jueves, 9 de julio de 2009

Entrevista a Hernán Arias


“No pretendo fundar una región literaria”
Con su novela “La sed”, Hernán Arias obtuvo el primer premio en el concurso provincial Daniel Moyano.
Egresado de la Escuela de Letras de la FFyH, el escritor habla sobre su obra y define algunos rasgos característicos de su singular escritura. También expone sus gustos literarios en una entrevista realizada por Carlos Schilling, egresado de la Escuela de Filosofía y periodista de La Voz del Interior.



Hernán Arias ya publicó dos libros y se hizo acreedor del premio que otorga la Agencia Córdoba Cultura.

Sin bien Hernán Arias viene escribiendo desde hace varios años, su irrupción se produjo recién en 2004, con dos noticias. Primero, la publicación de “Los invitados”, en editorial Alción, una colección de relatos donde muestra de qué rara materia está hecha su voz única dentro del panorama de la literatura cordobesa actual. Segundo, la obtención del primer premio en el concurso de Novela Daniel Moyano, organizado por la Agencia Córdoba Cultura, con el libro “La sed”, un texto donde confirma esa singularidad de su voz literaria. La siguiente entrevista fue realizada mediante un intercambio de correos electrónicos.

- “La sed” es una novela morosa, con una apuesta fuerte a la escritura y a procedimientos narrativos exigentes, ¿esperabas un reconocimiento tan inmediato como el premio Daniel Moyano?

- Digamos que no, pero también es cierto que la elección del concurso fue algo muy pensado. Precisamente por lo que vos señalás, no hubiera enviado esta novela a otro concurso. El “Daniel Moyano” reunía ciertas condiciones que me parecieron atractivas. En primer lugar, no estaba vinculado -de manera directa, al menos- a intereses comerciales. Los concursos organizados por las grandes editoriales premian siempre obras “vendibles”, claro que desde la idea extremadamente limitada que tienen los editores de lo que es una obra “vendible”: entendida siempre como “legible”, en el peor sentido de la palabra. En este concurso, en cambio, al estar organizado por la Agencia Córdoba Cultura, por un lado, y por la características del jurado, por el otro, pensé que se podían seleccionar las obras con un criterio estrictamente literario.

- La novela transcurre en un espacio geográfico cargado de sentido: la Pampa Gringa. ¿Por qué ese lugar? ¿Y en qué medida tu biografía, el hecho de que hayas nacido en San Francisco, determina esa elección?-

Creo que frecuentar el campo a cierta edad resulta una experiencia extraordinaria. Se produce una eclosión entre la aguda percepción que uno tiene cuando es chico y el desconcertante paisaje de la llanura, en el que sólo encontrás silencio y quietud.

Cualquier cosa que se mueve en la llanura te llama la atención porque modifica el paisaje. Cualquier sonido se oye con extrema nitidez, sobre todo cuando oscurece y sólo quedan algunos puntos de luz y lo visible deja de ser importante. Cuando era chico y caminaba por el campo siempre tuve la impresión de estar recorriendo un lugar sin límites, lo que me provocaba una sensación de extrañeza, de perplejidad. Intenté recuperar esa sensación en “La sed”, aunque no como tema sino para crear una atmósfera.

- Tanto en “La sed” como en “Los invitados”, hay lugares reconocibles; el campo alrededor de San Francisco en la novela, la ciudad de Córdoba en los cuentos, y también hay personajes que se repiten, ¿tenés el proyecto de fundar una región literaria, a lo Faulkner, Onetti y Saer, en tus libros?

- No pretendo fundar una región literaria. Me parece que esa apuesta puede resultar atractiva sólo a corto plazo, pero que con el tiempo se vuelve en tu contra. Yo creo que las últimas obras de los escritores que vos nombrás no están a la altura de lo mejor de su producción, entre otras cosas porque no consiguen despegarse de ese proyecto. Todos los lugares -y sus personajes en un principio seductores- se agotan en algún momento: Yoknapatawpha, Santa María o la Santa Fe de Saer. Creo que lo interesante está en captar una mirada y lograr que esa mirada se traduzca al estilo y defina una poética. Si uno consigue esto puede abordar cualquier tema y prescindir de las regiones literarias. Hemingway es un buen ejemplo, o Borges, para poner otro caso. En las obras de Hemingway encontrás que las historias transcurren en Estados Unidos, en distintos países de Europa, en el Caribe o en África, pero todas tienen una sólida unidad estilística, una misma mirada, y eso es inconfundible.

- “La sed” es narrada desde la perspectiva de un niño, ¿cómo construiste esa mirada para liberarla de todo lo que se supone que un niño debe ser: tierno, ingenuo, simpático, etcétera?

- Siempre tuve ciertas reservas con la literatura escrita en primera persona, justamente porque me parece que es más fácil caer en los estereotipos. Pero la verdad es que en este caso eso no fue un problema: yo no creo que los chicos sean tiernos, ingenuos o simpáticos, sino más bien todo lo contrario. Y sobre todo un chico del campo. Fue suficiente con recordar cómo era yo cuando tenía once o doce años, y cómo me comunicaba con los adultos y con los chicos de mi edad.

- Si bien hasta ahora se conocen sólo dos libros tuyos, ya se percibe un estilo e incluso una poética, ¿podrías definir los rasgos característicos de tu escritura?

- Retomando lo que te decía, me interesa definir una mirada y desde ahí trabajar con las superficies. Como lector disfruto mucho de los escritores que indagan en la psicología de sus personajes -Thomas Bernhard o Proust, por citar a dos de los más admirables-, pero eso no me interesa a la hora de escribir. Prefiero mostrar hechos, armar escenas, situaciones, y que eso hable por sí mismo. Por eso recurro al minimalismo y a la epifanía: de golpe, algo se manifiesta, algo extraño surge de una situación común y uno se queda perplejo, sin palabras. Eso es lo que más admiro de Joyce. Los relatos de Dublineses logran fascinar al lector, así como muchas de las escenas de Ulises; por ejemplo la que abre el libro: esa conversación en la torre entre Stephen y el gordo Buck Mulligan –dicho sea de paso, uno de los grandes personajes de la literatura de todos los tiempos.

- Varias veces expresaste tu adhesión a la teoría del iceberg de Hemingway, de que preferís decir poco a decir demasiado, ¿es una posición válida para tus ficciones o la considerás un valor universal? ¿Cómo combinás esa reticencia con tus ideas formales (todos tus textos presentan estructuras fuertes) y con tu ‘pulsión descriptiva’, para llamarla de algún modo?

- Creo que la teoría del iceberg de Hemingway es su gran aporte a la narrativa en todas sus formas. Muchos excelentes escritores la tuvieron en cuenta: Salinger y Carver, por nombrar a dos. Y también le aportó muchísimo al cine: como se puede ver en La ciénaga, por ejemplo, de Lucrecia Martel. Esa confianza hemingweiana en la capacidad interpretativa del lector -o del espectador, en el caso del cine- me parece muy recomendable a la hora de contar una historia. Así como también me parece muy recomendable el cuidado formal que proponen escritores como Nabokov. Creo que si uno logra combinar esas dos cosas ya tiene algo importante. La prosa que más me interesa es la que resuelve de un modo elegante esa doble tensión: una estructura sólida para un relato que diga sólo lo indispensable.

- Si se comparan tus libros con los de otros autores argentinos, es posible detectar varios elementos ausentes en tus ficciones:

no hay “delirio” a lo Copi, César Aira (y sus seguidores Tabarosky, Oliverio Coelho, Bizzio, Guebel),

no hay “metaficción” a lo Piglia (Martín Kohan, Alan Pauls, Rodrigo Fresán),

no hay juego psicolingüístico, ni parodias, ni abuso de oralidad (Osvaldo Lamborghini, Fogwill, Nielsen, Guzmán, Cucurto),

no hay “ficción política o docuficción” (Saccomano, Walsh, Matilde Sánchez, Belgrano Rawson),

no hay realismo “actualizado”, ni en variante seria (Claudio Zeiger, Florencia Abbate)

ni en variante más frívola (Juan Forn, Sergio Olguín). La diferencia, ¿es deliberada?, ¿querés marcar una distancia con la literatura argentina?

- No me interesa posicionar lo que hago en relación con las distintas corrientes del canon -o de los cánones, porque seguramente hay muchos- o, para usar un término menos académico, de la tradición. Creo que un escritor puede hablar de sus gustos como lector y de sus inquietudes sobre el oficio, pero no vale la pena que hable de su obra en esos términos. En los últimos tiempos muchos escritores parecen estar pensando más en cómo rotular lo que hacen -para, desde ese rótulo, relacionarse con escritores ya consagrados- que en hacer algo verdaderamente interesante.


Carlos Schilling
egresado de la Escuela de Filosofía (FFyH)
y periodista de La Voz del Interior.

miércoles, 8 de julio de 2009

gabriel bañez

21 abril, 2009
Entrevista aparecida en "El liberal"
Diálogo a solas con Gabriel Báñez

Por Augusto Munaro / Especial para Viceversa

“El humor es mi pobre recurso ante la desesperación”

Viceversa le ofrece en la edición de hoy una entrevista exclusiva al autor de la novela “La Cisura de Rolando”, recientemente ganadora del concurso literario “Premio Internacional de Novela Letra Sur”.

El escritor y periodista Gabriel Báñez (La Plata, 1951), es quién ganó recientemente el concurso literario “Premio Internacional de Novela Letra Sur”, organizado por el Grupo Jornada de la provincia de Chubut y la editorial El Ateneo, con el libro “La Cisura de Rolando”. El jurado integrado por Martín Kohan, Claudia Piñeiro y Juan Sasturain, seleccionó su obra entre un total de 293 candidatas remitidas desde varias provincias y del exterior, otorgándole además de su correspondiente publicación, la suma de 50 mil pesos.
“La cisura de Rolando”, es un término médico para localizar la región del cerebro que separa el lóbulo frontal del parietal, y asimismo, se trata del nombre del protagonista de la novela. Dividida en dos partes, la primera aborda la singular infancia y adolescencia del personaje, que estando imposibilitado del habla, aprende taquigrafía para poder comunicarse. La segunda y última parte de la historia, retoma las vicisitudes de Rolando, ya adulto e ingeniero, tras acudir a una terapia lacaniana, cuyos desopilantes resultados convierten el libro en una sátira de incuestionable valor. Autor de una docena de novelas, Báñez es además columnista de "El Día" y está a cargo de la sección literaria del diario. Dueño de un estilo parco, su escritura se presta a una plasticidad expresiva muy particular. Por momentos sobria y por otros cínica, la novela logra representar mucho más que las funambulescas peripecias de un afásico. Hay en Báñez ecos de Swift, de Arturo Cancela; de Bernardo Jobson. Un humor corrosivo que hace su escritura profundamente humana, porque pone al desnudo sus defectos sin fines estrictamente didácticos. El libro ofrece, a su vez, el panorama de toda una sociedad y una época histórica; la Argentina actual, para legarnos por sobre todo, un sutil homenaje al lenguaje.

- ¿Qué lo llevó a escribir “La cisura de Rolando” en primera persona y con un protagonista que pierde el habla?

- La primera persona de Rolando es la tara. Tengamos en cuenta que una perspectiva, narrativamente, no es una cuestión técnica si no de conciencia: dónde me ubico con relación a lo que voy a contar, cuánto de mí está involucrado, qué distante estoy o cómo me afecta, etc.

- ¿El silencio de Rolando, el trastorno del lenguaje que padece, es simbólico en más de un sentido?
- Todo es simbólico, el lenguaje en sí mismo es grafía y símbolo designativo
. El lenguaje trópico o traslaticio también va adquiriendo nuevas designaciones referenciales. Palabras vulgares que designan cosas y luego mutan: bala, pensemos. Pero si alguien dice “ese tipo es bala o balín”, bueno, la cosa cambia. Ahora bien: en Rolando el presunto trastorno adquiere connotación negativa en quienes lo rodean. El personaje, al revés, lo supera a partir de otros lenguajes.

-Llama la atención la solvencia con que aborda conceptos de electricidad, taquigrafía y neurología. ¿Hizo algún trabajo de investigación para ello?
- No, ni idea. Palabra: no tengo la menor idea de qué es un electrón o una celda electromagnética. Ese nulo saber lo aplico a la idiosincrasia femenina porque nadie tampoco sabe qué es una mujer. Y cuando lo sabemos, ya es tarde. Los hombres siempre estamos tarde de todas las cosas.
- En su particular humor, rasgo característico de su escritura, ¿cuál es exactamente la cuota de cinismo?
- La cuota de cinismo, me han dicho, me torna insoportable. Yo, sin embargo, logro prorratearla y llevarla en cómodas cuotas diarias, mensuales a veces. Depende. Eso la hace soportable. Sin embargo, es parte de mi vulnerabilidad, del tipo enormemente precario que soy. El humor es mi pobre recurso ante la desesperación.
- ¿Báñez, es Rolando un resentido, un paranoico; es posible describir su personalidad?
- Rolando es un personaje fatalmente ingenuo
, las notas de resentimiento que se le pueden advertir son patadas a ciertos lugares comunes: modelos o actrices que adoptan niños en Nairobi. La burla, el Rolando de la segunda parte, la traslado a nuestra frontera con Bolivia. Me asquea la gente que se conmueve de a ratos ante la miseria. Como la paranoia: Rolando es “de a ratos paranoico”. En esencia, no obstante, yo diría que es un ingenuo.

- En un pasaje de la novela, el protagonista dice “uno jamás escribe lo que quiere decir ni dice lo que verdaderamente siente”. ¿Comparte usted esa afirmación?

- Sí, la comparto de a ratos. No siempre uno dice lo que dice ni tampoco lo que siente. Cree estar diciéndolo. Ese convencimiento o noción es la mayor trampa del lenguaje. Somos víctimas del lenguaje, él nos construye así como nos retiene. Nos moldea y nos hace creyentes. La mejor trampa del lenguaje es idéntica a la del diablo. Pero convivimos con él, y más: madre es lenguaje, padre es escritura.

- En una oportunidad usted dijo que con la redacción de “La cisura de Rolando”, aprendió discretamente a dudar de su yo referencial. ¿Por qué?

- Discretamente he aprendido a dudar del yo referencial porque no hay nada más mentiroso que el yo. Las ficciones acaso más puras en el estricto sentido lato del término son las autobiografías. Uno dice o escribe yo y ya deja la marca iniciática de la mentira, del lenguaje. La escritura, la máscara.- ¿Haber ganado este premio, condicionaría de alguna forma, su modo de escribir futuras obras?, ¿por qué?

- No, no creo: siempre escribo dándole vueltas y vueltas a la disfuncionalidad. No creo que el premio me torne funcional, para nada. Luego, uno escribe lo que puede. Envidio a quienes pueden escribir sobre cualquier cosa. Esos son escritores verdaderos. Yo soy apenas un apuntador del disociado que me dicta, Gabriel Báñez, pongamos. Aunque los nombres terminan agotando a sus portadores.

- Cuando usted escribió el libro, ¿cuáles fueron las prioridades que consideró indispensables conservar y explorar?

- Las fallas de la escritura, ciertas fisuras que intuía y dejé intactas durante el proceso de corrección. Conversando con José Donoso, me decía: “Hay fallas geológicas que aparecen en la escritura y esas son verdaderas, hay que dejarlas intactas”. Lo creo. Por esas zonas respira el texto, lo más orgánico, fallido y anárquico de la novela, en este caso. Por eso admiro tanto a un escritor menor como John Fante: él deja sus fallas a la vista, las costuras, los hilvanes. Digamos que soy un hijo bobo de Fante.

- ¿La novela lo ayudó a matizar su postura hacia la terapia lacaniana?

- La novela es un matiz. No tengo postura ante la terapia lacaniana. Me parece, sí, una admirable literatura. Pero no hay cinismo en esta afirmación, al contrario. Hay admiración. El rigor de Lacan nace de haber encontrado fisuras, fallas geológicas en el lenguaje. Para mí, funcionan. Y funcionan admirablemente porque lo hacen en vulgata, de su yerno para acá, de la literatura oral y fascinantemente epigonal para acá.

- En un reportaje usted dijo que sus novelas tenían que ver con la disfunción que yace en toda la cultura. ¿Podría explicar por qué?
- Porque la cultura es la enfermedad.

lunes, 6 de julio de 2009

VICENTE VERDÚ por Juan Cruz.

Réquiem para el capitalismo
En su nuevo libro, El capitalismo funeral, el poeta, narador y periodista Vicente Verdú advierte que el deterioro del sistema es irreversible pues entraron en crisis desde las finanzas hasta la calidad de las personas.


Un diálogo con Juan Cruz
y la opinión de dos argentinos: el analista internacional Jorge Castro
y el profesor Pablo Rieznik.



Vicente Verdú, poeta, narrador y periodista, ha escrito mucho sobre crisis. Fue jefe de Opinión en el diario El País de Madrid y combatió el "imperialismo de la ficción" en la literatura.

En su nuevo libro, El capitalismo funeral, advierte que el deterioro del sistema es irreversible pues entraron en crisis desde las finanzas hasta la calidad de las personas. Un mundo basura se termina.


Por: Juan Cruz
PROTESTA. Trabajadores franceses queman cubiertas en la plaza de la Bolsa de París, en mayo último.
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Vicente Verdú, poeta, periodista, narrador y ensayista, se ha distinguido en España (y en el mundo) por haberse adentrado con solvencia (y literatura) en algunos de los episodios socioeconómicos y culturales que han definido el mundo en el siglo XX. Y ya comenzado el siglo XXI se ha apresurado a hacer un diagnóstico de este período crítico que vivimos con un título que prolonga su bibliografía, casi toda en la editorial Anagrama. El capitalismo funeral, que acaba de salir en España, se suma a sus estudios sobre Estados Unidos, sobre China, sobre el lujo y la cultura.

El es, fundamentalmente, un poeta. De modo que esta frase suya, que aparece incrustada en el título del volumen ( La crisis o la Tercera Guerra Mundial ) sobre el drama en el que aparentemente vivimos, hay que tomarlo como una metáfora. Pero también como una advertencia. Viniendo de él, como se ve en esta conversación, habría que tomarla muy en serio. Verdú, que fue jefe de Opinión en El País de España, donde sigue escribiendo, y que nació en Elche (Alicante, España) en 1942, dice aquí que la crisis que recorre el planeta es "social, cultural, moral y, por lo tanto, el principio de un mundo y el final de otro".

Es muy fuerte lo que dice: estamos en la tercera guerra mundial.

Pero hay que atender al modo de decirlo. Vicente Verdú es, decimos, un poeta; uno de sus títulos memorables es Si usted no hace regalos le asesinarán; como periodista (oficio que ejerce en El País desde 1981), forma parte de una generación que combatió con la cultura el espacio gris del franquismo; como ensayista ha visitado Estados Unidos y China para estudiarlos a fondo, y como narrador es autor, entre otros, de un libro, No ficción , que convirtió en su manifiesto contra la ficción, o contra el imperialismo de la ficción. Ahora se ha adentrado en los agujeros negros del capitalismo y ha salido de ahí con un título que abre las carnes, El capitalismo funeral. La crisis o la Tercera Guerra Mundial, que aparece en Anagrama en el momento más oscuro de la crisis planetaria.

En "El capitalismo funeral" usted comienza hablando de cómo se hace un libro, sobre cómo el libro se va haciendo, en cierto sentido... Es una interesante reflexión. Hay gente que despliega papeles, croquis. Y a usted el libro se le va haciendo...

Siempre me han chocado mucho estos novelistas, y no sólo novelistas, que dicen: "Tengo todo el libro en la cabeza; sólo me falta escribirlo", como si el proceso de escritura fuera una mecanografía... Todos sabemos, si nos ha gustado escribir y hemos apreciado la forma de decir las cosas, que la escritura es un medio vivo que suscita ideas, que cambia las preexistentes, que abre caminos insospechados y que crea, en general, el gran gozo de escribir.

Usted es autor de títulos muy sugerentes: "Si usted no hace regalos...", "No ficción", "Yo y tú, objetos de lujo", "El capitalismo funeral." ¿Cómo llega usted a este título? ¿No le parece que la palabra funeral disuade?

Viene como contraste a una época muy de auge, de orgía, y en este batacazo súbito en que el mundo ha venido a caer esta palabra negativa confiere el contraste del lleno y el vacío, del alto y el bajo, de la levitación y el enterramiento. Me enamoré de ese título porque funeral, que empleamos siempre como sustantivo, es un adjetivo de origen, y me pareció que ese juego léxico entre dos aparentes sustantivos, capitalismo y funeral, era rotundo y expresaba también el fin de una época. Ese es el fondo del libro, que ésta no es una crisis cíclica más, sino que a mi modo de ver es una crisis social, cultural, moral y, por lo tanto, el principio de un mundo y el final de otro.

Y una falla en la historia de la cultura, dice usted.

Creo que la crisis no es exclusivamente financiera y económica; hay implicados muchos más elementos. El especulador no puede especular si no hay gente con quien especular; el estafador no estafa si no hay un cándido; la gente no se aventura en las hipotecas si la época no lo promueve. Todo esto tiene que ver. Y tiene que ver, por si faltaba poco, con la pérdida de calidad de las cosas. Cuando se habla de los bonos basura o de las hipotecas subprime , eso es concordante con el trabajo basura, con la tele basura, con la comida basura y con la mala calidad de las personas, porque ésa es una cuestión que a mí me ha parecido interesante para explicar. No estoy moralizando, estoy hablando de la ruptura de los materiales...

¿Somos peores?

Los materiales eran malos. La amistad estaba deteriorada o era floja. La calidad de las personas también bajó en correlación con la baja calidad de los tejidos en los vestidos, de las comidas, del trabajo, de los muebles.

Le repito: ¿somos peores?

Los conceptos morales son peores respecto a los valores absolutos. Somos menos consistentes. Una economía especulativa como la que venía necesitaba perder consistencia y ganar elasticidad, facilidad de circulación, ligereza, poco afianzamiento. En Estados Unidos hay una cosa que se valora en los empleos: el lastre cero. Se llama a una persona de lastre cero a aquella que no tiene raíces, que tiene pareja pero no está enamorada, que no tiene hijos o los tiene distanciados, que tiene una formación pero no es una formación muy vocacional. Es un mundo ligero y volátil, propenso a desvanecerse.

Ahora no miramos a la economía. ¿Adónde miramos ahora?

En una época pasada vivimos basados en el dolor como eje de la cultura. Se alcanzaba la recompensa después del sacrificio. Primero se ahorraba y después se compraba. Esa ética del dolor, basada en el cristianismo acérrimo, fue sustituida por una sociedad de consumo que invirtió la ecuación. Es la inversión de la ecuación del dolor y el establecimiento de la ecuación del placer. Ahora Zapatero, por ejemplo, nos induce a que consumamos, cuando hace dos o tres meses, eso parecía moralmente condenable.

¿Es el fin de fiesta? ¿La globalización ha sido un espejismo?

Ha sido una suerte de orgía la idea, por ejemplo, de que uno se podía enriquecer en poco tiempo. Como el placer no era malo o condenable sino productivo a través del consumo, que no era pecado mortal, sino que estaba formando parte del espíritu del tiempo, todo había que disfrutarlo en esta vida. Y ésa era la norma que persistía en todos los ámbitos. Esa época también coincidía con un aturdimiento, faltaba un proyecto de vida. La idea del proyecto de vida es más propia de una época anterior. Casarse, tener hijos, afianzarse en un trabajo de por vida, la extremaunción y el cielo. Todo ese proceso predeterminado se descompone en la segunda mitad del siglo XX: no hay una sino varias parejas, no uno sino distintos trabajos en diferentes lugares, no una familia única sino un ensamblaje de familias mecano, etcétera. El fin de fiesta es el apagón de las luces y el momento en que llega la meditación. Creo, como todo el mundo ha dicho a lo largo de la historia, que las crisis son un momento muy propenso, e incluso inexorable, para poder renovarse y recomponer un proyecto con un sentido cada vez más consistentemente humano.

¿Y cómo será el mundo?

Puede que sea menos jerárquico y más matricial, más equitativo y colaborador. Más horizontal y tramado a la manera que hemos aprendido en la red y más directo e interactivo. La figura del intermediario financiero que se llevaba prácticamente todo el beneficio del agricultor se corresponde con el intermediario financiero que nos explota con sus comisiones. O con el intermediario político, que con su corrupción malbarata nuestros bienes, y con su endogamia desdeña gradualmente al ciudadano en beneficio de conservar el poder a toda costa. Este mal del intermediario ha sido rotundamente denunciado y demolido por la acción en la red y los contactos directos entre empresas o persona a persona.

Y ahora nos podemos defender de los intermediarios.

De esta clase de intermediarios nefastos e improductivos teníamos ya conciencia; ahora además vamos poseyendo los medios para prescindir de ellos gracias a la red y su continuo desarrollo. La gente empieza a orientarse entre sí para la compra de las cosas, la elección de las películas, la calidad de las mercancías, la denuncia de los abusos o mentiras políticas. Este mundo actúa en horizontal, no en vertical. En un mundo complejo como el actual, la interacción es su correlato. Diseñar cualquier nuevo objeto, una mejor ciudad, un mejor transporte urbano, se logra con mayor acierto a través de colectar las opiniones de gentes de diferentes condiciones y países y creencias que confiar ese trabajo a un solo individuo, por iluminado o líder que parezca.

Pasamos de lo simple...

Pasamos de lo simple a lo complejo; el mundo de la complejidad sustituye al mundo de la mecánica. Una sociedad muy piramidal no alcanza más complejidad que la complejidad de su jefe máximo, mientras que una sociedad en horizontal, como permite la red con sus códigos abiertos, tiene más posibilidad de introducir mejor y más apropiados elementos en un mundo complejo.

Dice que el capitalismo finge su funeral, y evoca con melancolía el siglo XX.

Fue un siglo poderosísimo. Se ensayaron en él todas las utopías del siglo XIX, y se asistió a su fracaso. El nacionalismo dio con los campos de exterminio. El comunismo dio en los gulags. Todas esas grandes ideas colectivas orientadas a crear un hombre nuevo, una humanidad cooperadora, terminaron mal. Fue un siglo muy intenso, y quizá por eso el XXI ha empezado con ciertas resistencias.

¿Estamos en la tercera guerra?

Estamos en una gran crisis que propaga una adversidad a escala mundial. Yo he comparado este trance con una metafórica tercera guerra mundial porque el capitalismo necesitó y se benefició de las grandes destrucciones materiales de las dos guerras mundiales anteriores. No sólo Estados Unidos, que se benefició de la destrucción de Europa, la industria alemana también renovó, a través del Plan Marshall, su actividad industrial a una velocidad impensable sin la contienda. Y a partir de ahí puede hablarse del saneamiento de todo el sistema mundial y su progreso. La gran crisis actual ha sobrevenido justamente medio siglo después de la Segunda Guerra Mundial, y ésta estalló casi medio siglo después que la primera.

Cita un verso de Hölderlin: "Donde hay peligro también surge la salvación".

Esta sentencia forma parte del pensamiento que señala el mal dentro del bien o viceversa, que ve siempre dentro del sí un pequeño no y al contrario.

¿Y ahora dónde ve el no?

En el descrédito de las instituciones bancarias y de todos los intermediarios, políticos incluidos, como factores de explotación.

En cuanto a la política, ya no cabe la posibilidad de pensar en un sistema democrático que sobreviva si no es a la manera como lo ha entendido Obama, movilizando a millones de personas a través de Internet. El mundo camina hacia la desaparición del intermediario improductivo y hacia una estructura más horizontal, una suerte de "anarquía armónica", como dice Salvador Pániker. Los mundos de los grandes jefes y las rígidas jerarquías van siendo sustituidos por organizaciones más participativas y comunicadas en el interior de las empresas importantes. Y también va imponiéndose la idea de algo tan elemental como que es mejor cooperar que competir, colaborar que destruir al contrario, avanzar en proyectos conjuntos.



LA COPIA
Vicente Verdú.
Toda producción lleva en su núcleo la copia y, en consecuencia, se halla contaminada de falsificación. Cualquier pintura comporta una falsificación puesto que sin importar su realismo se basa inexcusablemente en la reproducción, deliberada o no, digerida, metabolizada, aberrada, de otro modelo anterior. Por este camino fue como la pintura moderna fue escapando de su modelo real y realizándose en sí. El original pues no será nunca el que garantizadamente proceda de la obediente mano del artista sino de su memoria particular. ¿Será concebible imaginar algo sin copiar de algo? Absolutamente no.

En el extremo, todas las novelas y cuentos, toda invención, cualquier producto de creación es “realización” (“realidad formateada, como llaman a los documentales en la TV). Todas las obras son una deliberada manipulación de lo visto y recordado. La copia es la materia natural de la creación.

Los artistas han sido en ocasiones considerados “como dioses”, gracias hacer la vista gorda respecto a lo que constituye la auténtica mirada original de Dios. La mirada de Dios crea o construye sacándose el mundo de la manga mientras el artista, irremisiblemente, saca su cuadro o su libro de mangar de aquí y de allá.

sábado, 4 de julio de 2009

LEO BROUWER

Leo Brouwer: “Me harán homenajes por mis setenta años, y yo me dejo querer; pero no es bonito hablar de ello, sí de lo que uno siente cuando el cariño y el respeto se manifiestan y eso sí no me falta”

por Leo Brouwer

La lectura

Cuando tenía 6 años comencé a leer, a leer vorazmente, y entre las primeras cosas que asocié a la lectura, había una pequeña cuarteta popular que decía:

“Con un cocuyo en la mano /
Y un gran tabaco en la boca /
Estaba el indio cubano /
Sentado sobre una roca
”.

No la he olvidado jamás.

Comencé a leer en serio a los 7 años. A esa edad tomé solo el tranvía, mi madre me montó llorando en él para que me fuera a la escuela mientras yo lloraba también en el tranvía, pero a la media hora me sentía el hombre más importante y maduro del mundo. En ese mismo momento empecé a leer de una manera casi demencial, como casi todo lo que he hecho con la cultura.

He tenido el privilegio de ser amigo de los grandes escritores de habla hispana, vivos y no vivos. Ha sido un privilegio que todavía tengo, ahí están Cintio Vitier, Ángel Augier, Graziella Pogolotti, una serie de titanes del pensamiento literario en cuya bolsa incluyo también a Eusebio Leal, entre otras figuras que sobrepasan los 60 años de edad. Los más jóvenes también son importantísimos. Soy un privilegiado porque amé la literatura desde niño. Llevo lentes desde los siete u ocho años de edad, aunque no fueron los libros quienes me comieron la vista, quizá la música sí, pero siempre tuve necesidad de lentes.

Recuerdo que una vez estando operado, Haydee Santamaría me fue a ver con Julio Cortázar y me llevó Rayuela al hospital. También tuve autografiado de su mano los Cien años de soledad, de García Márquez. Las primeras ediciones de Cien años… y Rayuela —no las primeras en el mundo, pero sí las primeras que divulgaron masivamente a esos grandes de la literatura— fueron hechas por Casa de las Américas.

Ahora estoy, como siempre, leyendo dos o tres cosas al mismo tiempo. Leo mucho ensayo, algunos de los grandes de la novela contemporánea: Paul Auster, Roberto Bolaños, alguna obra de la nueva generación de habla hispana o alguna traducción importante, como una de las mejores traducciones de Edgar Allan Poe, hecha por Cortázar.

El hábito de leer, perdido por la televisión y por el ordenador, es un hábito que debemos asimilar, e insistir en que nos enamore. Se debe leer porque hay cosas que la imagen sola no nos da. Desconfío muchísimo de toda imagen que pueda ser manipulada; el libro también, pero el libro es pensamiento y está vivo, mientras que la imagen televisiva pasa y la manipulación quedó grabada y no se puede comprobar, por eso es tan dañina.

Titón y Solás, dos métodos de trabajo

En un diálogo salen los términos más rápidos, más populares y más directos de una conversación sobre lo que se trate, en este caso “música para el cine”. Cuando trabajaba con Titón (Tomás Gutiérrez Alea) nos escribíamos, era un epistolario muy interesante y muy conceptual. Titón era muy conceptual y frío. Humberto (Solás), por el contrario, era muy explosivo, temperamental, intuitivo. Son cosas de estos dos grandes del cine cubano no muy conocidas, pero que viví día tras día.

El placer de un habano

Hace unos diez u once años tuve un severo ataque cardiaco y abandoné muchos elementos de mi vida cotidiana aparentemente nocivos. Me convertí en vegetariano, con lo cual todos los animalitos me aman, y me siento infinitamente mejor, pero no pude dejar el puro habano, lo único que hice fue dilatar el placer de fumármelo una o dos veces a la semana, a veces por el trabajo me paso hasta un mes sin fumar.

A los hombres solitarios, que trabajamos en solitario, que hemos pasado muchísimos períodos de nuestra vida en una soledad sonora, a quienes hemos estado tan solos, un buen tabaco de vez en cuando nos acompaña, nos reconforta, nos ayuda y, sobre todo, hace una cosa mágica: nos quita el stress.

Un día en la vida

Después de los primeros años —los primeros años significa entre los diez y los veintiuno, porque yo trabajo desde los once años: cortaba árboles para pagarme la comida—, después de esos primeros años vino la etapa de desenfreno, de los veinte a los treinta, que significa no dormir, conocer todo lo que me rodeaba, trabajar y divertirme al mismo tiempo, visitar los lugares más insospechados, como la Playa de Varadero, que antes de eso nunca conocí.

Luego de esa etapa de verdadera actividad juvenil, pero madura, vino una etapa de introspección. Cuando cumplí treinta años me sentí muy viejo, no pensaba que iba a llegar al siglo XXI, empecé a invertir el orden de los valores y desde entonces llevo cuarenta años levantándome a las 5:00 ó 5:30 de la madrugada. Actualmente me levanto quizá media hora más tarde, a las 6, pero sigo poniéndome el horario de las 5 de la mañana como horario inicial.

A esa hora hago el desayuno, se lo llevo a mi mujer a la cama, hago un café estupendo. Después me doy la ducha de rigor, en Cuba hay que practicar ese arte del baño un par de veces al día, por lo menos en verano, si el tiempo y el trabajo te lo permiten, y a mí me lo permiten porque trabajo en mi casa, componiendo veinticuatro horas al día.

Tengo ese privilegio extraordinario el cual añoré hasta hace muy poco: siempre estuve trabajando para la sociedad o para los organismos que me han contratado en todas partes del mundo y no me arrepiento, pero ahora trabajo en mi casa lo que quiera hacer. Esa es una gran ventaja, aunque propongo a quien no tiene esa dicha pensar como los asiáticos, como los japoneses: que todo lo que hace el ser humano es importante; y tienen toda la razón del mundo, si no hubiera un hombre orgulloso de limpiar las calles, las plagas nos matarían y en Japón el hombre que limpia las calles es saludado por el emperador.

Eso no ocurre aquí porque nosotros tenemos una falsa escala de valores, es un escalafón más falso todavía, provocado por la llamada cultura occidental, donde imperan los valores del “ganador” y el “perdedor”, léase películas yanquis en el 95%. Con esos valores no podemos ser felices. Yo recomiendo mirarse a sí mismos como un verdadero valor, no hablo de la autosuficiencia, no hablo del hombre que se mira en el espejo y se tira besos, hablo del hombre que se mira adentro y dice: yo sirvo, soy valioso para algo o para alguien, y me quiero a mí mismo. Esto me lo dijo Bola de Nieve en una ocasión y lo recomiendo.

Vuelvo entonces a mi vida, como soy un hombre privilegiado compongo prácticamente el día entero, leo, veo cine, oigo música por supuesto, tengo el amor en casa, mis hijos son grandes, supuestamente son autosuficientes, aunque eso nunca termina, los hijos siempre necesitan del mayor. Después de cincuenta años sin haber tenido un jardín, esa cosa monótona, un poco tonta, de la tercera edad, me percato que eso de fabricar un jardín, echarle agua a las plantas y hasta conversar con ellas, también llena de felicidad si no fuese por esa escala de valores tan falsa que tenemos.

En la noche leo una obra literaria fantástica que nunca termina, porque el cansancio me agobia. En ese período de silencio es cuando empieza un breve recuento de lo hecho y lo que voy a hacer. Ahí termina un día más. Esa es mi vida, una vida muy sencilla, nada aburrida.

Cumplir setenta

Este año tengo que ir a distintos lugares donde se me van a hacer homenajes por mis setenta años, y yo me dejo querer. Comenzaron por Dinamarca, Suecia, Bélgica, Holanda, España, Finlandia, Brasil, México y esta última gira por Barcelona, Madrid, París y dos lugares maravillosos del campo francés. Dentro de un tiempo volveré luego de más de veinte años a la nueva Rusia, que no será ya la misma, debe estar muy cambiada y por ahí se sigue.

En Cuba se han hecho homenajes como el del recital del maestro Pellegrini y ahora la entrega del Premio Nacional de Cine. Eso va a seguir todo el año, pero no es bonito hablar de ello, sí es bonito hablar de lo que uno siente cuando el cariño y el respeto se manifiestan y eso sí no me falta. Me quieren mucho, pero también he trabajado mucho, he hecho muchas cosas y estoy feliz por ello. Seguiré componiendo, tengo tantas ideas que no me dan abasto las manos ni el tiempo.

Algunas reflexiones como epílogo

Me gusta mucho hacer bromas porque la vida es tan rica, pero tan difícil que hace falta ver también ese panorama.

Siempre me asombra la naturaleza, lo que me rodea, ya sea la naturaleza o la cultura en todas sus formas, en Cuba o fuera de ella. Una de las cosas que atesoré desde joven fue descubrir cosas, obras, talentos. Descubrir de pronto a un genio de la música, traerlo a la radio, que te miren de reojo y desconfíen de ese gesto lleno de admiración, que ignoren durante cierto tiempo ese hallazgo y luego se encuentren con que aquello se convirtió en el “number one”, lo digo con todo retintín y cierta ironía. Es algo muy especial, muy difícil, pero que llena de felicidad.

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Transcripción de algunos fragmentos de la intervención del Maestro Leo Brouwer en la tertulia del Museo del Tabaco el 29 de abril de 2009.

diego el cigala

Entrevista al cantaor gitano Diego El Cigala •

A siete años del éxito de Lágrimas Negras, el músico redobló la apuesta en el CD Dos Lágrimas. Dice que andaba buscando “olor a ron añejo”, lo que lo llevó a volver a cruzarse con excelentes y veteranos músicos cubanos. “Cada vez descubro más cosas”, reconoce

por Karina Micheletto

Diego Ramón Jiménez Salazar, El Cigala, es un hombre capaz de revolear el teléfono —literalmente— por causa de una pregunta que no le gusta. Su opinión sobre Alejandro Sanz y el llamado “flamenco pop”, por caso. Otro día puede extenderse en una charla telefónica deshaciéndose en gentilezas, provocando una entrevista de lo más amena —la otra había quedado trunca en forma abrupta, como imaginará el lector—. Es un gitano calentón, como se le dice en medio de lo ameno de la charla, un calificativo cuyo significado no entiende del todo, pero comparte una vez que se le explica. El Cigala parece cumplir con todo el estereotipo del gitano, desde los anillos de oro cargándole los dedos hasta ese modo “apasionado” de encarar la vida.

El mundo conoció a El Cigala, más allá del ambiente restringido del flamenco, después de Lágrimas negras, aquella maravilla que grabó en 2003 junto al pianista Bebo Valdés, uno de los discos más vendidos y más premiados de las últimas décadas. Si aquel encuentro entre la cultura flamenca y la cubana rindió sus frutos, ahora el cantaor fue por más.

Lo logró con Dos lágrimas, editado en la Argentina por el sello Universal. No lo acompaña Bebo Valdés esta vez —“A los 90 años, no quiere andarse de gira de aquí para allá, teniendo que salir a defender un disco. Busca estar tranquilo y yo lo entiendo”, explica—. Están, en cambio, otras glorias de la música cubana de las décadas del ’40 y ’50: el pianista Guillermo Rubalcaba —pilar fundamental de este disco—, los percusionistas Changuito y Tata Güines —“El rey del tambor”, fallecido tras esta grabación—, el cantante Reinaldo Creagh, uno de los fundadores de la Vieja Trova santiaguera, que a los 90 años sigue poniéndole voz al bolero.

El Cigala dice que andaba buscando gente como esa; andaba buscando “olor a ron añejo”. “Necesitaba gente como Tata Güines, como Changuito —dice, desde el sofá de su casa del barrio de El Rastro, en Madrid, según describe—. Quería un piano añejo, como el de Guillermo Rubalcaba, que tiene ese sentido de los viejos soneros. Un pedazo de pianista. Además del piano fresco y gitano de Jumitos, que es también un conocedor, pero catalán. Quería mezclar esos pianos. Pero creo que no me salí mucho de la línea, incluso con alguna sorpresa que otra con la copla, que es algo que uno siempre trae de la tradición, pero la expresa en este tiempo.”

Para El Cigala, lo flamenco es una suerte de carta de identidad: es hijo de un cantaor que trabajó con el mismísimo Camarón de la Isla en los tablados madrileños; es sobrino de Rafael Farina, uno de los mayores cantantes de copla de España. De niño le gustaban la pelota y la calle, recuerda, pero cuando escuchaba una guitarra, enseguida dejaba todo y seguía la dirección de la música. También aparece entre sus recuerdos el patio de la casa, por las mañanas. Era entonces cuando su padre llegaba del tablao y seguía la farra con Camarón, Huguito y otras figuras de entonces. “Yo los miraba y pensaba: ‘De grande quiero ser así’”, cuenta.

Unos años después, él también empezaría a recorrer los tablados, “haciéndose los huesos” en los palos del cante. Y, como corresponde a un artista del flamenco, se ganaría un sobrenombre curioso. “Al nombre me lo pusieron los hermanos Losada, tres guitarristas que tocaban conmigo en la compañía de Paco Peña. Decían que era flaco y me movía más que el desprecio”, cuenta.

¿En qué sentido este Dos lágrimas marca una continuidad con el famoso Lágrimas negras?

—Más que una continuidad, yo diría que marca un progreso. Aquí están todas las cosas que aprendí en estos años, desde Lágrimas negras hasta acá. Yo creo que eso es notorio. Mi manera de cantar es siempre la misma, desde luego, pero encuentro que ahora está más... añejada, podría decir. Hombre, con más avances, con más sabiduría. La voz tiene el mismo proceso que los buenos vinos, el tiempo le aporta cuerpo, color, sabor. Con el tiempo también uno va cogiendo sabiduría, y sobre todo tranquilidad. Por eso digo que siento mi voz más añejada, pero sin perder la flamencura, incluso cantando un bolero.

¿En cuánto ayudó el haberse cruzado con Bebo Valdés en este crecimiento?

—¡Por favor! ¿Qué puedo decir de semejante pianista? ¿Qué puedo decir de un artista que ha estado junto a los grandes, como Bernabé, como Celia Cruz, como Nat King Cole, como Frank Sinatra...? Bebo fue quien me hizo cantar con el piano, de otra manera nunca lo habría logrado, no lo habría intentado siquiera. El me dijo: “Canta como el gitano que eres, que yo tocaré como el cubano que soy”. Así de simple.

«Me pasa lo mismo con la música de Jerry González, que ahora saca su disco y me invitó a cantar. Cada vez voy descubriendo músicas nuevas dentro de lo afrocubano y lo latino. Siempre encuentro cosas muy interesantes, me gusta investigar, hurgar, eso es lo que me anima a seguir probando, porque si no me aburro con facilidad. Soy muy inquieto y vivo buscando cosas que me gusten mucho, pero mucho, porque si no las canto cuatro veces y paso a otra cosa, me aburro. Deben ser cosas que me emocionen profundamente, sólo así las empiezo a considerar para mi repertorio».

¿Esa es la fórmula para probar una canción?

—Claro, si yo me emociono la gente se emociona, es así.

Dice que necesitó ir a buscar a las glorias de la música cubana para hacer este disco. ¿Qué era, específicamente, lo que buscaba de ellos?

—Necesitaba ese sonido y esa sabiduría. Necesitaba que me hablaran y me contaran y me cantaran cosas, ese contacto con ellos que va más allá de la música. Fíjese que Tata Güines fue el que me cantó “Sevilla tuvo que ser con su lunita plateada” (canta el tema “Dos cruces”, incluido en el disco). Es un cuplé que cantaba Marifé de Triana, y que después Carmelo Larrea usa para el bolero “Dos cruces”. Para mí es un lujazo, es un gran placer compartir mi música con ellos. Me quedará en mi historia y en mi vida el haber hecho las últimas grabaciones y los últimos conciertos con Tata Güines.

¿Cómo fue la forma de trabajo, cómo les explicó el concepto al que quería llegar?

Muy fácil. Yo les decía: “A ‘Dos gardenias’ la quiero de guaguancó”. Buscábamos una clave de guaguancó y ahí rápidamente nos sentábamos a probar. Nos encerrábamos con unas copas y venga: el que más sabe, que más ponga. Ellos son los genios en ese sentido. Yo cantaba en clave de guaguancó pero en flamenco. Les daba pequeñas instrucciones, pero enseguida ellos demostraban que saben más que uno de esas cosas. Lo que más me gustó de Dos Lágrimas es que logramos formar un grupo en el que cada uno puso sus ideas. No todas fueron ideas mías. Siempre consulté con los músicos sobre algunas cosas y siempre les di las chances para que pudieran opinar y tener sus planos y sus glorias cada uno. Y eso se nota.

En sus comienzos se destacó como cantaor de bailarines. ¿En qué momento decidió saltar adelante del escenario?

—Cuando cantaba para bailar había momentos en los que destacaba y salía adelante, solito. La gente me pedía que me quedase adelante cantando, y los bailarines se enojaban conmigo. Un buen día me aburrí y decidí largarme solo y buscar mi camino. Pero debo decir que esa fue una gran escuela. Cantando para bailar se aprende muchísimo y tuve la gran suerte de estar en muchos tablaos, con muchas compañías. Ahí es donde se fragua el artista. El mismo Camarón, cuando llegó a Madrid, trabajó en Torre Bermeja. Yo estuve en todos: Torre Bermeja, Los Canasteros, Corral de la Morería, en tantos tablaos, y en cada uno los bailarines tenían sus exigencias. A algunos había que cantarles de la cintura para arriba, otros eran más eléctricos, otros bailaban más pausados, otros más técnicos... A cada uno había que cantarle de distintas maneras, con diferentes palos y diferentes cantes. Para mí ese aprendizaje fue fundamental.

¿Qué ideas traía respecto de una actualización del flamenco?

—Traía eso, lo que yo era. Me gustaba coger una soleá y traerla hasta nuestros días, pero con frescura. Eso ya se ha hecho y los grandes y los genios nos han dejado muchos ejemplos de eso. Pasa que todavía hay mucho de donde se puede coger. Ahora mismo, hay muchos cantes que ya no se cantan y que es bueno traer hasta el día de hoy, como la colombiana, o el martinete.

¿Hasta dónde resiste el flamenco ese tipo de fusiones?

Mi música son vibraciones del alma, encuentros. No puedo hablar de fusión, y menos de flamenco chill out, flamenco electrónico... ¡Por favor! Esos son inventos sin sentido. El flamenco es flamenco, joder.

Pero existen tensiones dentro del flamenco entre conservadores y renovadores...

—Siempre. De todas maneras a mí me respetan mucho, porque saben de dónde vengo. Ahora mismo dejo el piano y los boleros y me voy a cantar con la guitarra y puedo estar horas cantando por soleá. Y eso es lo que ve el público, que puedo hacer las dos cosas...

Para usted “el flamenco es flamenco”, pero, ¿cómo se reconoce ese verdadero flamenco?

Cantándolo muy bien.

Eso para el que lo interpreta. ¿Cómo lo reconoce un turista, por ejemplo?

—Uh, eso sí que es difícil, ¿eh? Yo agarraría a ese turista y le diría: “Hágame usted un palo de bulerías”. Si lo hace bien, es porque lo puede apreciar. Pero déjeme decirle una cosa: haría exactamente lo mismo con los flamencólogos.


Tomado de Página/12
El Cigala en La Ventana:

El cante y el bolero

Diego el Cigala: Los sonidos Negros del alma

''Hay química con Chucho'', El Cigala

Diego 'El Cigala' graba en Cuba con el nieto de Bebo Valdés






por Pedro de la Hoz

El esperado concierto que unió a Diego El Cigala y Chucho Valdés en La Habana ya es historia. Para calificarlo, lo más fácil sería hilvanar unos cuantos adjetivos, citar dos o tres lugares comunes, y batir nuevamente las palmas del entusiasmo. Pero eso no basta.

Ante todo debo cortar por lo sano cierta especie insidiosa que corrió por medio mundo cuando se anunció que Chucho asumiría la promoción del disco Lágrimas negras, en varias ciudades de América Latina, comenzando por La Habana.

El encuentro de El Cigala con el hijo de Bebo fue, tenía que ser, distinto al que aconteció con su padre. Ni mejor ni peor, diferente por completo. Eso sí, muy fiel al origen del proyecto. Lágrimas negras, con esta versión, rindió culto a la concepción de su punto de partida: un cambio de impresiones visceral y trasatlántico de culturas musicales complementarias y afines.

Gana un arte cuando tiene la posibilidad de confrontarse al más alto nivel más de una vez. Creo que este fue el primer gran resultado del evento. Resultado por partida doble: Chucho añadió una nueva perspectiva a la pasión flamenca con que El Cigala entonó sones y boleros, y El Cigala halló nuevas y sugerentes correspondencias jazzísticas en Chucho para encauzar esa sensibilidad que expresa el tuétano de los temas abordados.

Lágrimas negras fue un hito que se suma a otros de idéntica valía. Cómo dejar a un lado en este mismo Cubadisco 2004 los encuentros entre Son de la Frontera y la canturía de Alexis Díaz Pimienta, o el paseo de Martirio por los boleros de Bola y Tite Curet y las canciones de José María Vitier, o la pieza final del disco recién estrenado de Sergio Vitier Del Renacimiento a la rumba. O un poco antes, el memorable encuentro entre Chano Domínguez y Marta Valdés.
Sobre la escena del teatro Karl Marx no hizo más que cobrar vida el goce espiritual de músicas sencillas pero para nada simples. Mucha inteligencia y saber hacer hubo detrás de los interludios y las citas intertextuales (vaya, que el posmodernismo comenzó por el danzón) que nos coló Chucho; del compromiso melódico-rítmico del contrabajista pamplonés Javier Colina; de la marcha equilibradamente sazonada de Changuito Quintana en el timbal; de la discreta caja percutida por El Piraña; de la sabrosura viva del sax alto de César Alejandro López, y del violín charanguero de la jovencita Joana.
El segundo gran mérito del concierto es parecer que está hecho en la sala de una casa. De cualquier casa andaluza o habanera, en noche de bohemia o tarde de domingo. Al calor de la amistad. Sin pretensiones de trascender. Con los vecinos asomados a la puerta y en las ventanas
Juan Cruz: “En el futuro los periódicos serán los suplementos de las páginas web”
Juan Cruz, Universidad Rey Juan Carlos, El País, Juan Luis Cebrián



Una mujer lee el periódico (Dsevilla vía: Flickr)
@Gustavo Bravo.- 02/07/2009 6:00h
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La cita no es suya pero la suscribe. Juan Cruz, periodista que ocupa actualmente el cargo de director adjunto de El País, reconoció que la visión de futuro en la que los periódicos son un suplemento de las ediciones digitales es lo que más le ha sobrecogido en la vida.

El periodista, que fue uno de los fundadores del diario de Prisa así como máximo responsable de sus secciones de cultura y opinión, habló este miércoles de su profesión, de internet, los blogs, los comentaristas anónimos que de un tiempo a esta parte acompañan las noticias y de algunos recuerdos que le brotaron a la memoria sobre Juan Luis Cebrián. Lo hizo dentro de su ponencia en las jornadas que organiza la Universidad Rey Juan Carlos en Aranjuez sobre periodismo digital durante esta semana.

Al hablar de periodismo, futuro e internet lo primero que le vino a mente a Cruz fue la entrevista que le concedió el pasado mes de enero el fundador de Le Nouvel Observateur, Jean Daniel. “Entonces fue cuando yo le pregunté a Daniel –explicó Cruz- ¿Qué va a ser de este oficio? Y entonces agarró Le Monde y me dijo: Esto algún día será el suplemento de una página web”.

Haciendo memoria, Cruz trató de hacer ver a los estudiantes presentes en su ponencia, cuán complicado era para los de su generación la revolución que está sufriendo en estos momentos la profesión periodística. “¿Os imagináis a cualquiera de nosotros diciéndole a nuestros jefes de entonces que la adquisición de una linotipia supondría despidos y una pesada carga a vender en el futuro? ¡Nos habrían echado por locos!”.

“Y más cosas han cambiado –continuó-. Antes con 60 años uno no era un veterano, la memoria se valoraba. Esos de sesenta años eran los que en la redacción se acordaban de que Onetti cumplía cien años y se acordaban de cosas de Onetti. Hoy en día ya no es tan importante la memoria”.

“El Blog es una experiencia rara”

Para Cruz, el blog es una confesión pudorosa que uno hace con público. De su ponencia, las palabras que más atención provocaron en los presentes fueron las referidas a su blog personal y a cómo ve el periodista el universo digital desde su pluma y sus textos: “El blog es una experiencia rara. En primer lugar, personal. No es estrictamente periodístico tal y como yo lo entiendo. Me parece que el periodismo tiene una dimensión a la que contribuye el blog y ya. Son los escritos cotidianos de un señor que no está sujeto a muchas reglas del periodismo. Uno no puede abrir El País con lo que le pasó ayer”.

Del mismo modo, Cruz confesó no ser nada partidario de los enlaces o links en internet. “No me gustan. Yo creo en el poder de la palabra y tienen que poder defenderse por sí mismas. Las palabras transmiten miles de imágenes. Una palabra te levanta el ánimo o te hunde. Creo en los blogs como transmisores de palabras. De lo que no se puede retratar, de lo que no se puede decir simplemente”.

Juan Cruz escribe desde hace unos años un blog en el diario del que fue fundador, junto con Cebrián. En su ponencia, ha mencionado al actual consejero delegado de Prisa, antes director de El País, como una persona entregada a los lectores, así como un “bloguero” se dedica a los suyos. “Cebrián dedicaba una o dos horas al día a responder a todas las cartas que le llegaban. Lo hacía a mano. Ese fue quizá una de las razones del actual éxito del periódico”.

Por otra parte, Cruz aseguró que su blog le ha servido para percibir “mejor que nunca” la “soledad contemporánea” en referencia a la necesidades que en ocasiones se crean los lectores con respecto a los blogs o las comunidades, así como en las personas que dedican su tiempo al insulto desde el anonimato bajo sus artículos y entradas del Blog. “Mi propia mujer que no me hace caso durante el día va todas las noches al ordenador como si yo le contara ahí cosas que no le cuento en mi vida. […] Los comentarios anónimos negativos son la gran amenaza de internet. Estos son los elementos que me han mantenido en guardia con respecto a la red". Un lado oscuro que, para Cruz, está dominado por tres factores: “el malentendido, el sobreentendido y el insulto”.

ANTONIO MUÑOZ MOLINA / Anne Michaels : LA BÓVEDA DEL INVIERNO

REPORTAJE: IDA Y VUELTA
Libertad de la novela
ANTONIO MUÑOZ MOLINA 04/07/2009



Una novela es la libertad. El acto físico de abrirla es tan simple, tan rotundo, tan cargado de sentidos posibles, como el de abrir una puerta, una puerta de salida y una puerta de entrada. Hasta la tapa del libro parece una puerta que se abre. Salimos de algo y entramos en algo, cruzamos un umbral que se despliega entre nuestras manos, y al principio, como en algunos lugares misteriosos, nos encontramos en la sombra, y sólo gradualmente se acostumbran los ojos a la nueva claridad que irradia del interior del libro. En la casa de veraneo de sus abuelos Proust se encerraba a leer en un retrete con una pequeña ventana desde la que veía el campanario del pueblo. Juan Carlos Onetti leía de niño encerrado en un armario, a la luz de una linterna, acompañado por un gato al que acariciaba tan silenciosamente como pasaba las páginas, y decía que la causa de su mala vista era haber gastado los ojos leyendo en aquel refugio. Muchas tardes de verano yo he leído en un granero lleno de trigo recién cosechado, y en el tacto del papel había residuos del polvo de la trilla.

Antonio Muñoz Molina

A FONDO
Nacimiento: 10-01-1956 Lugar: Úbeda




Empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar.

Pero no siempre logra uno ese estado de encierro gustoso, de inmersión en aguas muy profundas, ese fervor de libertad en el interior de una novela. Tan necesarias como el libro en sí son las circunstancias: muchas páginas y mucho tiempo por delante, sin distracciones, sin estorbos, con un grado de concentración que según nos dicen cada vez es más difícil, pero sin el cual la experiencia integral de la novela no llega a cumplirse. A lo largo de dos viajes sucesivos en tren y de las ocho horas de un vuelo transatlántico yo he tenido esa oportunidad de lectura perfecta, y también la suerte de haber hallado el libro preciso para satisfacerla, una novela recién publicada que un amigo me trajo de Londres justo cuando preparaba el equipaje, The Winter Vault, de Anne Michaels.

Yo no sabía nada de esta autora. Tan sólo recordaba el título de una novela anterior, Piezas en fuga, que tuve en casa y no leí cuando se publicó hace años en español. Después he sabido que no es partidaria de dar demasiada información sobre su propia vida para que ese conocimiento no interfiera en el encuentro del lector con el libro, que debería ser lo más limpio posible. "De verdad creo que leemos de manera distinta un libro cuando sabemos incluso los detalles más banales de la vida de su autor", ha dicho. Es verdad que yo me he beneficiado de mi ignorancia: el deseo de la lectura lo despertó el título de la novela, La bóveda de invierno, y también un indicio sobre el argumento: en 1964 un ingeniero recién casado viaja con su mujer a la región del Alto Nilo para trabajar en el salvamento del templo de Abu Simbel, que habría sido anegado por las aguas de la presa de Asuán. Nada más. La libertad de la novela es también nuestra potestad de entrar en ella sin obligaciones ni prejuicios y decidir soberanamente si seguiremos leyendo o la dejaremos al cabo de unas páginas, porque en ese reino privado no obedecemos a nadie ni nos dejamos coaccionar por la opinión de otros que parezcan saber más y ni siquiera por la presión inmensa de lo que parece gustarle a todo el mundo. De nuestras preferencias o rechazos soberanos no tenemos que dar cuenta a nadie. La novela existe para nosotros en ese espacio de intimidad que nos protege tras la puerta cerrada de la lectura.

En el fondo, empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar y guiar por ella. La voz de Anne Michaels, despojada de biografía, de información, de prejuicios a favor o en contra, empecé a escucharla con una claridad singular cuando abrí su novela junto a la ventanilla del tren que me llevaba al norte, y luego me acompañó en la habitación de un hotel y en otra travesía de vuelta por los verdes cantábricos que se disolvían después en los ocres y amarillos de las llanuras de Castilla. Subí al avión y en cuanto me abroché el cinturón de seguridad ya abrí la novela para que la voz me acompañara, y mi viaje sobre el Atlántico se correspondía con los que emprenden los personajes de la novela, el ingeniero Avery y su mujer, Jean, sus idas y vueltas entre Canadá y Egipto, entre el dulce amor compartido y la desgracia y el remordimiento, y también los viajes que se cuentan el uno al otro, los que se enredan con sus vidas y los que les dieron origen y permitieron que se encontraran. La voz de la novela está hecha en realidad de muchas voces que se escuchan también en ella, y que no se pierden en el clamor general, tan poderoso sin embargo como el de los ríos que alimentan literalmente el fluir de la trama, el San Lorenzo, en Canadá, el Nilo, y de golpe -con esa sorpresa de la lectura que sólo es plenamente efectiva cuando se carece de información previa- el Vístula, el río de Varsovia. En 1945, al otro lado del Vístula, las tropas soviéticas permanecían detenidas mientras los alemanes aplastaban sanguinariamente la sublevación de los polacos y mientras metódicamente minaban y demolían una ciudad entera ya convertida en cementerio.

"No hay dos hechos tan apartados entre sí que no puedan juntarse", dice uno de los héroes de la novela, otro ingeniero, el padre de Avery, que alentó en su hijo desde que era niño el amor por las máquinas y por las grandes obras públicas, por la capacidad humana de comprender y transformar el mundo. La nieve de las cumbres que se ven a lo lejos desde el interior de una selva africana será luego el agua del gran río que fluye por el desierto. El empeño colosal de domar su corriente para que haga fértiles campos de cultivo y produzca la electricidad que mejorará las vidas de millones de personas también traerá consigo una escala de destrucción formidable: paisajes, aldeas, formas de vida, mundos enteros arrasados, miles o centenares de miles de otras personas que son despojadas de todo sin que se les pida su opinión en nombre de un progreso del que ellas no se benefician. Los ingenieros desmontan piedra por piedra el templo de Abu Simbel y lo reconstruyen en otra parte, pero el templo ya es una falsificación. Terminada la guerra la Ciudad Vieja de Varsovia es levantada de nuevo por los supervivientes, pero cuando más se parece a la que fue destruida más mentiroso resulta el simulacro.

La novela es la libertad: Anne Michaels acumula en la suya vidas inventadas, hechos históricos, informaciones sobre ingeniería y sobre botánica, exactitudes de la poesía y de la ciencia, y en esa acumulación hay un desbordamiento de abundancia y un rigor de arquitectura sin peso. La puerta de la novela da a las latitudes del mundo y a las bóvedas más secretas de la experiencia humana.


Piezas en fuga. Punto de Lectura. Madrid, 2001. 400 páginas. 7,60 euros.

miércoles, 1 de julio de 2009

Wilhelm Reich


Wilhelm Reich



Wilhelm Reich en 1934

Nacimiento 24 de marzo de 1897

Dobrzanica, Galitzia, Imperio Austrohúngaro
Fallecimiento 3 de noviembre de 1957 (60 años)

Lewisburg, Pensilvania, Estados Unidos
Residencia Orgonon, Rangeley, Maine, Estados Unidos
Nacionalidad(es) Austria, Estados Unidos
Campo(s) Psiquiatría, Psicoanálisis
Alma máter Universidad de Viena
Conocido por Freudomarxismo, Psicoterapia corporal, Orgón
Influido por Max Stirner, Sigmund Freud, Karl Marx

Influyó en Alexander Lowen, Fritz Perls, Ronald Laing, Arthur Janov, Colin Wilson, Shulamith Firestone, Marie Louise Berneri, Paul Goodman, Saul Bellow, Norman Mailer, A.S. Neill, William Burroughs

Wilhelm Reich (Dobrzanica, Galitzia, Imperio Austrohúngaro, 24 de marzo de 1897 – Lewisburg, Pensilvania, EE.UU., 3 de noviembre de 1957) fue un inventor, postulador de la teoría del orgón, médico, psiquiatra, psicoanalista austriaco-estadounidense.

Fue miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, siendo inicialmente un discípulo de Freud, aunque con los años, alcanzó una madurez tal que supuso un cambio, si no radical, bastante apreciable en cuanto a sus teorías sobre el psicoanálisis. De sus estudios de Freud, los puntos que más le interesaron fueron el inconsciente, la neurosis y la libido.

Mientras que algunos lo califican como uno de los pensadores más «lúcidos y revolucionarios» del siglo XX, al tiempo que maldito, cuyos libros fueron quemados; otros aseguran que sus ideas y teorías bien podrían catalogarse como delirios (según el DSM-IV).

Fue expulsado de los círculos comunistas y de la escuela psicoanalítica por lo radical de sus planteamientos, perseguido por los nazis en Alemania por su libro Psicología de masas del fascismo y, finalmente, juzgado en Estados Unidos, donde se le diagnosticó esquizofrenia progresiva, siendo lanzados sus manuscritos a la hoguera en el Incinerador Gansevoort de Nueva York el 23 de octubre de 1956 (lo que sólo logró aumentar la curiosidad por su persona). Reich murió en la cárcel un año después de un ataque al corazón, un día antes de apelar su sentencia.

Contenido-

1 Biografía
1.1 Primera etapa
1.2 Segunda etapa — acercamiento al marxismo
1.3 Tercera etapa
2 Obra
2.1 Listado de trabajos
3 Véase también
4 Bibliografía
5 Enlaces externos



Biografía
Primera etapa -

Wilhelm Reich fue uno de los primeros colaboradores de Sigmund Freud, hacia 1922. De hecho, fue descrito por éste como su «discípulo más brillante». Reich, de modo recíproco, mostró gran entusiasmo por las teorías de Freud, en especial en lo relativo a la sexualidad.

Sin embargo, pronto saltaron muchas diferencias entre Reich y Freud. Quizás la más importante fue el conflicto entre las posiciones de autoridad que ambos gustaban ostentar. Pero en el plano teórico también se fueron alejando progresivamente y tuvieron la ruptura definitiva en el momento que Reich tuvo ideas propias sobre el tema. Al contrario que Freud, que fue dejando de lado el instinto sexual y la dicotomía placer/dolor para centrarse en otros conceptos como el instinto de Muerte, Reich llevó el tema de la sexualidad y la psique al extremo, llegando a afirmar el principio económico en contradistinción con el tópico y el dinámico, que se mantuvieron como los pilares de las diferentes escuelas psicoanalíticas. Para Reich el sexo y el trabajo entretienen una relación bioenergética, por lo que:

La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgásmico.

Esto quiere decir que un individuo psíquicamente sano disfruta del sexo libremente, sin traumas o inhibiciones, y una persona neurótica no. Freud y sus acólitos se fueron, según Reich, acomodando al lado de sus divanes aplicando tratamientos interminables de charloterapia. Reich prescindió de estos métodos para volcarse en el cuerpo físico.

Uno de sus descubrimientos consistió en el hecho de que las personas no neuróticas manifestaban lo que el llamó reflejo de orgasmo, consistente en el movimiento involuntario, incontrolable y repetido de la cadera a la hora de la descarga orgástica. Reich comenzó a fijarse en las actitudes y movimientos corporales de sus pacientes y se dio cuenta que los tratamientos psicoanalíticos convencionales de la época, según su opinión, eran muy poco eficaces porque el paciente poseía una tendencia terrible a esconderse de sí mismo, o por decirlo de otra manera, las barreras psicológicas del paciente tendían a perpetuarse inconscientemente. En cierto modo, las personas tenían miedo a romper sus bloqueos porque eran incapaces de sentir el placer de la distensión, de relajarse, de dejarse llevar.

Inventó pues el Análisis Caracteriológico. De esta manera, antes de pretender llegar al centro del problema del psíquico del paciente mediante charlas y circunloquios que se prolongaban años y años, la misión de Reich consistía en derribar las barreras que bloqueaban el libre flujo de energía psíquica del paciente. Esto lo consiguió aplicando otro principio descubierto por él que afirmaba:

La psique de una persona y su musculatura voluntaria son funcionalmente equivalentes.

Esto quiere decir que los bloqueos psíquicos se corresponden a contracciones musculares crónicas. Un ejemplo: una persona con miedos tiene perpetuamente tensos los muslos y los hombros, pues es la manera que tiene el cuerpo de prepararse para protegerse la cabeza y echar a correr, reacción lógica ante un peligro. Así, Reich se dispuso a combatir las enfermedades mentales a través de la liberación de las tensiones musculares crónicas, lo que dio resultados notables. Esto molestó mucho a los psicoanalistas freudianos, que se abstenían completamente del contacto físico con sus pacientes, aún teniendo un contacto emocional (llamado transferencia) por el cual el psicoanalista se convertía en padre simbólico del paciente.

Todo lo contrario que Reich, quien los abrazaba, retorcía y estiraba hasta que rompían a llorar o vomitaban, liberándose. Reich había descubierto que el reflejo del vómito era profundamente relajante y que ejercicios de estiramiento de la zona anterior del tronco terminaban provocando que la persona llorara de modo profundo, aunque aparentemente sin motivo. Más adelante llegó incluso a asegurar que el cuerpo humano no era muy distinto al de un gusano; y elaboró un sistema de curación que consiste en el desbloqueo progresivo de los diversos segmentos que componen nuestro organismo: cráneo, cuello, diafragma, vientre y cadera. Incluso llevó más lejos la comparación haciendo la analogía con un protozoo, que extiende su protoplasma ante el placer y se contrae ante el dolor. Reich entendió que la personalidad funcionaba en ciclos de tensión/liberación, en los que una correcta vida sexual era indispensable para esta última.

Finalmente, Reich percibió que los patrones musculares se podían explicar desde el punto de vista de una energía vital (que más tarde llamaría energía orgónica) que recorre el cuerpo. Aquí Reich redescubrió para occidente el concepto de chi (también llamado baraka, vril) ampliamente extendido en oriente y las sociedades herméticas.

Uno de los muchos discípulos de Reich, el ahora reputado Alexander Lowen, inventó posteriormente la Bioenergética, conjunto de técnicas curativas basadas en estos descubrimientos.



Segunda etapa — acercamiento al marxismo

Posteriormente, Reich se adhirió a las ideas marxistas y se afilió al Partido Comunista. A partir de entonces, su trabajo se orientó hacia la búsqueda de una síntesis entre el materialismo dialéctico y psicoanálisis. Destacan en este período sus obras La revolución sexual y Psicología de masas del fascismo. Reich postuló que el viraje hacia la metapsicología iniciado por Freud a partir de su texto Más allá del principio del placer (1920) se debía a que el carácter burgués de éste le impedía aceptar las conclusiones revolucionarias que se obtenían a partir de sus propios descubrimientos: la primacía de lo inconsciente, el papel central de la represión sexual en la psicopatología, etc.

Para Reich la mayor parte de la población sufre patologías mentales y vive en condiciones de fuerte represión sexual. Reich considera que el dominio de una clase social sobre otra necesita que la mayor parte de la población sufra una atrofia en su vida sexual, pues eso garantiza a las clases dominantes individuos pasivos y que acaten la autoridad sin cuestionamientos.

De esta manera, Reich concluye que el capitalismo es incompatible con la salud mental de la población, que sólo se podrá lograr de la mano de la abolición de la sociedad de clases, es decir, a través de la revolución socialista. Esto llevó a Reich a criticar a Freud, por considerar que había colocado al principio de realidad en un altar, elevándolo a la categoría incuestionable. Mientras que la terapia psicoanalítica freudiana buscaba superar la neurosis mediante la adaptación del paciente al principio de realidad, los postulados de Reich implicaban necesariamente que la superación de la neurosis (al menos considerando a la población neurótica en su conjunto) estaría estrechamente ligada a la transformación de la realidad. Esta conclusión entronca claramente con el pensamiento marxista (Tesis XI, en las Tesis sobre Feuerbach, de Marx).

Los psicoanalistas freudianos rechazaron las elaboraciones de Reich por considerarlas 'politizadas'. En el marxismo, la recepción no fue unánime. Algunos marxistas recibieron con beneplácito su obra, aunque otros la consideraron ligeramente teñida de idealismo, y objetaron que el conocimiento de Reich del materialismo dialéctico era muy superficial.

Reich se había afiliado al Partido Comunista Alemán, a partir del cual había creado organizaciones de la juventud obrera por una política sexual, las cuales tuvieron un importante crecimiento, pero pronto el estalinismo lo expulsó de sus filas. Reich intercambió un par de cartas con León Trotsky, pero rápidamente rompieron contacto.


Tercera etapa -
La tercera etapa del pensamiento de Wilhelm Reich es, de lejos, la más polémica y la que sus detractores han utilizado para calificar el conjunto de su obra como «delirante».

Sus estudios se centraron en el orgón, palabra que combina «organismo» y «orgasmo». Para Reich, el orgón es la energía vital de todo organismo, es la fuerza motora del reflejo del orgasmo. Además, es de color azul, medible y omnipresente.

Toda materia viva es creada y produce esta energía. Con el fin de hacerlo visible, construye en 1940 el primer Acumulador de Energía Orgónica, una caja de madera u otro material orgánico con revestimiento interno de metal, pues la primera absorbería la energía orgónica mientras que la segunda la atraería. El objetivo de Reich era hacer fluir la energía en el cuerpo de sus pacientes. Enfermedades como el cáncer, para él no eran más que acumulaciones de orgones negativos, por lo que experimentó con enfermos terminales de cáncer creyendo que podía ayudarlos. Creó el Instituto del Orgón, su Editorial y Orgonon, hogar del acumulador de orgones y un centro de investigación. Cabe señalar que los resultados de sus investigaciones solo han podido ser replicados por sus seguidores, en ningún caso por escépticos.

Desarrolló la terapia llamada «Vegetoterapia Caracteroanalítica», concebida para liberar las tensiones de la coraza caracterológica, producto de los impulsos sexuales y emociones reprimidas. Cada individuo se crea una coraza mediante hábitos corporales y actitudes, con el fin de protegerse tanto del mundo externo como de sus propios deseos e instintos.

Reich afirmó que la coraza corporal se encuentra dividida en siete áreas o sectores.
Estos sectores forman bandas alrededor del cuerpo en su área, y en esa banda se estanca la energía. En orden cefalo-caudal las áreas son las siguientes: Ojos, Boca, Cuello, Pecho, Plexo Solar, Cintura o Pelvis, y Genitales. Reich debía analizar estas áreas en cada individuo y ayudarle a desbloquearlas para que la energía o el Orgón pudiese fluir nuevamente. El desbloqueo era realizado mediante masaje, movimiento, sonidos, y ejercicios.


Obra

Casa en Drammensveien cerca de Olaf Kyrres plass en Frogner, Norway. Wilhelm Reich vivió aquí. Visible entre las ventanas hay una placa conmemorativa azul que reza: El médico y psicoanalista Wilhelm Reich (1897-1957) residió y trabajó aquí entre 1935-39. Desarrolló el análisis del carácter y la terapia de orientación corporal.En el libro Reich habla de Freud, aparecen cinco cartas que enviaron el antropólogo Bronislaw Malinowski y el psiquiatra Wilhelm Reich. La fechas aproximadas son entre 1938 y 1942, año en que fallece el autor de 'Sexo y represión en la sociedad primitiva'. Tres aspectos pueden tomarse de esta correspondencia: la situación que atravesaban ambos investigadores en sus distintos campos, el funcionalismo como teoría central para sus trabajos y las consecuencias y repercusiones.

Bronislaw Malinowski había nacido en Cracovia, capital de la Galitzia austriaca en 1884 (hoy Polonia). Su padre era un eslavista especializado en el dialecto polaco en la región de Silesia. El joven Bronislaw comienza a estudiar filosofía en 1903, obteniendo un doctorado en filosofía en 1908. Continúa sus estudios en Leipzig (Alemania). Su pasión por la antropología nace al leer 'La rama dorada' de Frazer. En 1910 se instala en Inglaterra, para estudiar antropología en la London School of Economics. Publica en 1913: 'La familia entre los aborígenes australianos'.

La Primera Guerra Mundial, lo encuentra en Nueva Guinea, Melanesia, viviendo entre los naturales de Mailu. Luego se trasladarà al archipiélago de las Trobiand. Comienza un trabajo de campo conviviendo y aprendiendo la lengua de los nativos. Investiga todos los aspectos de su cultura. En 1916 vuelve a Londres y se doctora en antropología. Al año siguiente vuelve a Trobiand. Comienza a escribir 'Los argonautas del pacífico occidental' que se editará en 1922. Visita por primera vez EEUU en 1926, aparece: 'El mito en la psicología primitiva' y 'Crimen y costumbre en la sociedad salvaje'. En 1927 es designado profesor titular de antropología en la Universidad de Londres. Escribe: 'El padre de la psicología primitiva' y 'Sexo y represión en la sociedad salvaje'. Durante este último periodo Malinowski comienza a debatir con el psicoanálisis. Aparece el artículo 'Psychoanalysis and Anthropology' (Psyche, Londres 1924). Al que le responde Ernest Jones (psicoanalista, biògrafo de Freud) con Mother and sexual ignorance of savage (International Journal of psychoanalysis, 1925).

Wilhelm Reich había nacido en la Dobrzcynica, en la parte de la Galitzia que pertenecía al imperio austriaco. En 1922 se diploma como medico por la Universidad de Viena. Continua su formación en psiquiatría durante dos años más con Wagner-Jauregg (premio Nobel de Medicina) y Paul Schilder. Desde 1920, antes de recibirse pertenece al círculo de psicoanalítico de Viena. Había conocido a Sigmund Freud en 1919, invitándolo a un Seminario de Sexología en la Facultad de Medicina. Desde 1923 trabaja en el Policlínico Psicoanalítico de Viena, después coordinará el Seminario Técnico, y comienza a escribir artículos para revistas de psicoanálisis. En 1925 aparece su primer libro 'El carácter compulsivo' y en 1927 la primera versión de 'La función del orgasmo', dedicada a Freud.

Las investigaciones de Malinowski aportaban sobre la base de los trabajos en terreno, tan vital hoy para los antropólogos, datos para pensar que los 'primitivos o los salvajes' como se los llamaba, no vivían en la promiscuidad y el desenfreno. En sus libros plantea que la vida de esos hombres se enmarca en una delicada trama de derechos y obligaciones. 'Los argonautas del pacífico occidental' presenta no solo un carácter metódicos sino que plantea: 1) la valoración de las culturas primitivas. La visión eurocentrista y positivista de la época arrastraban concepciones sobre la superioridad del hombre occidental. 2) Mostraba que en una economía primitiva como la Trobiandesa intervienen factores mágicos y de prestigio, no directamente ligados al valor útil de la mercancía. Permitía entender la complejidad de las culturas melanesias que participaban en el comercio Kula. Refutaba la idea de que la existencia de los pueblos primitivos se caracteriza tan solo por el esfuerzo de sobrevivir. 3) Por primera vez en la investigación antropológica, una cultura se estudió sistemáticamente. El demuestra que la cultura es un todo funcional. El funcionalismo de Malinowki tenía antecedentes en Franz Boas (quien señalaba la necesidad de interpretar los hechos sociales en su conexión). También influyó la escuela de sociología francesa a través de Marcel Mauss, Emil Durkheim, y la inglesa a partir de Herbert Spencer.

La cultura es un todo orgánico. Por eso para Malinowski no es posible el estudio del sistema de parentesco de una cultura, si a la vez no se interrelaciona con las bases económicas de esa cultura, con su organización política, con sus instituciones sociales, con el entramado jurídico que la sustenta, con la religión que la cohesiona. Todas estas nuevas concepciones iban a influenciar a Wilhelm Reich en su periodo psicoanalítico. Pero desde los sucesos de Schattendorf (Austria) donde hubo una violenta represión contra manifestantes produciendo muchos muertos, Reich comenzaría a militar en el partido comunista austriaco contra el avance del fascismo. En 1930 se va a trabajar a Alemania hasta 1933 donde debe salir por la toma del poder por los nazis. 'La irrupción de la moral sexual' (primera versión en 1932) estará basada sobre las obras de Malinowski. Plantea el origen de la represión sexual, La economía sexual en la sociedad matriarcal, Contradicciones económicas y sexuales en los Trobiandeses, El comunismo primitivo-matriarcado, Propiedad privada-patriarcado, un estudio sobre las teorías de Morgan y Engels. A su vez en el apéndice respondía a Géza Róheim (psicoanalista y etnólogo) que había viajado a estudiar los totems australianos y a Nueva Guinea. Malinowski y Reich se conocieron en 1933 en Londres. El antropólogo había reconocido que 'Der Einbrusch der sexualmoral' (La irrupción de la moral sexual) era una obra que comprendía y utilizaba correctamente sus teorías sobre los trobiandeses.

El 12 de marzo de 1938, desde el Departamento de Antropología en The London School of Economics and Political Sciencie (Universidad de Londres) escribe: "Conozco al Dr. Wilhelm Reich desde hace cinco años, durante cuyo periodo he leído sus obras, teniendo también muchas oportunidades de conversar y discutir con él en Londres y Oslo". Para ese tiempo Reich vivía en Noruega, y comenzaba a desatarse una fuerte campaña en contra de sus trabajos e investigaciones. "Considero su obra sociológica como una clara y valiosa contribución a la ciencia. En mi opinión, constituiría una perdida lamentable que el Dr. Reich se viera obstaculizado de alguna forma en el disfrute de las mayores facilidades para la puesta en practica de sus ideas y descubrimientos científicos". Malinowski brindaba un claro apoyo a la situación que estaba atravesando Reich en esos momentos. Seguía en esa carta: "Me gustaría añadir que mi testimonio puede tener una cierta fuerza adicional, viniendo como viene de alguien que no comparte las avanzadas ideas del Dr. Reich, ni tampoco sus simpatías por la filosofía marxista. Me gusta definirme como un hombre chapado a la antigua, casi un conservador liberal."

Reich con fecha 29 de abril le agradece su solidaridad comentándole el efecto que producían sus descubrimientos, y agrega algo que había visto en las calles de Berlín, y en toda Alemania: "No soy un optimista empedernido, pero gracias a mi trabajo he podido percatarme sobradamente no solo de los impulsos satánicos del hombre, sino de Su lado humano. Así si Hitler tira de los hilos y destapa la vertiente subhumana por qué no habríamos de concentrarnos en su núcleo humano, que sabemos que siempre existe conjuntamente, pero que ha sido simplemente enterrado?".

Su libro 'Psicología de masas del fascismo'(aparecido en 1933) había sido traducido a varios idiomas, Hitler ya tenía campos de concentración en Alemania y Freud estaba a punto de salir de Austria- luego que su hija Anna fuera detenida por la Gestapo- gracias a los pedidos de embajadores, científicos y hasta de Mussolini.

Wilhelm Reich había sido expulsado de la Asociación Psicoanalítica Internacional y del partido comunista en 1934. Para los primeros por ser demasiado marxista y para los segundos por 'la edición de un libro contrarevolucionario'. En ese libro Reich utilizaba categorías psicoanalíticas, y sus nuevas teorías de la Estructura Caracterial (Análisis del carácter) par explicar como individuos criados desde la infancia en familias dominadas por el padre, generan sometimiento, son preparadas para ser rebaño, y porque la necesidad de un Fuhrer o un Duce. En el capítulo: La sumisión automática a las costumbres y el verdadero problema (Crimen y costumbre en la sociedad salvaje) se ve también una clara influencia de las ideas antropológicas sobre Reich.

En 1939 Malinowski se encontraba en EEUU. Estaba realizando trámites para lograr que Reich pudiera ser admitido en alguna Universidad de New York. Le escribe: "Otro inconveniente lo constituye el hecho de que muchos psicoanalistas no quieren saber nada con ud. Ya sabe por quien se inclinan mis simpatías, así que no necesito contarle lo indignado que me siento cuando me percato de esta actitud. La cosa no iría tan mal si los psicoanalistas americanos no estuvieran tan dominados por gente de Viena o Berlín. Pero a cualquier sociedad psicoanalítica que vayas te encuentras en los puestos clave a Rank, H. Sachs, o Alexander". Junto al Dr. Theodore Wolfe (quien había ido a estudiar con Reich en Noruega) lograron conectarlo con Alvin Johnson de la New School of Social Research, Donde Reich fue como docente, viajando a EEUU en septiembre de 1939. En ese mes los nazis habían invadido Polonia (Donde hoy están los territorios de nacimiento de Reich y Malinowski).

En 1940 ya estallada la Segunda Guerra Mundial, Bronislaw Malinowski ejerce como profesor de Antropología en la Universidad de Yale. Se casa con la pintora Valetta Swann. En 1941 junto a su mujer se traslada a México, para centrarse en el estudio de las culturas indio- mexicanas y el cambio social. El 31 de enero de 1942, desde New Haven, Connecticut, le escribe: "Todo este asunto era, por supuesto, ridículo pues nadie que estuviera en su juicio puede sospechar que albergaba ud. tendencias o simpatías pro- nazis. A pesar de lo cual, estas cosas son siempre extraordinariamente penosas". En la introducción de 'La función del orgasmo' (segunda versión 1942 The dicovery of the Orgone) Theodore Wolfe aclaraba: "a las dos de la madrugada del 12 de diciembre de 1941, Reich fue sacado de la cama por agentes de la FBI (Federal Bureau of Investigation) y llevado a Ellis Island. Del expediente de Reich, así como de las investigaciones efectuadas antes y después de su detención resultaba del todo evidente que nada permitía situar a Reich bajo los preceptos de la Enemy Alien Act. Hasta el 5 de enero de 1942 no se dictó su libertad condicional. Aunque se había utilizado contra la obra de Reich el procedimiento de denuncias a la policía ya antes en Europa, nunca hasta entonces había sido detenido".

La persecución contra la obra y los trabajos de Reich en Dinamarca (Copenaghe), Suecia (Malmo), Noruega (Oslo) entre 1934 y 1938, no iban a disminuir en EEUU. Con una carta sin fecha responde: "Habían investigado mi caso durante más de un año, sin encontrar nada, sin ninguna querella, y sin embargo me he pasado tras los barrotes tres semanas y media. Todo el asunto fue algo completamente ilógico, debido a la denuncia de algún cobarde que no se atreve a enfrentarse conmigo en una discusión pública". Y con su increíble optimismo frente a la adversidad Reich continua: "Recuerda ud. mis problemas en Dinamarca y Suecia allá por 1934, cuando los psiquiatras acudieron a la policía? Bien, pues aquí ha pasado lo mismo. Las inconveniencias a las que se enfrentan nuestra labor son enormes, pero también lo son nuestros triunfos. Pronto aparecerá en inglés un libro mío 'The discovery of the orgone', que resume veinte años de investigación biofísica y de análisis del carácter, así como de una revista publicada por nuestro instituto y la rama americana. Deseo agradecerle su declaración jurada que envió con ocasión de mi arresto. Espero verlo pronto alguna vez. Deseo que se encuentre bien y no esté excesivamente angustiado por el desastre internacional. Creo que los psiquiatras que comprenden el distorsionado desarrollo biológico de los seres humanos, habrán de realizar tareas difíciles cuando esto acabe".

Malinowski fallece el 16 de mayo de 1942 de un ataque al corazón. Su viuda edita: Una teoría científica de la cultura. Aquí distingue siete necesidades biológicas, cuya satisfacción es imprescindible para sobrevivir: el metabolismo, la reproducción, el bienestar corporal, la seguridad, el movimiento, el crecimiento y la salud. La cultura es un todo funcional que está al servicio de las necesidades humanas. El definía 'necesidad' como el sistema de condiciones que se manifiestan en el organismo humano, en el marco cultural y en la relación de ambos con el ambiente físico, y que es suficiente y necesario para la supervivencia del grupo y del organismo. Por las últimas investigaciones que realiza Wilhelm Reich tampoco va a pasar los próximos años tranquilo. Editará 'La revolución sexual' y una nueva versión (con capítulos que agregó) de 'Psicología de masas del fascismo'. Proseguirá sus investigaciones y continuará editando libros: 'La biopatía del cáncer', 'Ether, Dios y el diablo', 'Superposición cósmica', 'Contactos con el espacio'. Irá desde la biogénsis, la oncología, la formación de desiertos, de huracanes, fuerza de gravedad, cuyo punto en común será la ENERGIA. En 1941 se encontrará con Albert Einstein.

Reich también desarrolla una teoría funcionalista, una síntesis superadora que llamará orgonomía. En el libro de 'The bion experiments, on the origin of life' (versiòn inglesa de 'Die bione' aparecido en 1938) muestra el pasaje del materialismo dialéctico al funcionalismo energético. A partir de la publicación de 'Beyond psychology / letters and journals 1934-1939' y 'American odyssey / letters and journals 1940-1947', hoy tenemos nuevos documentos para entender qué sucedió con la obra y la metodología de investigación, como también nuevos campos epistemológicos. En una anotación del 26 de noviembre de 1946, escribe: "Malinowski afirmaba la sexualidad de los niños trobiandeses pero no la de los niños europeos" (American Odyssey). Una critica interesante para su amigo.

Reich seguirá siendo perseguido, muere en EEUU, el 3 de noviembre de 1957 en una cárcel. Diez años después de su muerte sale editado 'Reich habla de Freud', son una serie de entrevistas realizadas el 18 y 19 de octubre de 1952 en Maine para los Archivos Sigmud Freud; contenía un anexo documental de cartas y artículos, que permitieron aclarar muchos aspectos de ese tiempo que impedían ver la valoración científica de la obra de Reich, y entender porque hubo una conspiración de silencio durante tanto tiempo.


Listado de trabajos
Bronislaw Malinowski: Magia, ciencia y religiòn /ed. Planeta -Agostini /España, 1985. Sexo y represión en la sociedad primitiva / Ed. Nueva Visiòn/ Argentina, 1974. Crimen y costumbre en la sociedad salvaje / Ed. Planeta- Agostini / España, 1985. Una terorìa científica de la cultura / Ed. Sarpe /España, 1984.
Wilhelm Reich: Reich habla de Freud /Ed. Anagrama / Barcelona, 1970. Psicología de masas del fascismo / Ed. Bruguera / España. The mass psychology of fascism / Farrar, Straus and Ciroux / New York. eighth printing 1988, New translated from de original German. La función del orgasmo / Ed. Paidos / México 1984. People in trouble / Farrar, Straus and Ciroux / USA, 1976. American Odyssey / Farrar, Straus and Ciroux/ New York 1999 first edition. Beyond Psychology / Farrar, Starus and Ciroux / first edition, 1994 USA. The Bion experiment on the origen of life /Farrar, Straus and Ciroux/ First Octagon printing, 1979 (USA). Psicoanalisis y antropología / Géza Róheim /Ed Sudamericana /Argentina, 1973. Magia y esquizofrenia / Géza Róheim / Ed. Paidos/ Bs As Argentina,1959. Fury on earth / Myron Sharaf / Da Capo press New York / NY,1994.
La Revolución Sexual: Reich fue uno de los precursores de la revolución sexual, aportando con ideas como mejora de métodos anticonceptivos, promover uso de anticonceptivos para prevenir abortos, facilitar a los jóvenes albergues para que mantengan relaciones sexuales y proteger legalmente la sexualidad de los niños y los adolescentes.
El Asesinato de Cristo: Explica la capacidad curativa de Cristo con un poderoso campo energético que estimula los campos energéticos de los otros.
Psicología de Masas del Fascismo


Lecturas Seleccionadas: Una Introducción a la Orgonomía
Pasión Juvenil: Autobiografía, 1897-1922
Odisea Americana:Cartas y Diarios 1940-1947
Más allá de la Psicología:Cartas y Diarios 1934-1939
La Investigación Bioeléctrica de la Sexualidad y la Ansiedad
Los Experimentos Bion: El Origen de la Vida
La Función del Orgasmo (Descubrimiento del Orgón, Vol.1)
La Biopatía del Cáncer (Descubrimiento del Orgón, Vol.2)
Niños del Futuro: La Prevención de Patologías Sexuales
El Experimento de Oranur
Contacto con el Espacio: Segundo Reporte de Oranur
Superimposición Cósmica: Las Raíces Orgonicas del Hombre en la Naturaleza
Ether, Dios y Demonio
La Invasión de la Moralidad Sexual Compulsoria
El Acumulador de Energía Orgónica, Su Uso Científico y Médico
Gente en Problemas: La Plaga Emocional de la Humanidad, Vol.1)
Reich Habla Acerca de Freud
Análisis del Carácter
¡Escucha, pequeño hombrecito!

Véase también
Freudomarxismo
Sigmund Freud
Historia del psicoanálisis
Psicoanálisis
Alexander Lowen

Bibliografía
Reich, Wilhelm (2005). Análisis del carácter. Barcelona: Paidós. ISBN 9788449317736.
— (2001). La función del orgasmo. Barcelona: Paidós. ISBN 9788475090504.
— (1990). Pasión de juventud: una autobiografía (1897-1922). Barcelona: Paidós. ISBN 9788475095912.

Enlaces externos

Escuela Española de Terapia Reichiana (ES.TE.R)
Wilhelm Reich. In memoriam
Web dedicada a la orgonomía con biografias de Wilhelm Reich - España
The Wilhelm Reich Museum. Orgonon (en inglés)
Centro de estudios Wilhelm Reich Buenos Aires - Argentina
Portal argentino de Orgonomía
Los Orgones: Centro de Estudios Orgonómicos para el Desplazamiento de la Percepción