Bueno, bueno, si yo fuera Dios, habría inventado un universo menos complicado, más cómodo, más confortable. Es decir, me parece absurdo. Yo hablo tanto de religión porque me cuesta trabajo comprender, además por qué, si yo tengo una religión, estoy obligado a odiar a la gente de otras religiones. No debería sorprender, porque los que siguen al Real Madrid no pueden ni pensar en los que siguen al Barcelona. Si esto sucede en algo tan rudimentario como el fútbol, qué es lo que no ocurriría si yo creo en un dios y no puedo soportar la esencia de alguien que cree en otro dios. Es la prueba de que en el fondo somos bastante estúpidos, con todo respeto. Por eso a veces digo que el mundo sería mucho más pacífico si todos fuéramos ateos.

-Usted dijo que le gustaría que la gente lo recordara como el autor del personaje del perro que enjuga las lágrimas de una mujer en "Ensayo sobre la ceguera". ¿Sigue pensando lo mismo?

-Sí, claro, eso es algo que responde a un sentimiento más profundo de lo que parece. Cuando digo que si yo tuviera que ser recordado por algo, me gustaría que me recordaran como el creador del perro de las lágrimas, primero porque creo que a nadie se le ocurrió que en una situación como aquella, terrible, de hambre y de búsqueda de alimentos todos contra todos, un perro que se acercara a una mujer desesperada sentada en el suelo llorando, y que en un gesto de compasión, le secase las lágrimas con la lengua... Pues sí, creo que he añadido algo nuevo a las situaciones que transitan de una obra a otra, de un autor a otro, en eso que llamamos cuento, o novela...