sábado, 10 de enero de 2009

CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS.

Andreu Martín

Por

©Luis García

Andreu Martín. Barcelona 1949. Licenciado en Psicología
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Máximo representante de la novela policíaca en España, es uno de los autores más populares entre el público juvenil: su serie del detective Flanagan, escrita con Jaume Ribera, se halla entre las novelas juveniles más vendidas. Destacar de su extensa obra Aprende y calla (1979), Prótesis (1980), Momento de difuntos (1985), El día menos pensado (1986), Barcelona connection (1988), Cuidados intensivos (1990), A martillazos, El hombre de la navaja (1992), Jugar a matar (1995), Fantasmas cotidianos (1996) o Mentiras de verdad (2000). Merecedora de numerosos galardones nacionales e internacionales (Premio Nacional de Narrativa Infantil y Juvenil de 1989 con No pidas sardinas fuera de temporada, en colaboración con Jaume Ribera). Su obra está traducida al francés, italiano, portugués, alemán y holandés. Bellísimas personas obtuvo el XXXII Premio de Novela Ateneo de Sevilla. Espera, ponte así ha obtenido el XXIII Premio La Sonrisa Vertical (2001).



Introducción.- Hammett, Chandler, Le Carre, nombres para la historia literaria dignificados si cabe por el cine. Cuesta creerlo, pero no será hasta la incursión del Séptimo Arte cuando la Novela Negra comience a salir del ostracismo. Cuesta creerlo, digo. En España, también los tenemos. Son los Juan Madrid, los Andreu Martín, nombres que auparon la novela policíaca española hasta su lugar actual, y que sólo a base de coraje y trabajo consiguieron que ¡por fin! fuesen tratados de igual a igual al resto sus colegas por los suplementos literarios de este país, tan cortos de vista en multitud de ocasiones. Andre Martín es un auténtico 4X4. Novela Negra, Juvenil, Guiones de televisión... y ahora, posiblemente en uno de sus más fructíferos años, Novela Erótica. Pocos podían sospechar que tras aquel seudónimo que firmaba la novela ganadora del Sonrisa Vertical 2001, se encontrase quien no hacía ni seis meses que había ganado el Ateneo de Sevilla con una obra de registro radicalmente distinto. ¿O no lo era tanto en el fondo?.Pregunta

Pregunta.- ¿Son tan diferentes ambos géneros como a simple vista lo parecen?.

Andreu Martín.- Sí: son muy diferentes porque el público es diferente. Lo que el aficionado busca en la novela erótica es, evidentemente, distinto a lo que busca en la novela policíaca. Y el principal objetivo del escritor de género es satisfacer al aficionado según las reglas de juego que posee cada género. Ahí está el placer: en descubrir las reglas, en jugar bien

P.- Andreu Martín, nombre de inevitable referencia para cuantos seguimos la novela negra en España. Pero, ¿de donde le viene su pasión por dicho género?.

AM- Me gusta decir que yo aprendí a leer (a leer catalán y a leer descubriendo el sentimiento que se esconde tras las páginas de un libro) con una formidable colección de novela policíaca que se publicaba en catalán en los años 60, La Cua de Palla, dirigida por un escritor magnífico llamado Manuel de Pedrolo. Allí descubrí (descubrimos en catalán) a la Highsmith antes de que fuera famosa, al LeCarré policíaco de Llamada para el Muerto y demás; al Ira Levin de Un Beso antes de Morir. Allí se publicó una novela excelente de Stanley Ellin, Dreamful Summit (en catalán: Cal saber encaixar: Hay que saber encajar), la primera novela que me leí de un tirón en mi vida. Me entusiasmó. Y de ella sólo se ha hecho (que yo sepa) una versión al castellano, y era pésima. En esa colección (a la que luego se añadieron la estupenda Serie Negra de Bruguera y la colección de Noguer donde apareció El Chivato de Higgins, por ejemplo, y El espía que surgió del frío), descubrí que ninguna novela policíaca es, realmente, sólo una novela policíaca. Que, queriéndolo o no, a fuerza de hablar de la transgresión de la ley, del transgresor y sus motivos, del que persigue al transgresor, del que vigila al vigilante, de policía y de política (que tienen el mismo origen semántico) te veías forzado a hablar del mundo en que vivimos y a juzgarlo desde un punto de vista moral y, por tanto, crítico. Por todo eso, cuando me propuse escribir una novela, me salió necesariamente una novela policíaca.

P.- Es conocida y vieja dicha relación, pero no lo es tanto (al menos hasta la fecha) por el género erótico. Su Sonrisa Vertical 2001 le atesora un brillante futuro. ¿Se sintió cómodo escribiendo Espera, ponte así?.

AM.- Me lo pasé muy bien porque, como mi primera novela policíaca, realmente no estaba pensando en publicarla. Era un experimento, una prueba. La di a leer a mi agente literaria y estuvo en sus manos cosa de cinco años antes de que atináramos a qué hacer con ella. En realidad, si fue a parar a la Sonrisa Vertical fue porque Carina Pons me preguntó: “Bueno, ¿qué hacemos con Espera ponte así? ¿Quieres moverla o no?”. Me imagino el original en sus archivos, cubierto de polvo, estorbando. La pregunta, en realidad, era: “¿Lo tiramos o qué?”. Yo recuerdo que me encogí de hombros y le dije “Haz lo que quieras”. Con esto quiero decir que estuve muy cómodo escribiéndola: la incomodidad vino cuando tuve que darla a conocer. Me daba vergüenza.

P.- Me llamó la atención esa radiografía autodestructiva de su protagonista. ¿Cómo dio con el perfil del personaje?.

AM.- Nació así. Quise mostrar esa reacción enfermiza que suele darse ante una negativa en el terreno sexual. Después de acostarse con una mujer (o una mujer con un hombre) muchas personas dan por supuesto que ese embozo de esa cama estará ya siempre abierto para ellos. Y, ante la negativa a una segunda vez, se sienten más rechazados y ofendidos que si no se hubiera dado la primera. Es como si la otra persona si les hubiera catado y manifestara que no le gustó el sabor. Cuando la atracción no viene del afecto, de la amistad, del cariño, del amor (etc: sentimientos positivos y generosos) sino del afán de posesión y dominio, hay ocasiones en que estas actitudes depredadoras se vuelven contra el posesivo y dominante. Y es el caso del protagonista de ESPERA PONTE ASÍ.

P.- ¿Que siente al estar ensillado en dos de los géneros más infravalorados por la crítica?.

AM.- No me siento mal, porque es elección mía. Lamento, eso sí, que la crítica cometa la estupidez de infravalorar estos géneros. Lamento que la crítica infravalore nada, porque eso sin duda empobrece nuestro panorama cultural. Dice muy poco a favor de la crítica, la verdad.

P.- El Ateneo de Sevilla por Bellísimas personas (Algaida), el Sonrisa Vertical por Espera, ponte así (Tusquets)..., ¿nos depara Andreu Martín más sorpresas en el futuro?.

AM.- A un escritor de género le gusta sorprender, sí. (Ahí está precisamente uno de los placeres del género: sorprender cuando el lector se cree que ya está curado de sorpresas. Pero ésa es otra pregunta y otra respuesta.) Si dijera lo que preparo ya no sería sorpresa. En todo caso, ya es un secreto a voces que estoy preparándome para la dirección de una película sobre Flanagan.

P.- ¿Qué opina de los cánones literarios?.

AM.- Que son la opinión de un señor y, por tanto, discutibles. Lo que pasa es que un señor que se anima a elaborar un canon se considera indiscutible y lo malo es que los papanatas que se lo aplauden también lo consideran indiscutible. ¿Queda clara mi opinión?

P.- ¿Cuáles son los referentes literarios de Andreu Martín, que seguro tendrá?.

AM.- Leo continuamente y me dejo influir por todo cuanto leo. Como ha quedado claro, no creo en los cánones ni en la infalibilidad de nadie y, por tanto, si John LeCarré es autor de una de las mejores novelas que he leído en mi vida, El espía que surgió del frío, también es autor de novelas detestables. Me da un poco de vergüenza decir cuáles son mis referentes literarios porque he sido poco influenciado por Flaubert y Dostoievski. Claro que a mis cincuenta y algo años ya tendría que quitarme manías de encima, pero tengo la sensación de que, en este ámbito cultural de papanatas, pueden borrarte de muchas agendas si reconoces que has aprendido de gente como Ed McBain, LeCarré, la Highsmith (inimitable: nunca trataría de aproximarme a ella porque su altura es excesiva para mí), Stephen King, Stanley Ellin, Jardiel Poncela y, naturalmente, Hammett y Chandler. Claro que también me han influído Baroja y Galdós (igual como me aburre profundamente Quevedo). Me divierten mucho los dramaturgos románticos (Don Álvaro o la fuerza del sino es una de mis obras cómicas preferidas, no sé a qué esperamos para hacer la película). Y, mira, para hablar de un clásico al que sí tengo respeto, te hablaré (me da un poco de vergüenza decirlo, pero...) del Quijote. Sí, señor, el Cervantes del Quijote me parece un cachondo muy ingenioso. En fin, que de todo un poco. Ahora acabo de leer El Ilusionista de Martyn Bradford, que seguro que me influirá para un futuro. Me gustan mucho Vila-Matas, Zarraluki y toda esta patulea... Yo qué sé.

P.- Bellísimas personas tiene un cierto carácter documental, que recuerda un poco al Truman Capote de A sangre fría. ¿Cuántos meses de trabajo previo le depara una novela?.

AM.- Mira: Bellísimas Personas y A Sangre Fría sólo se parecen en que relatan un hecho real, como tantas y tantas y tantas otras novelas. Mi estilo y el de Capote no se parecen en nada, y no añado “Qué más quisiera yo”, aunque Capote me gusta mucho. Quizá en un principio, Bellísimas quiso ser como A Sangre fría pero, precisamente por eso, no me releí el libro de Capote y celebré con entusiasmo la creación del personaje (ficticio) de Nuria que alejaba definitivamente mi novela de cualquier comparación con otra novela. A partir de la historia paralela de Nuria, lo más importante de Bellísimas ya no es el hecho periodístico sino la elucubración sobre la relación entre ficción y realidad. Creo yo. Y sí: me llevó muchísimo tiempo escribir la novela. Mucho más que cualquier otra.

P.- ¿Cómo se introduce un autor en la mente de un psicópata?.

AM.- Ante todo, sincerándose consigo mismo y descubriendo dónde tiene guardada su propia psicopatía. Es lo mismo que para meterse en la mente de una mujer (si se es hombre) o en la de un niño distinto al que fuimos o en la de un anciano que no sabemos cómo seremos. O en la de un personaje mucho más inteligente o mucho más tonto que el autor. Todos los hombres tenemos rasgos femeninos y todas las mujeres los tienen masculinos, todos tenemos un referente de la infancia y todos participamos del miedo a la muerte. Las enfermedades mentales no son más que exageraciones, hipertrofias, de mecanismos de comportamiento perfectamente normales y necesarios. Todos somos un poco paranoicos, hemos de serlo, para poder andar prevenidos por la vida (no es verdad que todo el mundo sea bueno); todos somos un poco esquizofrénicos, para poder concentrarnos en la lectura, en el estudio, para ensimismarnos en nuestros placeres y nuestro propio yo; todos somos un poco psicópatas para alcanzar nuestros objetivos con satisfacción... Es cuando ese mecanismo necesario crece y crece y predomina y nos domina que se puede decir que prevalece la locura. Bueno, pues el escritor debe a) sincerarse reconociéndose un poco psicópata (que ya es un poco difícil), b) encontrar ese aspecto repelente de sí mismo y estudiarlo bien, y c) tener la valentía de sacarlo a la luz y, eso sí, atribuírselo a otro como si no tuviera nada que ver con uno mismo. Oye, mira. Y, ya que me he enrollado mucho en las preguntas anteriores, me permitiré la grosería de dejar sin responder tres de las que siguen. Esta primera...

P.- Siempre mantuve que el género negro, junto con el cómic, era uno de los más adecuados para incentivar a la lectura a una juventud excesivamente dependiente del videojuego y de la televisión. Sin embargo, ¿a que cree que se debe ese desinterés de las Editoriales por el género?.

AM- ... No la contesto porque la respuesta sería muy larga. Merecería un tratado amplísimo. Y, la verdad: parece que las editoriales vuelven a interesarse por el género. Al menos me han hablado de dos que están a punto de sacar colecciones policíacas. A ver qué tal lo hacen. Mira... A ver, breve: estamos en esto desde los años 80. Veinte años. Hace poco, fuimos a una radio un importante autor de novela negra español y yo, y nos preguntaron qué era la novela negra, cuáles eran los elementos esenciales del género. El otro autor tomó la palabra para decir que no se sabía, que el género negro era esencialmente un género urbano y nada más, y que no había elementos esenciales del género. Me enfadé. Si ya empezamos nosotros mismos por no analizar nuestro trabajo, ya me explicarás dónde vamos a parar. Veinte años y aún no sabemos responder a esas preguntas??? Eso explica que la vieja guardia de autores policíacos esté escribiendo lo que escribe, Y NO ME HAGAS HABLAR, NO ME HAGAS HABLAR. Suerte tenemos de nuevos y buenos valores como Martín Casariego (Mi precio es ninguno) o Suso de Toro (Ambulancia, Land-Rover, Calzados Lola...) .

P.- ¿Ayudó la Semana Negra de Gijón a dignificar el género?.

AM.- ¿Dignificar el género? ¿Está muy dignificado el género? (Ésta no es respuesta, sí, ya lo sé. Pero el que avisa... es avisador.)

P.- Y ya que lo mencionamos... ¿qué le debe Andreu Martín al cómic, si es que le debe algo?.

AM.- Mucho, le debo. Más de diez años de mi vida. Pensar en imágenes. La estructura básica de mi estilo. La concisión en las descripciones. Quiero volver al cómic porque le debo, sin duda, ser como soy. Y no me disgusta ser como soy, la verdad.

P.- ¿En que proyecto o novela anda metido en estos momentos?.

AM.- En la peli. Ando metido en la pelea. Esperando una firma que tiene que venir de TVE y que no viene y nos tiene a todos mordiéndonos las uñas. Esa firma será el pistoletazo de salida para empezar a correr en todas direcciones pegando gritos. Espero que te sirva todo esto. He tratado de ser lo más sincero posible.

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