martes, 30 de diciembre de 2008

EULALIO FERRER

ENTREVISTA: DESAYUNO CON... EULALIO FERRER


"No es posible vivir con rencor en el corazón"
JUAN G. BEDOYA 30/12/2008



Cuesta imaginar a este hombre de 88 años, que rezuma sabiduría, libros y condecoraciones, cuesta verlo como el capitán más joven en la Guerra Civil, con apenas 19 años, y escapar al exilio con lo puesto, su paso por los campos de concentración, y una vida de rico empresario y escritor de éxito en México, hasta llegar a la Academia Mexicana de la Lengua.

Vuelve un par de veces al año a Santander, su ciudad natal, porque preside el Premio Menéndez Pelayo, del que es mecenas; acude al Instituto Cervantes, del que es patrón, y acaba de publicar la novela Háblame en español.






El empresario y mecenas afincado en México publica una novela a los 88 años
Como una travesura. Así cuenta Eulalio Ferrer la decisión de publicar esta su primera novela a los 88 años, después de 40 libros serios, como De la lucha de clases a la lucha de frases. El desayuno se prolonga dos horas, en un coqueto comedor, ante la mirada condescendiente de una camarera atenta a la conversación a cambio de no dar prisa. Ferrer perdió hace un año a su esposa, Rafaela Bohórquez, también exiliada. Fue un mazazo para su mala salud de hierro, poco a poco recuperada. Aún se le resiste el apetito.

Cuando Ferrer volvió a Santander desde el exilio, vivo todavía Franco, acudió de mañana al cementerio local para desparramar claveles en la campa donde los asesinos de la posguerra enterraban a sus víctimas como a animales, por miles. "¿Qué hace usted?", le increpó el vigilante. "Echo claveles sobre mi tumba". "¡Pero usted está vivo!". "Sí. Pero si no llego a irme, estaría enterrado aquí".


Le pido que rememore sus 16 años, como secretario de Propaganda de las Juventudes Socialistas
. Por aquello le vigilaba la policía 35 años después. Pero los secretas iban a quedarse pasmados. Por la tarde, Ferrer fue llamado al Gobierno Civil, no para ser torturado, sino para dar conversación al gobernador, informado de la biografía del visitante, y para recibir invitaciones al mejor palco del Festival Internacional de Santander.

A Eulalio Ferrer la vida le ha dado muchas satisfacciones. No pocas las atribuye a haber perdido una guerra. México, a sus 19 años, fue una liberación para él. El primer amor con sexo; la primera empresa -una revista que hacía de cabo a rabo: textos, publicidad, reparto, cobro-; el primer automóvil, que le costó el carné del PSOE -su padre le dijo: "Tú eres un burgués. No se te ocurra volver por el partido"-; y el orgullo de sus amigos, cuando ya era patrón de grandes empresas de comunicación y podía dedicarse a mecenas, "por el placer de compartir". "

A veces me preguntan cuánto he gastado en el Museo Iconográfico del Quijote, o en patrocinar premios, por ejemplo. Les digo: una casa en Nueva York, otra en París, otra en Madrid, y un yate en el puerto de Santander. No tengo eso, pero me siento bien pagado".


Pese a todo, Eulalio Ferrer es un superviviente. "El sobrevivir es el milagro de mi vida", dice. No hemos podido espantar de la mesa la tristeza. Le pesan los recuerdos: la huida con su familia hasta arribar a México, el terrible campo de Argelès-sur-Mer, y a Antonio Machado tiritando de frío junto a su madre, acurrucada sobre él. Sentados en un banco de la plaza de Banyuls, esperan a Pepe, el hermano del poeta, que les llevará al hotelito de Colliure donde morirán poco después. "Don Antonio iba sin abrigo y coloqué sobre sus hombros el mío, pese a necesitarlo tanto. Fue muy triste... Pero sé que no se puede vivir con rencor en el corazón", dice en voz baja.

No hay comentarios: